¿En qué momento los integrantes de una banda deciden que la MÚSICA es algo más, mucho más, de lo que a priori representa? ¿Cuando visualizan que para llegar a ser grandes tendrán que ser humildes, trabajadores e incorruptibles? El pasado ocho de Junio los vitorianos The Soulbreaker Company cruzaron media España para aterrizar en un Rocksound a medio gas, con menos de cien personas de público (asistencia lastrada por la coincidencia de varios conciertos ese mismo sábado y por ser el lunes festivo en la ciudad condal) , y aún así demostraron no solo que su evolución musical es tan soberbia como imparable, sino que la capacidad de entrega e intensidad es totalmente innegociable para un músico de raza. Sea delante de veinte mil personas en un festival o en una sala medio vacía del Poblenou.
Un grupo que no ha parado de crecer, de derribar muros estilísticos para crear una personalidad propia: no es ningún secreto afirmar a estas alturas de la película que estamos delante de uno de los mejores combos surgidos en los últimos quince años en Europa. Atesoran un grado de madurez y determinación que les ha hecho superar diversos problemas para trasladar en directo lo que actualmente tienen en mente : en mi cuarta cita con ellos sonaron más luchadores e intensos que nunca.
El núcleo principal en que se basó el recital fue su (excitante) nueva entrega discográfica “Sewed With Light” : “Inner dark” abrió a lo grande, con las guitarras llenando todos los espacios, pero dejando claro la vital importancia que han adquirido los teclados en este “viraje” progresivo de su nueva propuesta. Una speedica “I ‘m the void” dio paso a “Persephone”, con toques a lo Vangelis enmarcados en un groove en bucle.
A continuación un par de piezas de ese (posiblemente) incomprendido y visionario disco que es “La lucha” : la canción homónima sonó más grunge que nunca , y “Black wool yarn” volvió a establecerse como clásico de los vitorianos. La imprescindible “The Word, The Blade” fue una rara avis en todo el conjunto, más directa y menos compleja. Preciosa “The End Of The Day”, con estribillos marca de la casa y un interludio de teclado para que la canción acabe explotando sin remisión.” Arrhythmia”, densa y guitarrera precedió a “Many so strange”, la pieza que abría mi álbum favorito del grupo , “Graceless” .
“Albertiaren Malkoak”, una delicatesen instrumental ,fue el preludio de “Avoid The Crash” , perfecta representación de lo que son hoy en día The Soulbreaker Company : unos timadores. Cuando piensas que te encuentras con una canción más típica y tópica, cuando te vas a tomar un descanso de tanta intensidad, te desmontan, te engañan. Coros henchidos, teclados dignos del mejor Mike Oldfield, rock directo y prog fusionándose de manera tan sutil como natural…Ladies and gentleman, parir este melting pot está solo al alcance de unos poco elegidos!!!
Con “Colours Of The Fire”, dura y con un crescendo de manual y “The beginning” (la traslación del muro del sonido de Phil Spector al nuevo milenio) acabó el concierto, antes de dos bises de esos para sacarse el sombrero: la magistral “Oh! Warsaw” y una “The Kid Out Of His Land” que recorre todos los paisajes sonoros de la banda, una perfecta síntesis de donde vienen y sobre todo a donde van.
Todos queremos con locura a Rory Gallagher : por su honestidad, por ser tan integro como insobornable. Cualidades no mayoritarias en el mundo del Rock. Pero no solo lo admiramos y empatizamos con él por ese desecho de virtudes, sino porque ha sido uno de los mejores guitarristas que ha visto ese mundo. Como The Soulbreaker Company . Tiene mérito que después de tantos años no desfallezcan y luchen por tirar adelante un proyecto común. Pero un proyecto y mensaje que nos ha calado hondo por su brutal calidad, por esa capacidad de experimentar y de huir de esa zona de confort que fue “Itaca”. Alquimistas del nuevo mundo
Texto por Albert Barrios. Fotos por Desi Estévez.
Escucha el nuevo disco de The Soulbreaker Company “Sewed With Light” (2018)
