Salvo unas barriguitas delatoras y la falta de acné podrían pasar por una formación de amiguetes quinceñeros que se reúnen en un garaje para pasar un buen rato tocando algún viejo tema de los Stones, beber unas cervezas y pasarlo bien. Son pura historia pero sobre el escenario gozan y disfrutan como el primer día y como pocas bandas en estos tiempos que corren, donde priman las integradas por barbudos intelectuales y de calzoncillos sobaqueros.
Su repertorio está servido en bandeja de plata, cuarenta y muchos años sobre los escenarios, con cientos de aventuras y cientos de golpes (porque la vida tiene muchas cosas bonitas, pero también tiene su lado oscuro), lo permiten. Muchos de sus temas se han convertido en referencia de muchas generaciones, su imagen o su estética han calado en muchas personas….
Su directo, a estas alturas en impecable, sonido limpio y perfecto y sobre el escenario unos tipos que ríen, bromean entre ellos y desprenden un muy buen rollo; Nico Álvarez y Edu Pinilla, guitarras, se permiten y se les agradece sus virtuosismos; Carlos Guardado al bajo se ratifica como el tipo más chulo con el bajo sobre un escenario; Kacho Casal a la batería y esa doble percusión que maneja Nico Roca; en esta ocasión (sobre la última aparición en la 24º Edición del Valladolindie), si vimos a Miguel Slingluff al saxo, que contribuye a dar un plus de empaque al sonido del grupo y cerrando el circulo Johnny Burning a la voz y su «tuneado» teclado,el tipo que empezó esta aventura ya hace muchos años.
Concierto excelente, donde demostraron que guste o no guste los Burning son los PUTOS AMOS del rock de este país; en una noche donde se respiraba la nostalgia…una «Noche del Rock», donde Rosendo anda despidiéndose de los escenarios, es que como dice Josele Santiago, cuando estos tipos cuelguen los instrumentos con ellos se irá el fin de una época, «una manera de entender la música y la libertad», aunque ese momento, por ahora, esperemos que queden lejos.
Para acabar me gustaría alzar la copa y reproducir unas palabras de otro de los grandes de la escena local, Javier Carballo:
«Alzo mi copa por los músicos de raza, los que llevan la música en la piel y en las entrañas, los que se fuman la vida a caladas intensas hasta toser rock and roll, los que beben el bourbon de la tristeza con rabiosa elegancia y ríen con ruido de marshall, los que hacen temas al dolor, al deseo, a los vasos sucios, a las habitaciones vacías, a la carretera, a las chicas perdidas que no saben qué hacen en un sitio como este. Por el Rock and Roll. Salú».
Texto y fotos por Jesús Díez.
