Nashville Pussy anuncian dos únicas fechas en julio, 1 en Barcelona (Razzmatazz 3) y Madrid 2 de julio (Gruta 77) para presentar «Pleased To Eat You», su nuevo disco publicado el año pasado y producido por David Barrick (The Kentucky Headhunters, Black Stone Cherry, Stacie Collins, Nine Pound Hammer).
Lemmy alguna vez se refirió a Nashville Pussy como la última gran banda de rock and roll de Estados Unidos. Y con razón. Nashville Pussy proporciona ese refugio sin pretensiones, capaces de moverse por los perímetros del género a lo Grand Funk , a lo Sabbath, a lo Hank III, a lo rockabilly casi a reverendo Horton Heat. Nashville Pussy nunca han sido metal. Tampoco lo fueron Motörhead.
Cada disco de Nashville Pussy desprende esa honestidad característica y alejados de todos aquellos clichés del rock’n’roll a todo trapo. Aquí si que son sexo, drogas y rock ‘n’ roll en un mundo políticamente correcto y censurado políticamente.
Esta banda abarca gloriosa y orgullosamente el género de hard rock de mediados de los 70: riffs carnosos, letras libidinosas, la implacable felicidad stoner del hard rock and roll durante su apogeo. Nashville Pussy lo componen el matrimonio Pussy; el camionero Blaine Cartwright (voz y guitarra) y su mujer Ruyter Suys a la guitarra. Además, su nuevo batería Ben Thomas y la nueva bajista Bonnie Buitrago.
El cantante Blain Cartwright, descrito como un hechicero hillbilly con mala mala baba, y chilla y grita como Alice Cooper o un Bonn Scott, llenando cada canción con la fórmula que hizo famosoos a Nugent, Kiss y a AC/DC. Con ellos nunca hubo intentos de suavizar su sonido para una audiencia más grande y amiga.
“El coño de Nashville” (Nashville Pussy) es un disparatado cuarteto de Rock Blues y Cow Punk, con ráfagas de Southern, Hard Rock setentero y hasta Psychobilly desde Atlanta en Georgia. Imagínensea dos tipos duros y dos hermosas mujeres gimiendo por esa boca y sudando aguardiente. Guitarras llenas de adrenalina, contoneos sexuales, pelos pegajosos y música de alto octanaje.
