Levi Parham & Them Tulsa Boys viven y respiran música en Tulsa, Oklahoma, y no podrían estar más orgullosos de ello. Legítimo heredero de un sonido y tradición (el Tulsa Sound, esa genuina mezcla de blues, RnR, country y soul tan difícil de definir pero tan identificable al instante) con miembros tan ilustres como JJ Cale, Leon Russell o Carl Radle, Parham concluía gira europea en Barcelona, y según nos comentó el guitarrista Jesse Aycock después del concierto, este fue el mejor de todo el tour, otorgándole gran parte del merito a la mística que destila ese templo del rock que es Rocksound.
Varios de los mejores músicos de esa región le han acompañado en la presentación del más que notabilísimo “It’s All Good”, en el que se ha enfrentado a la encrucijada del siempre difícil segundo disco sin grandes riesgos, pero con plena determinación. A diferencia de su anterior visita a nuestras tierras, el de McAlester ha sustituido los teclados por otra guitarra extra, perdiendo el conjunto matices y sutileza, pero ganando intensidad y potencia.
Comenzaron con “Boxmeer Blues”, un blues arrastrado que sin duda es de lo mejor del nuevo álbum. En “Heavyweight” tuvimos ecos de Leon Russell y en “Badass Bob” se encarnó en los exquisitos Little Feat. “Held In High Regard” surgió tranquila, ampliando espacios con la Steel guitar de Aycock, una canción de marcado tono cinematográfico.
Ejerció Levi de generoso líder, dando cancha a la carrera en solitario de sus dos guitarristas: Dustin Pittsley presentó “The ocean”, una tonada clásica con los aromas sureños de Lynyrd Skynyrd y Marshall Tucker Band, mientras que el elegante Aycock demostró con “Where’s The Light” que su carrera en solitario no es una simple anécdota. Próximamente reseñaremos su sugerente segundo disco, “Flowers & Wounds”, producido por Mr. Dios en la tierra, el omnipresente Neal Casal (compañero de Jesse en el supergrupo Hard Working Americans).
“Borderline” mutó de country reposado a historia épica vía Petty /Springsteen. “Wrong Way To Hold A Man” fue un blues escupido directamente de las entrañas, y en “ My Finest Hour” la banda dio lo mejor de sí, con una sección rítmica totalmente engrasada , mezclando sin rubor la Brotherhood de Chris Robinson con Allman Brothers , sin perder de vista Muscle Shoals. Para acabar dos bises: el blues hipnótico de “Love Comes Around” y un perfecto fin de fiesta con ese trallazo de rock americano que es “These American Blues”.
Una noche de las que crea afición, una clase de magistral de lo que es y representa el Tulsa Sound, ese santo grial que tantos buscan y solo los músicos de raza consiguen atrapar. Música autentica, sin innecesarios artificios, cinco insobornables interpretes encima del escenario con la sagrada misión de continuar un legado tan infinitamente rico y vasto como las praderas de Oklahoma.
Texto por Albert Barrios y fotos por Desi Estévez.