A veces acudes a un concierto, a la llamada de una banda a la que sigues como es Salto y te llevas un sorpresón vestido de hechicero. El regalo se llama Alberto Acinas Tovar, es de Palencia y jamás habíamos presenciado algo igual. Hoy te contamos lo que nos hizo disfrutar este artista en el Concierto del pasado día 20 de diciembre en la Sala El Sol.
Erase una vez un juglar castellano de cabellos largos, bigote y perilla, vestido con atuendo oscuro, chaleco terciopelo granate, situado en el centro del escenario con el único escudo de su guitarra, las tomas a tierra de sus pedales y un set list artesano hecho en acuarela. Sólo ante el peligro, Alberto Acinas, el mal llamado “telonero”(aunque artista invitado no nos suena mucho mejor) se plantó en el escenario ante muchos asistentes algo intrigados por saber quién era y qué nos iba a ofrecer…
Algo habíamos pipeado en internet sobre él, pero sin escuchar nada antes para no contaminarnos los oídos previamente al concierto. Sólo sabíamos que Alberto es pintor, un auténtico artista que vive de su arte mural y de encargos de decorados para cartelería de cine, entre otros….y se desvela la sorpresa.
Trajo temas de su disco “El Péndulo” (lo podéis encontrar en Bandcamp), y algún avance de su próximo disco. Es tan especial este artista, que de pura valentía no es que componga e interprete temas. Alberto Acinas Tovar DESTILA músicas y letras en su alambique, de tal modo que el tema más largo tiene una duración de 2 minutos y medio; demostrando que ni le falta ni le sobra una coma, ni le falta ni le sobra una nota.
Todo ello acompañándose de fondo de una pantalla donde se proyectan vídeos espectaculares con la animación y diseño de Vitris. Aclaro que estamos ante un artista, y no sólo un músico, para enfatizar el sentido estético y a la par, poblado de esencias de su espectáculo. Por un lado, la desnudez de Alberto con su sola guitarra y, por otro y de fondo, la proyección de esos artesanales y trabajadísimos video mappings, dignos de un orfebre del siglo XXI. Lo cierto es que nos trajo a la mente artistas únicos ( no sé si alguno recordará a An-tonio, el gran Antonio Rubio al que Javier Ruibal llamó el Punky del Flamenco y fue un músico extraordinario).
Comentamos los temas que más nos engancharon por no extendernos demasiado y animaros a que exploréis más sobre Alberto Acinas. “El Curandero” tiene un tono profético y de augurios que te envuelve en un bucle sin fin, sin posibilidad de escapar. “En este pueblo” tiene un toque del oeste propio de una película de Cleant Eastwood, un rock beligerante y percusivo en los tacones de Alberto( ¡cómo maneja el taconeo, Alberto!) y esas letras: “no lo vuelvo a a hacer…hoy va a ser el día más feliz… va a ser muy difícil que no empiece a arder la pólvora….” con esa tilde en pólvora que es la explosión en sí misma. “Fantasma” es una auténtica pesadilla rockera, robusta, tenaz, batallona. Y que remata con esos efectos en su voz que a veces resulta como si efectivamente a Alberto le poseyeran 4 o 5 voces diferentes (más agudas, más graves..) “Te lo tengo dicho” es un fandango rock y flamenquea sin complejos: “que no tiene remedio el ser humano, nos gusta el perro que muerde la mano” . “Muros” es un vals, auténtico espejo del capricho de la sociedad de hoy, con apertura o con fronteras, según interese “no hay vanidad, no hay ambición, y no quiero aquí otro perdedor, dice el diablo al que uno intenta vender su alma, entre verso y verso. “Ahora tengo dos”, oda al amor, al desengaño y la ironía…”me rompiste el corazón y ahora tengo dos”. Y “Mirándome” es una pieza redonda que resume todo un mundo y toda una vida y nos vuelve a evocar el oeste, desde la animalidad, la sabiduría de los ancestros y la inteligencia vegetal.
Terminó el concierto sudando la gota gorda, porque había ofrecido al público lo mejor de sí mismo y eso se notaba en la sala y en la sonrisa con la que cerró su espectáculo y ese gracias que sale del corazón.
Alberto Acinas es un músico inclasificable porque lo suyo es una mezcla de folclore palentino de visión contemporánea, rock y me atrevo a decir hasta que roza el flamenco rock ( ecos de Triana) o el punk (sí, Alberto también es muy punky). Es algo indescriptible. Es un músico que cura con su trova. Pero es que además tiene versos tan genuinos, existencialistas y sin embargo, propios, no escuchados antes; simbolistas y sin embargo, universales; ambiguos y sin embargo, con mucha verdad e ironía; en ocasiones, con el atractivo de ser difíciles de descifrar o bien, de traer nuestro refranero popular. Si algo tiene Alberto es que en sus versos maneja el campo semántico ( las palabras que crean ambientación) de un modo magistral.
Y eso, es poco habitual. Hoy que muchos grupos para poder acceder a más público cantan en inglés, hay que celebrar que Alberto lo haga en castellano y con esa riqueza en vocabulario que se resiste a ser olvidado. Y todo ello armado con voces, masculinas, femeninas, distorsionadas o vocalizadas, unas veces grabadas en segundos o terceros planos (con procesadores de voz) y otras emitidas en el mismo concierto a modo de ultratumba (voces del pasado, de ancestros) o a modo de presagio futurista traído al presente (algo marcianas). Por eso, su oficio es como el de un alquimista, porque mezcla la química de los sentimientos, la vanidad de lo corporal y la física del medio que nos rodea, la vida más allá de esta tierra, el misticismo, la espiritualidad y el arte.
No podemos sino decir que esperamos volver a verle muy pronto en concierto, escuchar su próximo disco (Industrias Bala le acaba de fichar) y que los programadores de Festivales al aire libre ( ahí le vemos) tomen buena nota de su nombre: Alberto Acinas Tovar, el curandero con D.O. Ribera del Duero.
Texto por Maria Tortosa y fotos por Ana Hortelano.
