Cuando hace casi una década (nueve años y dos meses, para ser precisos), Ilegales emprendían la gira tras la cual Jorge Martínez pretendía finiquitar la banda, quien más quien menos, todo el mundo sospechaba que, en algún momento, el genial guitarrista asturiano, y los músicos de los que hubiese decidido rodearse a la sazón, volverían a actuar en público bajo marchamo Ilegal. A la nueva aventura en la que, presa de algún tipo de crisis de la mediana edad, Jorge había mutado al mítico conjunto (una orquesta de guateque respondía al carpetovetónico y ye-ye apelativo de «los Magníficos»), se le auguraba un futuro bastante incierto.
Es muy posible que de no haber sido así (es decir, si Los Magníficos hubiesen cosechado un éxito similar o superior al de los Ilegales), la despedida hubiese sido real, pero ya decimos que tal coyuntura se antojaba harto improbable. El propio Jorge ha dicho que habría resucitado muchísimo antes el proyecto original de no haber tenido que lidiar casi cada vez que ponía un pie en cualquier bar, con un ejército de insoportables pelmas borrachos diciéndole con mayor o menor grado de garrulismo, lo que tenía que hacer: resucitar a los Ilegales. Le creo. Hay ocasiones en las que tiene que ser un coñazo ser Jorge Martínez. No le quedó, empero, más remedio que terminar aceptando la terquedad de los hechos.
Pero si bien lo del regreso lo teníamos todos más o menos claro, existían menos certezas acerca del tipo de recibimiento que se les dispensaría, o del nivel que exhibiría el grupo cuando emergiese de la tumba. Había que ser muy entusiasta para pronosticar un escenario como el actual. No sólo han arrasado como parecía razonable esperar, sino que desde que han vuelto no han dejado de ir a más. Hasta el punto en el que la realidad ha pulverizado nuestros más locos sueños, devolviéndonos a Willy Vijande al puesto de bajista (regalo del destino que sin embargo, no se deja celebrar del todo, por deberse al triste deceso de su predecesor, Alejandro Espina).
Ilegales siempre funcionaron sin red: al límite (véase el excelente documental Mi vida entre las hormigas). A veces –excepcional y puntualmente, en realidad- pagaban su espontaneidad y falta de comedimiento, con algún bolo para olvidar que terminaba en desastre etílico. Ya digo: rara vez. Y si bien han regresado con la espontaneidad y el sentido del riesgo intactos, una resurrección capaz de generar tanta expectativa, no iba a ser abordada a la ligera.
A pesar de su propensión a la payasada, el exabrupto y la impertinencia más o menos violenta, lo que jamás se iba a permitir Jorge Martínez es incurrir en patetismos de ningún tipo. Se lo iba a currar lo suficiente para mantener el listón donde lo habían dejado al despedirse por primera vez. Y estaba alto. Tanto, que en disco no lo ha conseguido. Es lógico, y nadie espera a estas alturas otro «Agotados de esperar el fin»; bastante chicha hay en sus dos últimos elepés para lo que podían habernos colado. Ya digo: es normal. Lo que no sólo no es normal, sino que resulta grandioso, es el hecho de que la gira «Rebelión« haya sido una de las más memorables de las muchas que han llevado a cabo desde principios de los ochenta.
Si tuviésemos que elegir un calificativo que la definiese, no se me ocurre otro mejor que el de «épica». Tanto, tanto, que esta sí que huele a gira de despedida, aunque no haya sido anunciada como tal. Nunca en su historia, Ilegales han diseñado un espectáculo tan eficazmente enfocado a ofrecer el mayor número de canciones posible, sin distracciones ni aderezos innecesarios. A pesar de su querencia a soltar lustrosas sandeces (algunas ciertamente gloriosas) y a abandonarse a todo tipo de comportamientos inapropiados, durante la gira de Rebelión, Jorge ha economizado cada segundo de las casi dos horas que han durado los shows para ofrecer tanta música como ha sido capaz. Jamás he visto un repaso tan exhaustivo a su discografía como el llevado a cabo en estos conciertos. Estamos hablando sin duda de la gira en la que mayor número de canciones se han tocado por bolo.
Pero la gira ingresará en el palmarés Ilegal no sólo por razones de «cantidad»; la calidad de los recitales, ha rozado la perfección en ocasiones. Algunos de los arreglos diseñados específicamente para este tour, se cuentan entre los más arriesgados y exquisitos jamás concebidos por el genio calvo. La elección del repertorio interpretado cada noche, no admite enmienda alguna. El nivel, no ya instrumental, que se da por supuesto, sino profesional, exhibido por la banda cada vez que han tomado las tablas en alguna ciudad española o americana, ha sido sencillamente impecable.
La puesta en escena, efectiva y rotunda. En definitiva, después de esto…¿qué? ¿Cómo se supera algo así? Sobre todo en la parte de la que no son responsables, y que depende del público. Porque ahí también han pulverizado sus propios records, colgando el cartel de «no hay entradas» en una buena ristra de bolos (todos ellos celebrados en espacios lo que se dice «grandes»: teatros, recintos feriales, etc.). En concreto, el bolo madrileño, celebrado en diciembre en la sala Barceló, vio cómo los tickets volaban a velocidad de vértigo. Por ello, ha sido también la capital de España, la elegida para albergar el concierto que ponga punto y final a una gira tan memorable como la descrita. Y el evento promete estar a la altura de las circunstancias. Yo desde luego, no me lo perdería por nada del mundo. Y para este, mira tú, sí que quedan entradas: tú mismo.
Escucha «Rebelión» (2018) de Ilegales
Fechas de la gira Ilegales Rebelión Tour 2019:
- 16 mayo en Guayaquil (Ecuador), Plataforma del MAAC
- 18 mayo en Ibarra (Ecuador), Coliseo Luis Leoro Franco
- 25 mayo en Madrid, La Riviera
- 8 junio en Gerona, Festival In-Somni
- 14 junio en Buenos Aires (Argentina), La Viola/Roxy
- 16 junio en Santiago de Chile (Chile), Blondie
- 29 junio en Almeria, Candil Rock
- 6 julio en Gijón, Metropoli
- 9 agosto en Arucas (Gran Canaria), FiestoRon
- 3 octubre en Sevilla, Caravan Sur Festival
Texto por Daniel Fernández.