Courtney Barnett aprovechó los días libres entre su presencia en el All Points Festival de Londres y el Primavera Sound de Barcelona para dar dos conciertos por la costa atlántica francesa: La Rochelle y Biarritz. Dos ciudades no especialmente grandes, una muestra más de lo incomprensible que es que la australiana no haya girado todavía en salas por nuestro país. Más aún, tras ver que entre el público había una gran presencia de españoles. A pesar de ser martes, el Atabal (una sala modélica, tanto en funcionamiento como en filosofía y programación) colgó el cartel de “no hay billetes”.
Con puntualidad británica, a las ocho en punto salen dispuestos a calentar el ambiente Our Girl, la banda liderada por Soph Nathan. Secundada por dos jovencísimos escuderos, presentan los momentos más destacados de su debut Stranger Today, con sonidos que parten del indie noventero pero que suenan actuales. No faltan los singles I Really Like It o Being Around. La banda de Brighton es un nombre a seguir en un futuro, ya que tienen la difícil virtud de conseguir crear melodías de esas que se quedan en tu cabeza durante horas.
Courtney comienza, como es habitual, con Hopefulessness, pieza perfecta para ir despegando en un viaje que finalizará noventa minutos después sin apenas paradas. Apenas algún “merci beaucoup” mientras afina su guitarra… Los genios se explican mejor haciendo su trabajo y no dando discursos. El tercer tema ya es Avant Gardener, esa canción que describe un ataque de asma con tal maestría que ya es por derecho propio todo un clásico del siglo XXI. El tema que le dio a conocer a nivel mundial mostrando su capacidad para contar historias cotidianas de manera original y sorprendente.
En este momento el concierto despega con claridad mostrando el espíritu que lo guiará hasta el final: interpretaciones concisas, directas y sin florituras. La Barnett ataca cada canción como si fuera la última. Y, aunque podría perderse en virtuosismos, la intensidad es la clave. A partir de ella ofrece todos los matices que alimentan su música, desde el punk (I’m Not Your Mother, I’m Not Your Bitch) a momentos más psicodélicos (Small Poppies). Artista de singles (cada poco tiempo nos ofrece novedades), no se olvida de sus dos últimos: Small Talk y el enorme Everybody Here Hates You, a la altura de sus mejores temas. Una exploración de sus propios miedos e inseguridades que, como ha confesado en sus entrevistas, el éxito no ha conseguido desterrar.
Después de verla en la anterior gira europea con una guitarrista de apoyo, nos gusta más este formato trío, con sus dos compañeros fieles, el bajista Andrew «Bones» Sloane y el batería Dave Mudie. Una base rítmica muy conjuntada y que arropa a Courtney con una precisión absoluta. Actualmente, pocas bandas pueden ofrecer un espectáculo tan sólido como éste. El concierto empieza la recta final con Depreston, muy coreado por el público; y acaba con un trío de ases completamente ganadores en un crescendo espectacular: Elevator Operator, Charity y Pedestrian at Best. «Put me on a pedestal and I’ll only disappoint you«… Pero no, todavía no nos ha decepcionado. Este concierto es una muestra más de que se consolida como una de las mejores compositoras de su generación.
Para los bises, nuestra chica aparece en solitario para realizar una soberbia interpretación de Let It Go, el disco compartido con Kurt Vile. Destacable el silencio del público en este momento acústico. También ayuda el hecho de que el bar esté fuera del recinto propiamente dicho. Otro acierto en el diseño del Atabal, sin duda. Kim´s Caravan, momento para comprobar que, con su peculiar tocada sin púa, Courtney tiene pocos rivales a las seis cuerdas en el rock actual; e History Eraser cierran el concierto.
Por los comentarios intercambiados al final del recital, el público salió más que satisfecho de haber podido ver a una artista de tal calibre en Biarritz. Sobre todo la niña de unos ocho años que siguió el concierto desde primera fila y a la que Courtney regaló, personalmente, el setlist al finalizar. Manejando una lista de influencias exquisitas, que van de Lou Reed a Nirvana, la australiana ha conseguido crear un estilo propio que, unido a su habilidad para escribir letras que se salen de lo habitual y su enorme capacidad guitarrística, la han convertido en la gran esperanza blanca del rock. Hasta el punto de que su último disco fuera recibido con tibieza por muchos porque no conseguía superar el nivel de su disco debut.
Con una lista interminable de grandes bandas (RVG, Camp Cope, Tropical Fuck Storm, Rolling Blackout Coastal Fever, King Gizzard & the Lizard Wizard…), podríamos decir que actualmente Melbourne es la capital mundial del rock. Courtney Barnett es, sin duda, la reina de esa escena. Mientras la vemos crecer, seguiremos esperando una gira española en condiciones.
Video de Javier Macallan