Sus altísimos “Decibelios”

Reinventarse, morir o, sin complejos, mantener la misma pauta porque el entorno, aquello que provoca la eternidad, aún necesitado de grandes cambios no puede existir sin pequeños inamovibles. Esos asideros en los que agarrarse para asimilar y compartir cualquier novedad o, sencillamente, el hastío del día a día. No hay duda, inamovible no hay absolutamente nada, todo sufre ese tic tac sordo que produce, a veces, inapreciables cambios, imperceptibles permutas asimiladas, precisamente, por ese inestimable pasar del tiempo.

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Un ejemplo de ello, fue posible percibirlo el pasado día veintisiete de enero en “Barbara Ann”, de la siempre Layetana ciudad, uno de esos lugares negado a reinventarse y, mucho menos morir, donde desde hace treinta años es posible disfrutar de música en directo. En el cual, los amigos, más que clientela, en su mayoría lleva acudiendo al local, al Club, casi desde su inauguración y, de entre éstos, en dos ocasiones, han salvado al local de cerrar las puertas. Unas puertas que, ese domingo, se abrieron para disfrutar de una fiesta de otro ejemplo de perdurabilidad, pionero en el “Oi” y el “Ska” en toda la asolada tierra de conejos, “Decibelios”.

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Con su último trabajo, “Insurgents”, un larga duración de once temas que descubrirán en su próxima gira de presentación a final de éste año  y, no hay duda, muestran como siempre ha hecho “Decibelios”, con desenfado pero con mucha crudeza y realidad la denuncia del autoritarismo y el manejo del sistema. Y antes de iniciar su tercera gira Sudamericana, se lanzaron Fray, vocal; Jaume “Botticelli”, guitarra; Frank, bajo; Cesc, saxo tenor y Ángel “Dinamita”, batería; con la insurrección que caracteriza a ese vocal eterno y agitador perenne, Fray, alertando del descompuesto estado del mundo de la música por lo que, quizá, deban dedicarse a bodas, bautizos y comuniones.

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Aunque, marca de la casa, rápidamente asentaron cuál es su auténtico lugar musical con “Piara Indecente”, un tiro en la nuca de quienes componen esa impúdica manada y, desde luego, un cañonazo de salida para todos. “Fill de puta”, “Local 15-Visitante 0”, “Flamingo” y “Barna 92”, ésta última, clara evidencia de esos pequeños cambios, cuando fue compuesta se preguntaban dónde estarían en el noventa y dos y, en la actualidad, no recuerdan dónde estuvieron y no por ello cambia un ápice significado y significante del tema. “Ska Fever”, con el que Fray presenta a sus músicos y da entrada al maestro del saxo tenor, Cesc, para dar inicio al Ska con “Seminarista y los Boy Scouts”, antes de ese -¡Mooolinera!- que precede siempre a “Voca de Dios” con la puta navidad. Para caer en el romanticismo de “Ningún nombre de mujer” y dar paso a “Alambradas de dolor”, el único tema que tocaron del nuevo largo duración, “Insurgentes”.

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Aquí, cómo no, Cesc, con sus pulmones parece mover el oleaje que esconde a aquellos que no consiguen llegar a nuestras costas y que, como siempre, “Decibelios”, no sólo denuncia sino que invita, textualmente, -…a compartir lo poco que tengo-. “Barrio” identidad de la banda y, desde luego, casi podía ser el himno de “Barbara Ann”, porque es el barrio de quien, incluso, no mora por las cercanías. Fray, como el resto de la banda, agradecido a ese público que, aunque casi imposibilitado a lanzarse a pogos o movimientos excesivos está mucho más que disfrutando con ellos, se lanza con escarnio a ese tema que fue retirado y que jamás han dejado de cantar, “Esos macarrones aún no están hechos”. Con ese -¡Hijo de puta!- entre poder y poder lanzado con la rabia que le caracteriza y que dio y da personalidad a cada tema.

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Rápidamente viene “Que cante Figueres”, un tributo a esos desgraciados que algunas camarillas convierten en bufones de los que reírse y que, en cierto modo, reivindica y redime. Y que no será nunca un “Camaleón” ese ostión de la necedad que, no hay duda, pone una vez más al público a moverse al unísono intentando seguir, esa guitarra de “Botticelli” o el saxo de Cesc, mientras el bajo de Frank y las batacas de Ángel, marcan la cadencia aparentemente tranquila pero cargada de un ritmo frenético. “Vacaciones en el Prat”, aquellas vacaciones donde no existía pulseras del todo incluido y el azul del mediterráneo había que buscarlo a unas millas de alta mar que, como se vieron forzados a insuflar desde la barra del “Barbara Ann”, provocó una flojera necesitada de “Sangre Dorada” y, desde luego, “Viento de Libertad”. Esa oda a Euskadi iniciada con la guitarra de Botticelli y que habla del orgullo de una estirpe convertida en vientos de libertad, como la que siente el respetable aún viviendo en un claro estado de excepción. Una gravedad que, en el tema siguiente, es de agradecer con esos cuatro alambres de Frank, iniciando con su golpeo el homenaje a un punk maño, Juanra, Muerto en un accidente en el servicio militar y que, no tuvieron duda, entre “Matar o morir”, eligieron matar.

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Posiblemente al son del que, en ésta puñetera tierra de conejos y en la mayoría de las extensiones hispano parlantes, es el himno Skin Red por antonomasia, “Botas y tirantes”, precediendo a “Oi, Oi, Oi” y al “Kaos”. El que provocaron momentáneamente al dejar sus instrumentos y dar por finalizado el concierto, extenso pero, para quién había acudido aunque hubiera durado veinticuatro horas, había resultado corto. Fue un instante, volvieron rápidamente a por “Tambores de guerra”, “Mescal”, y “Boina”, contraseña exclusivamente para adeptos decibélicos, y “Canción de cuna”. Que, aunque nada tiene que ver con niños, dio pie a dedicar la repetición de “Local 15-Visitante 0” a Matilde. La espectadora más joven, con cuatro añitos que, junto a sus padres, no había podido escuchar ese tema, preferido del padre, a causa de llegar con retraso.

Escucha «Insurgents» (2018), nuevo disco de Decibelios

En definitiva, una vez más, un conciertazo de “Decibelios” que, aún en petit comité, en esa pequeña gran sala que es “Barbara Ann”, evidenciaron que jamás podrán dedicarse a bodas, bautizos y comuniones. Que su talante, con Fray, siempre al frente, aún con cambios, es el de ni reinventarse ni mucho menos morir, sino seguir reventando altavoces, destrozando salas y dando por culo, como sólo pueden hacer ellos en la actualidad, a todo poliquillo y policastro al que atruenen con su denuncia y sus altísimos “Decibelios”.

Texto por yon raga kender. Fotos por Ferran Siuró.

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