Memorable ejercicio de virtuosismo el que se marcaron mano a mano este viejo trobador llamado Elliott Murphy y su fiel escudero y amigo Olivier Durand, con el que hace gala de una compenetración envidiable el pasado 16 de enero en el Loco Club de Valencia.
De sus dos guitarras acústicas partía el envoltorio de toda una banda, para entonar unas canciones profundas, sentidas, con el toque íntimo y personal de un artista sin igual, actuación que además fue generosa en tiempo y en bises.
Y que a pesar de toda una sala clamando «diamonds, diamonds, diamonds…» para poner el broche de oro, el viejo Elliott se empeñó en poner su nota de maldad y no tocarla, eso sí a cambio regaló a capella una versión de la no menos grande Green River mientras a mi lado alguien lloraba a moco tendido.
Fotos por Iñaki Serpico.