Sábado, mañana agradable, calor…un día perfecto y una hora mejor para poder asistir a un concierto de rock. El Valladolindie nos regaló uno de esos conciertos que han convertido al «Festival más largo del mundo», en uno de los referentes de la escena nacional, un concierto de esos que van dirigidos a gente especial; y que hacen que nos sintamos distintos y muy privilegiativos, los bolos de hacer caja ya se quedaran para otras ocasiones, y es que el negocio y la escena musical en este país esta como esta, y visto sus derroteros no auguran un buen futuro.
A las 12,30 se abren las puertas y, cosas del horario y de esa organización, unos cuantos niños (el futuro), entran en la sala…una sala, la conocida Porta Caeli, la única que a estas alturas realiza una programación estable en la ciudad, para disfrutar de la presentación del nuevo trabajo, aunque ya va para casi un año, de los leoneses Cooper, «Tiempo, Temperatura, Agitación» (2018).
Puntuales, algo que cada vez se agradece más, Alejandro Diez, guitarra y voz apareció sobre el escenario acompañado, por el resto de la banda; su inseparable Mario Álvarez, a la guitarra y coros; Dani Montero, al bajo y coros y a los que se suman las nuevas incorporaciones: María Inés Rodríguez Galán, al fondo del escenario con los teclados y coros y ese descubrimiento con melena de cazo y gafas de empollón y del que cuentan que ha sobrevivido a una semana de dieta vegetariana por tierras riojanas…y es que el amor tiene esas cosas, y que responde al nombre de Conrado Martín a la batería, y a los que se unieron en diferentes temas una sección de vientos integrada por Rubén al saxofón y Mark a la trompeta.. «Hyde Park», abrió la mañana y luego una detrás de otra se sucedieron parte de ese cancionero mágico y sublime que el músico leones posee; y es que después de más de 30 años de carrera.
Alejandro, es dueño de un fondo de catálogo notable y que no ofrece tregua alguna a su público. «Ya llegó el verano», «Salto», «Infinito», «El asiento de atrás», «Cerca del sol», «Rabia», «Cierra los ojos», o la mirada por el retrovisor a Los Flechazos con «A toda velocidad» y «Las Luces Rojas». Recuerdos muy sentidos a los ausentes y a los presentes, en especial a esos Sustitutos, algunos de cuyos miembros andaban por la sala y, quien sabe, si en estos tiempos de revival, igual nos dan, algún día, alguna sorpresa….y sobre, una sala donde todo era mucha fidelidad y alegría, porque la música de estos chicos es eso, alegría y felicidad por quintales. La música de este artesano leones, muchos años después, sigue buscando esa melodía perfecta que habla del verano, de los amigos o de la vida y que nos invita a disfrutar y bailar de ella; y nosotros, muchos años después somos unos afortunados de poder seguir disfrutando de ella.
Texto y fotos por Jesús Díez.
