Esta noche he visto los surcos que ese arado cruel labra en el alma de sus víctimas, complacientes víctimas que asumieron la imposibilidad de redención, hoy he visto los estragos causados por años interminables de esclavitud a una forma de entender la música, quizá la única, en la que la sangre y las flores manchan los pentagramas.
Hoy he visto la aguja en el brazo que mueve el torrente de realidad que estalla en cada nota, hoy he visto en la oscuridad la luz de las pesadillas y el regreso del amanecer.
He visto a los ángeles avergonzarse, ríos que son arena, he escuchado latigazos eléctricos que en mi cabeza suenan como un éxtasis de guitarras acústicas, esta noche he visto a Nikki Sudden pasear por un cielo infinito y a Johnny Thunders desplomarse como un pájaro de alas abiertas, y mientras eso sucedía Dave Kusworth se aferraba a sus canciones como el superviviente de un naufragio abraza su tabla, corsario llenando las bodegas de su mente de tesoros que solo él conoce y que cada vez que te asomas a su mundo frágil son, fugazmente, también tuyos.
Fotos y vídeo por Juan J. Vicedo.