Seis meses después de su última visita, Eleanor Friedberger volvió a girar por tierras españolas. (Barcelona, Madrid y Zaragoza). La de Illinois había prometido volver con banda, pero tras hacer cuentas debió ver que sería complicado cuadrarlas y se presentó de nuevo en solitario. Un formato difícil, que en ocasiones (recordamos la fallida gira de primavera de Angel Olsen) puede hacerse pesado. Pero Eleanor es una todoterreno y demostró en la zaragozana sala La Lata de Bombillas estar sobrada de recursos para presentar su repertorio con calidad y elegancia.
El concierto estuvo basado fundamentalmente en piezas de su último trabajo, Rebound. El disco, que nos sorprendió un poco al principio por la presencia de más electrónica de la habitual, crece a cada escucha. Comenzó por My Jesus Phase, que abre el disco, y destacaron especialmente Are We Good o Everything. En los temas más recientes se apoyó en bases pregrabadas. Es lo que piden los temas, aunque en alguno de ellos combinó la electrónica con lo analógico, como al final de ese single perfecto que es In Between Stars, uno de los grandes momentos de la noche.
Con la única ayuda de su guitarra eléctrica (Eleanor es una brillante guitarrista rítmica), fueron cayendo temas de todo su repertorio en solitario. Por destacar alguno: Sweetest Girl, joyita del New View, una My Mistakes con el estribillo escondido hasta el final y la sorprendente fusión de Stare At The Sun y A Long Walk, donde demostró que también domina la técnica del fingerpicking. Como sorpresa especial, la recuperación de varios clásicos de The Fiery Furnaces, con un My Egyptian Grammar que sonó maravillosamente bien; y un Blueberry Boat apoyada en la caja de ritmos (algo experimental, según comentó Eleanor, pero que salió bien).
En definitiva, fueron 75 minutos de alto nivel con cierto sabor a New York. Algo tienen los artistas surgidos de la gran manzana (los hermanos Friedberger construyeron allí su carrera) que impregna su música. Pudimos evocar, por momentos, cierto aroma a Velvet Underground o Patti Smith. Pero, tras casi veinte años de carrera, Eleanor ya tiene su propia voz, una de las más interesantes de la escena. Tal vez añoramos un poco esos arreglos que hacen de las canciones de la Friedberger algo especial, pero ella sola se bastó para mantener en todo momento el interés del público. ¿La próxima vez con banda, Eleanor? Ojalá…