Guerra a la estulticia. Arpaviejas y Suzio 13

La educación de la ficción, es aquella que nos narran, especialmente de manera fílmica, donde el “gamberrete” y la “espabilada”, si tienen buen fondo es posible enderezarlos dentro de los márgenes sociales. E, incluso, si el “gamberrete” se convierte en asesino desalmado y la “espabilada” en una come hombres capaz de arribar donde sea gracias a su inenarrable sonrisa para, aunque sea de manera disfuncional, tener como objetivo cuidar a los suyos, todo, absolutamente todo queda en el olvido. Ahora bien, por otro lado tenemos lo que llaman educación, a pelo, educación; dónde el primero de los mil postulados es, precisamente, que jamás intentes ser un golfo hijo de puta o una guarra, que es como se entiende cuando no hay ficción de por medio lo de “gamberrete” y “espabilada”. Con el único fin de que engroses la miríada de millones de cabezas gachas cuya exclusiva finalidad es la de la procreación y el mantenimiento de la instalaciones y estamentos sociales.

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Es decir, que mientras en esas narraciones que entretienen y, teóricamente, llevan consigo un mensaje educativo y social donde crean ídolos o referencias con los que crecer y formar tu personalidad. De ellos, sólo, se debe aprehender el mensaje subyacente, que nada tiene que ver con que, además, ellos sean atractivos, cachas e inteligentes y, ellas, joder, igualmente inteligentes y sin un solo pero en esos cuerpazos de infarto. Sino que, precisamente, debemos ir en contra de esa ficción edulcorada y aceptar que, la realidad, no es más que un cúmulo de un montón de desgraciados y desgraciadas de lo más vulgar, cuya única finalidad es la del servilismo social. Afortunadamente, no sólo hay mucha gente que no convierte a esos personajes en ídolos o referencias obviándoles deliberada y consecuentemente. Sino que, además, son capaces de razonar y observar la adulteración y manipulación a las que son sometidos y, lejos de agachar la cabeza, pagan un alto precio social y mantienen ésta, el orgullo y las convicciones bien erguidas.

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Algunas y algunos de esos temerarios comunitarios llenaron la Sala Salamandra, situada en aquellas tierras, junto a la siempre Layetana ciudad, cuya población creció alrededor de una Torre Blanca, Para disfrutar de dos bandas que, igual que ellos, retributivos de un coste social e igual de ufanos y arrogantes llevando su beligerancia a ese espacio público donde, aunque les quieran callar, su mensaje ya se ha esparcido con un aplastante e identificativo punk rock “Arpaviejas” y “Suzio 13”.

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Comenzaron los de la Villa de la meseta central, “Suzio 13”, Sergio Moris, vocal y guitarra; Alberto Moris, guitarra; Adrián Morata “Adri”, bajo y David López “Mantxe”, batería; sin señal, pero con su propia luz verde se lanzaron con “Atraco”, el primero de los veintitrés temas que tenían preparados para esa noche. Una miscelánea de tendencias llevadas al extremo punk donde la velocidad de sus guitarras sólo pueden mantenerse por la, no menos contundente, cadencia del bajo y la batería continuaron con “No vuelvas”, “Perdido” y “Hospital nazi”. Y quizá, porque aún estaba el eco de oír hablar en alemán acabaron diciendo “mis dos puños cuidan de mí” y se lanzaron con la versión de “Bestia, bestia” de “Ilegales” que, quizá, con ese ritmo aceleradísimo suena hasta mejor que el original. Y, claro, de ahí al choque, a su particular e inapelable homenaje a Clash o quizá a “The Crickets” con el tema “I fought the law” porque, aunque luchen contra la ley y ésta gane, siempre hay que mantener aquel “Ruido 77”, luchar contra el “IV Reich” y mostrar ese apoyo incondicional, “No caminarás solo”, que da autenticidad a cada una de sus palabras.

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Manteniéndose “Indestructible”, las “24 horas de fiesta” repitiendo una y otra vez,  “Bailando en mi locura” y “Hazlo tú mismo” porque siempre “Quiero volver” y, desde luego, nadie da “Todo por nada” como explicaron años atrás “Me cago en Dios”. Y, ellos, “Suzio 13” daban y mucho por ese clamor del público rendido a su música y a esas letras que, aún nefastas, hablan de no rendirse y seguir dando por culo. Continuar al son de los imparables golpes de “Mantxe” con sus baquetas y a los de “Adri” a los cuatro alambres, de las doce cuerdas de las guitarras de Sergio y Alberto atronando con agudeza y de acusatoria voz de Sergio esputando, no los párrafos, sino la argumentación. “Nuestras calles”, “Seguimos”, “Joven rebelde” y “Ha salido el sol”, canción bilingüe que, no hay duda, habla de ser aquel puto “gamberrete” o la jodida “espabilada” pero en plan realidad, un hijo de puta o una hija de puta que se lo pasa de puta madre porque el rock and roll es su cojonuda y lícita perdición. Como, en el siguiente tema, al fin y al cabo, espetan los “Redskins”, auténticos iniciadores de una forma de creer y vivir cuyo modelo estético plagiaron unos majaderos sin escrúpulos y que ha llevado a una confusión, mucho más que lamentable.

