Riders of the Canyon: autenticidad, pasión, y expectativas colmadas

Emociones encontradas al tropezar con  la palabra supergrupo : nombres irrefutables e íntimamente adheridos a nuestra vida como Cream o CSN&Y, pero en su inmensa mayoría  fiascos monumentales. Enormes expectativas frustradas por egos y  desmesurados ombligismos. ¿Podemos catalogar a Riders of the Canyon, o que es lo mismo, Joana Serrat, Marta Delmont, Roger Usart i Matthew McDaid  como supergrupo? Sin duda alguna.

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Los son; pero  no solo por su fama como artistas en solitario, sino por la proyección de la unión de su talento, la búsqueda de la pureza de la música y la autenticidad de una propuesta que solo emerge en contadas ocasiones. Nada de egocentrismos ni estériles vanidades. Canciones y actuaciones que se sirven de un intencionado  minimalismo instrumental para cautivar al público y disfrutar encima de las tablas.

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Ejerció de aplicado y sorpresivo telonero el francés Stene Moshka : solo en el escenario, con el pie derecho percusiona el stompbox , y  con el izquierdo se sirve del “loop station” para grabar in situ y combinar no solo la guitarra, sino voces, armónica y otros efectos sonoros. Cantautor en la senda de Ben Harper o John Butler, la originalidad de su oferta necesitaría de canciones más solidas para poder acabar de atrapar al oyente. Los mejores momentos de su pase  llegaron en los  pasajes más relajados y setenteros, con ecos a James Taylor o Jackson Browne.

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El compartir sello discográfico (el estimulante Great Canyon Records) no es el único nexo de unión de los cuatro componentes de Riders of the Canyon : proximidad geográfica, predilección por la música americana de raíces y la firme voluntad de reunirse para escribir e interpretar atmosféricas canciones que suenan a grandes espacios, a horizontes lejanos. Combinan canciones de sus respectivas carreras en solitario  con algunas escritas ex profeso para el grupo, y algunas versiones. Un máximo de tres guitarras acústicas a la vez, alguna armónica de McDaid y sobretodo la extraordinaria fusión de sus voces para regalarnos un recital para enmarcar.

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Comenzaron con “ From The Top Of The Mountain” de Usart, escalofriante inicio cimentado en la entrega absoluta y la excelsa compenetración vocal de los cuatro jinetes de Great Canyon. En “A Bottle or Six “Matthew McDaid mezcló sus raíces irlandesas con el Springsteen más festiva, mientras que Joana sonó más country que nunca con “Solitary road”. Marta Delmont rescató “Reasons”  de su anterior trabajo “Silver blaze”  , y en “Sorrow song” Roger y Matthew se quedaron solos defendiendo la canción a partir de la intensidad y la fe ciega en sus posibilidades.

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“Back home “ arrancó  a capella para ir acelerando progresivamente,  y en “Wild river” el Country de Linda Rondstat y Emmylou Harris inundó la sala y nuestros corazones. Si nos fijamos en  “Your Gold Could Be Mine” nos damos cuenta que Joana Serrat es el alma mater del proyecto . El sonido conseguido en su excelente último álbum  “Dripping Springs” con la producción del omnipresente Israel Nash es plenamente identificable durante toda la noche, y la guitarra henchida de reverberación de Serrat es básica para cohesionar el sonido buscado encima del escenario.

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La homónima “Riders of the Canyon “ y “Some kinda addiction” son las canciones escritas por los cuatro que no desentonan en el tono general. Dos piezas de Usart completamente diferentes:  mientras que en   “Lonesome” ofreció  su vertiente más country festiva arrancando  las palmas de los asistentes, en “Dear old lover” se sumergió en una  vehemente introspección personal  .Para acabar  “Black lake” ,un tema de lucha de Serrat compartido  con un  Usart transmutado en una suerte de Nick Cave.

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 En los bises“Some old bar “ de Marta Delmont , con ese toque tan CS&N y la eterna “Will the circle be unbroken “ como perfecto broche para recordarnos que la música puede estar acompañada de muchas luces y artificios, que podemos disfrutar tanto de Kiss como de Nick Drake, pero al final lo que importa y lo que queda son las canciones.  Joana Serrat, Marta Delmont, Roger Usart i Matthew McDaid disfrutaron y nos hicieron disfrutar, nos emocionaron con sus interpretaciones y voces y nos transportaron a otros tiempos, a otros sitios, muy cerca del cielo.

Texto y fotos por Albert Barrios.

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