Comenzó el pasado 7 de mayo la de gira europea de Whiskey Myers en la madrileña sala Caracol. Una bandaza a medio camino entre Blackberry Smoke y Cadillac Three. Justo antes de comenzar su concierto sonaba por los altavoces y a todo trapo “Cover Of The Rolling Stone” de Dr. Hook, hasta ahí todo perfecto.
¿Qué les ha faltó aquella noche a Whiskey Myers en Madrid. ¿Fríos como el público? Planos. Cuando fueron a por el boogie tejano, imbatibles. Cuando tiraron de los clásicos standares del rock sureño se estancaron. Que la mayoría del público se quede con lo mejor del concierto con ese último tema de los bises de la noche. Malo. Y una pena porque son un auténtico grupazo. Hace muy poco abrieron para los mismísimos Rolling Stones en Chicago.
No nos gustaron los tejanos en Madrid. Cody Cannon, muy distante durante toda la noche junto a Cody Tate, más metido en el concierto, y los suyos, estuvieron correctos, tirando al raspado en un bolo con altibajos propios de las actuaciones en este recinto. Un poco planos al principio, fueron cogiendo cuerpo, como el buen vino, hasta poner un broche de oro con ese fantástico fin de fiesta que es el Rockin‘ In the Free World del maestro Neil Young, dicho sea de paso, tema que si todo hubiera ido bien, pudo ser obviado.
Sobre el papel este primer concierto en nuestro país de Whiskey Myers en Madrid debió ser pasado de voltaje y rico en matices y detalles, ni lo uno, ni lo otro. 
Dieciséis temas de Whiskey Myers desfilaron en Madrid, en la que incluyeron «Gasoline» unas de sus nuevas canciones que compondrán su próximo disco, homónimo que verá la luz el próximo 27 de septiembre. Tres años atrás los habíamos visto en Glasgow en el St. Luke’s y nada que ver con lo sucedido en la Caracol.
La banda no entró en el concierto hasta su quinto tema «Different Mold» con Cody Tate como vocalista y liderando la formación. Abrieron fuego con «Frogman», «On the river», «Deep down in the south» y «Bar, guitar and honky tonk crowd» no consiguieron encender la mecha, ni la del público, muy abstraído. ¿Qué hacían dos individuos, ajenos a la banda encima del escenario incordiando al público? Uno filmando y sacando fotografías y el otro, un técnico de guitarras y de equipo.
Ni ese cóctel musical, añadiendo «Mud», «Home», «Broken Window serenade», «Ballad of a Southern Man», Bitch» con John Jeffers cantando, «Stone», o el clásico de Neil Young hicieron que se contaminara la sala de ese potente directo que tienen. Mezcla de proscritos del country y banda de rock sureña. De ahí su incómodo parecido entre Marshall Tucker Band y Hank Williams Jr. canalizando sus raíces profundas del alma, o cuando se conducen hacia Muscle Shoals, suelen ser imbatibles.
Los mejores momentos del show los ha respirado más gracias al Boogie que al Rock Sureño. Quizá un poco agotados por el jet lag y encogidos por los nervios dentro de su gira europea «Die Rockin’ 2019″. Un broche de oro en su final de concierto, para una cita que no merece ser perpetuada en el tiempo el paso de Whiskey Myers por Madrid.
Texto por Carlos Pérez Báez. Fotos y vídeo por Javier Naranjo.
