Cat Power. La belleza de la sencillez, la delicadeza de la madurez.

El pasado viernes, 2 de noviembre, recibíamos con los brazos abiertos a Cat Power, el alias de Charlyn Marie «Chan» Marshall, en el Teatro Circo Price. La de Atlanta se ha sacado del brazo un excepcional disco, recién publicado y dedicado en gran parte a la maternidad. Cat repasó muchos de los temas de este último trabajo sobre las tablas del Price.

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Se presenta en el escenario, como siempre, nerviosa. Con una barra de incienso encendida en la mano que nos recuerda a la Hayworth sosteniendo un cigarrillo desde ese elegante vestido largo y botines de tacón. Pero sabemos que lleva ese ornamento para ahuyentar las malas vibraciones y miedos. Esos que en otras ocasiones le han hecho abandonar el escenario, romper a llorar o parar el show por crisis de ansiedad derivadas de su extrema sensibilidad. La misma que la habilita para crear su fantástico universo de melodías y armónicos conjugados de los modos más inverosímiles. Esos que sabe usar a la perfección para nuestro goce y disfrute.

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Chan abre el show con su tema «He Turns Down» del álbum del 98 «Moon Pix». Tras lo que parece un comienzo adecuado para atacar el repaso de temas propios, nos sorprende con una mezcla de temas de Nick Cave & The Bad Seeds (con ellos ha girado recientemente), James Carr, y uno de los temas que comparte con Sinéad O’Connor: «Into My Arms / Dark End of the Street / I Don’t Blame You / I Am Stretched on Your Grave / Horizon».

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Cat deambula constantemente por el escenario. El nerviosismo se palpa según avanza el show. Pasea por delante y por detrás, como buscando algo que ha perdido, mientras canta temas como «Robbin Hood», «These Days / Song to Bobby» y la maravillosa, quizá el mejor momento de la noche, «Woman». Una composición que en su nuevo trabajo «Wanderer» articula de la mano de la genial Lana del Rey, a la que homenajea más adelante con un especial «White Mustang». Es grandioso contemplar cómo interpreta a dos micros. Situados a la misma altura consigue un efecto precioso, mezcla de delay y chorus con el que juega como una maestra. Es un movimiento muy original para el sonido de su directo en alguno de las canciones que interpreta.

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Otro de los aciertos de Chan es la banda que lleva. Sencilla pero efectiva. Sección rítmica, telecaster de acompañamiento y teclados, efectos y guitarra. Son en total cuatro músicos sobre el escenario que entregan un directo más que solvente para la Power.

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La noche sigue siendo un desfile de melodías encantadoras a las que suma versiones de la talla del «Great Waves» de Dirty Three o el «Pa Pa Power» de Dead Man’s Bones. Y no contenta con eso se marca dentro de uno de los temas del último disco, ese «In Your Face», la mayoría de la letra del «Frank Ocean» de Bad Religion. ¡Ahí es nada!

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Otra de las delicatessen de la noche, también en el plano de las covers, es ese medley de los clásicos de Velvet UndergroundThe Boys Next Door: «He Was a Friend Of Mine/Oh Sweet Nuthin’/Shivers». Vaya recital y cómo suena el Price. Nos da mucha rabia que no albergue más joyas como la de esta noche que típicamente son derivadas a salas mucho menos solventes que artistas de esta talla no se merecen. Ahí un 10 para Doctor Music por cuidar este recital.

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El directo de Chan se supone que termina con el clásico «Moon» de su rodaja «The Greatest», pero no es así. Cat Power ha evolucionado un show como si se tratara de la maduración de una fruta, desde la amargura inicial a la dulzura cenital. Ha empezado muy nerviosa, ha deambulado por los límites del ataque de ansiedad y ha acabado sonriendo de oreja a oreja a la vida y a su público. Recomendándonos cuidar nuestro alma y corazón sabiamente antes de regalarlos a cualquier otra persona. Algo de resquemor hay en el espíritu de esas palabras. Saluda con la mano en el corazón y en la cabeza obsesivamente. Tanto que no se puede ir del escenario sin regalar a cappella un «I Can’t Give You Anything but Love, Baby» del imprescindible Jimmy McHugh que le sirve de perfecta despedida.

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Dando las gracias repetidamente al público como sintiéndose en deuda por haberla acompañado de modo exitoso por el complicado camino del arte en el que ha dibujado un show perfecto. Bonito y cocinado a fuego lento. A veces bello por sencillo y otros delicado, delicioso como sólo una obra madura puede serlo. Y es que la madurez de Cat Powers es una bendición. Salud!

Vídeos y Fotos: Ana Hortelano y Javier Naranjo

Texto: Javier Naranjo

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