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No obstante, “Suzio 13” y ese público que atestaba la Sala Salamandra, la mayoría con pelos de colores, crestas, cueros y algún calientapiernas que, algunos y algunas de ellos y ellas habían subido al entablado a por un momento de protagonismo compartido con quienes piensan y actúan como ellos, Implícito en los dos últimos temas que tocaron, Unity & Victory” y “Autosuficiencia” con los que aunaron aún más si cabe un ambiente donde, no hay duda, mostraron el único talante válido con el que se puede enfrentar la opresión y el sometimiento en el que quieren mantener ésta puñetera tierra de conejos, capitalizada por las tierras de donde proceden los enormes y demoledores, “Suzio 13”.

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Los siguientes, otros que conocen, sufren y enfrentan el despotismo y y la entelequia social, fueron “Arpaviejas”, J.R. Kubensis, voz y guitarra; Ivan, bajo; Condi, guitarra solista y Montxo, batería, además de Héctor que, a mitad del concierto liberaría a JR de la guitarra; inicieraon su repertorio de veintitrés temas con un análisis pormenorizado la siempre Layetana ciudad a la que pertenecen, con el mucho más que explícito “Souvenir de Barcelona”. Donde, como la mayoría del público que atestaba la sala, no les queda otra que ir “Aguantando el temporal” y sentir ganas de pedir la pipa y salir a hablar porque, cerrada “La Jaula”, no puedes volar y, ya lo saben, sea como sea hay que pasar. Con “Furia Alcohólica” y “Violencia” porque, ya no sólo JR, sino todos los que estaban allí, no saben mirar abajo, callarse y no molestar, viendo a tanto “El Mesías” que, por su comportamiento, parecen gritar “¡Qué vivan los rumanos”. Incitando, finalmente a aunar las voluntades con su “Música de guerra” y, a ese son, aunque no sea necesario, a más de uno darle “El Palo” porque es más jodido aguantar su estulticia, que sentirse sentimental y gritarle a alguna dama “Tengo los huevos cargados de amor”. Y hacer oídos sordos, cuando “Llaman”, con esa apostura inmodesta en la que clavarían mil “Chutas de acero” y aún mortificarían más, llevándoles a aquella “Sodoma y Gomorra” que tanto han demonizado.

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Aunque, como en cada concierto, en realidad, no hay “Crisis de angustia”, bien al contrario, pogos por doquier y, de nuevo, cofrades trepando al escenario para sentir el tacto del micrófono de JR, Ivan o Condi y despotricar, más que cantar, espoleando a quienes están abajo para disfrutar “A rienda suelta” y, durante un instante, todos convertirse en asesinos y aniquilar al “Ladrón de almas”. Alguno que otro, además, al grito de quién tiene más “MDMA” ese estimulante que, cómo todo, “Está prohibido” e incita a disfrutar, sabiendo que aquella noche, desde luego, no será “La última”. Siempre habrá un despertar y un “Me despierto Sikotrópico” porque entre nubes radioactivas no se puede descansar y, ahí arriba, tienen un arsenal de “Disolvente” y, aunque la Sala  está que arde y más de uno y una gritan “Ahora me importa una mierda”, no es porque no disfruten, sino porque son conscientes que está por finalizar.

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Más aún cuando, cual jefe de pelotón de fusilamiento, comienzan las notas de “Carguen, apunten… Fuego”, ese público vehemente y exultante desearía ser como “Ramón y su camión” entrando en una autopista en contra dirección y dirigirse hacia una familia feliz que no sabe que esa noche va a morir. Va a finalizar su camino como ese tema puso el indeseado punto final del concierto de “Arpaviejas” que, como su público, lejos de agachar la cabeza, pagan un alto precio social y mantienen ésta, el orgullo y las convicciones bien erguidas e instigadoras.

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De realidad, que no ficción, a base de una batahola punk demoledora que, esa noche, estuvo a punto de hacer despegar la Sala Salamandra con un carácter y una personalidad en guerra con estulticias y con mucho más que denominación de origen, “Arpaviejas” y “Suzio 13”.

Texto por yon raga kender y fotos por Manuel Alférez.

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Promotoras: Rebel sound booking y El purgatorio producciones.

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