¿Tiene la misma capacidad de transmitir y emocionar la música instrumental que la tradicional con voz? Posiblemente no, pero bandas como Toundra te hacen dudar de tan rápida afirmación. Rock instrumental, pero basado en la melodía y ejecutado a la perfección con un sentimiento percibido desde la primera nota.
“Vortex” supone otra vuelta de tuerca en la evolución sónica de los madrileños: se mantiene la intensidad y la destreza armónica, pero la banda amplía el espectro sónico, creando nuevos espacios y paisajes, un exquisito renacer grupal en que nada se deja al azar, desde el cuidado artwork del disco a la meticulosa producción de un álbum de gran carga emocional.
Ejercieron de teloneros los barceloneses Ànteros, una joven banda que presentaba su segundo disco “Cuerpos celestes”, y que sorprendieron con una solvente actuación llena de potencia y rabia, donde el post-rock se mezcló con hardcore , punk y metal, a la manera de Mars Volta o unos Deftones pasados de vueltas.
Suena “Breathe” de Pink Floyd y el cuarteto sale al escenario, se conjuran, se animan y enlazan el clásico de los británicos con una de las piezas más destacadas de su último larga durada: “Cobra” explota después de un crescendo perpetrado por Macón, guitarrista solista y autentico tejedor de cósmicas melodías. También presentan en sociedad “Tuareg” y a continuación rescatan “Bizancio” de “II”, una de sus piezas más reposadas y elaboradas : Álex a la batería y Alberto al bajo arrastran al resto de la banda en su perpetua búsqueda .
No podía faltar “Kitsune”, una de piezas favoritas de sus seguidores , donde Esteban a la guitarra rítmica vuelve a mostrarse como el alma y el corazón de un grupo que, a pesar de no contar con micrófonos en el escenario, vive del constante feedback con el público. “Magreb “con sus arpegios espaciales da paso a “Kingston Falls”, un homenaje a Gremlins que nos sitúa en la vertiente más accesible de Toundra.
“Oro rojo “estalla desde el principio, y en “Mojave” experimentan de forma controlada incorporando cajas de ritmos y teclados. Dos bises, destacando “Cielo Negro (Black Sky)», única cita a “III”, un auténtico Tour de Force de rock progresivo de una máquina perfectamente engrasada. A ritmo de «Children of the Revolution» de T. Rex hacen piña y se despiden de un público totalmente entregado.
Pink Floyd, Mogwai, Led Zeppelin , todos esos referentes quedan atrás . Con “Vortex” y su traslación a las tablas, Toundra piden paso en la escena internacional. Sin complejos ni vergüenza, han solidificado una carrera sin ningún paso en falso, rompiendo moldes en nuestro país a base de conciertos tan consistentes como impactantes para el advenedizo. No hay tierras extrañas, quien viaja es el único extraño.
Texto y fotos por Albert Barrios.