Sarah Shook & the Disarmers visitaron por primera vez nuestro país este pasado mes de noviembre. El cierre de su corta visita fue en la Boite Live en Madrid, en la que Sarah Shook y su banda The Disarmers, con Eric Peterson a la guitarra, Aaron Oliva al bajo, Phil Sullivan al pedal steel y Kevin McClain a la batería, despertaron ese infierno que llevaban dentro para presentarnos sus dos excelentes y únicos discos publicados hasta la fecha «Sidelong» (2015) y su reciente «Years» (2018).
Sarah Shook & The Disarmers despacharon más de una veintena de canciones en Madrid, a partes iguales entre la ira y arrepentimiento, alma y sacrificio, e incluso tocaron por primera en los bises un tema inédito que aparecerá en su tercer trabajo, «Nightroamer».
La banda, cuyas almas aquella noche se debatían entre las tentaciones y las miserias del domonio, whisky siempre en mano, Sarah Shook con esa voz única, macerada en alquitrán y gravilla,y su excelente banda siempre imprimiendo latigazos a sus guitarra y pedal steel, salieron a matar con aullidos de motosierra.
Sarah Shook nos miraba siempre fijamente, como si nos estuviera valorando. Tanto a la defensiva como desafiante su mirada, su expresión sugiere a alguien que no aceptará ninguna mierda, sino también a alguien que ha recibido más que una. Esa actitud habita en todas sus canciones, donde personifica a las mujeres duras que han sufrido algo de dolor pero que son igualmente capaces de infligir lo mismo.
Esa amalgama de géneros e ingredientes malvados que solamente Sarah Shook & the Disarmers y el espíritu del pecado, conocieron en Madrid, el honky tonk, el rockabilly, el punk y el country abrasador, que lo convirtieron en un concierto realmente absorbente con canciones duras, profanas Shook, repletas de pelea, e introduciendo nuevas arrugas en el sonido de la banda como una unidad definida y refinada.
Su inicial «Good as gold, luego «Lesson», «Parting Words», «Heal Me», «Fuck Up» o «No Mistakes», canción no incluida en ninguno de sus discos, hicieron que el coitus interruptus y tensión contenida del público explotase en forma de canciones tormenta.
Sarah Shook & the Disarmers exquisitos en Madrid de principio a fin. La de Rochester, ahora en North Carolina flota a medio camino de lo fascinante a lo sublime. Volverá a visitarnos y estará condenada a existir mientras haya un bien y un mal entre los que estar desgarrado y agonizar. Porque siempre habrá un agujero en su corazón que nada pueda llenar. Seguramente será el whisky seguramente. Sarah Shook seguirá bebiendo hasta que el amanecer encuentre su ventana.
Texto por Carlos Pérez Báez. Fotos y vídeo por Javier Naranjo.
