The Cure 16.08.2019 Glasgow – Bellahouston Park (Scotland)
The Cure un placer maravilloso en 137 Minutos que se hacen cortos
Esta fue mi decimo cuarto Live de The Cure, y siempre que suena “Pictures of You” me pongo a llorar de emoción.
Llevo 23 años con mi mujer, y ese año que nos conocimos 1996 fue la primera vez que pude ir a verlos en directo, desde entonces he ido a verlos por última vez 13 veces más, esta de Glasgow fue la penúltima.
The Cure me puede, me embriaga de nostalgia y felicidad. Cuando empieza el concierto, nada importa, todo se paraliza y todo lo demás parece intrascendente.
Ahora me acuerdo de las burlas de mis amigos, parece Elizabeth Taylor, además siempre que cojo un avión para ir a verles y ven mi camiseta alguien me pregunta si todavía sigue vivo.
The Cure son ya 40 años pero siguen defendiendo su show con una dignidad inmensa.
Robert es tan jodidamente especial, que nunca (lo siento chicos) podré tolerar una banda tributo a su recuerdo. Sus pesadillas, angustias, miedos, amores, anhelos, pensamientos, locuras en forma de canción me han acompañado toda la vida.
Yo podría describir miles de situaciones de la vida diaria con una canción de The Cure.
O sentirme como esos colores que iluminan de forma magistral su escenario, lleno de luces y sombras. Desde la tela de araña de Lullaby al corazón de Friday I´m in love.
Es su mundo, el mundo del señor Smith que yo hago mío desde la adolescencia, desde que la música cambio mi vida para siempre, me hizo sentir desgarros en el corazón, pasiones desbordadas, emociones ardientes y anhelos nostálgicos.
Sus directos son ceremonias eternas e inolvidables de consuelo vital.
Una introspección a toda mi vida que me hace afrontar con fuerza el futuro. Una inyección de amor que me da consuelo, cobija todos mis fantasmas y me hace desear vivir con intensidad.
Porque a veces amigos míos, La tristeza es Rebelión, y la nostalgia triste y melancólica es un tipo de alegría. Saudade que dirían mis maravillosos vecinos portugueses.
Es como la felicidad que sientes pasando miedo en una película de terror, yo nunca olvidare como con 10 años vi “El Resplandor” en una vieja casa de un pueblo.
Lo difícil que fue recorrer los 3 metros del sofá a la habitación pero que quedaron sellados de forma infinita en mi cerebro y lo recuerdo con placer.
Un placer infinito y muy difícil de repetir, con la magia que tienen los momentos únicos.
¿Vale la pena la vida sin esos momentos?
Para mí un concierto de The Cure constituye un regocijo que culmina todo lo vivido, todo lo sentido y todo lo contenido emocionalmente desde el anterior.
Otro capítulo más de mi vida que tendrá el merecimiento de ser recordado.
Es mi premio, es mimarme a mí mismo, es mi capricho.
Nos educan para ser perfectos yo no lo soy, pero en el ansia de intentarlo he naufragado y estrellado más veces de las que soy consciente de recordar.
Entonces ese tipo con la cara pintada por el que ineludiblemente han pasado los años, con esos torpes movimientos infantiles, con esos ojitos traviesos y ese baile en trance como un osito amoroso, que parece a la vez ahuyentar y atraer a los monstruos, rompe todas mis inseguridades y falta de autoestima.
¡Qué coño! Somos unos seres frágiles y vulnerables que navegan perdidos en un terreno pantanoso de incertidumbres, decisiones y desasosiegos que muchas veces nos sobrepasan.
Pero esto es tan vital e inevitable que hay que reírse y abrazarlo.
Al aceptar la derrota, empieza nuestra victoria interior y personal. No te sientes muchas veces mejor después de llorar, no te aguantes las lágrimas, no intentes mostrarte imperturbable de forma impostada.
Porque los chicos no lloran.
Lo mejor un Robert divirtiéndose y disfrutando con la banda, aún conserva intactas sus cuerdas vocales, su danza infantil con sus brazos extendidos, y ese universo sonoro nítido donde el bajo de Gallup imperturbable resuena, es un paisaje rotundo y espectacular.
Lo peor la ausencia de sorpresas en un setlist repetido hasta la saciedad en esta gira con minúsculas sorpresas, y sin ningún tema nuevo.
Esperando a ver si ese nuevo álbum anunciado se hace realidad, y si calma nuestros anhelos de espera o nos deja desilusionados.
Por lo pronto hemos disfrutado, la música de The Cure que 40 años después sigue teniendo ese poder.
Hemos vuelto a ver de cerca ese maquillaje imperfecto en esos ojos negros, esos labios en rojo y ese pelo marchitado por el paso de los años, pero que nos ofrece una introspección musical muy vigente.
Acudimos a una ceremonia eterna e inolvidable (Inconmensurables Mogwai como teloneros).
Delante de mí un grupo de millenials me demuestran con sus danzas que The Cure a día de hoy sigue triunfando, como si fuese una banda nueva. Con su pop de fabula dulce y alucinada, conmovedora a veces o rabiosa y enojada en otras tantas.
Fue en Glasgow una ciudad musical, en cualquier garito que entres te acompaña la buena música, fue en Escocia un lugar misterioso de un ensueño nubiloso, donde seguramente se hallen las hadas, fue un placer fantástico.
Tras 27 emociones desde una canción sencilla hasta aquellas fotografías tuyas, en una noche como esa tras un beso en nuestra última danza que se quemo con una canción de amor.
Llegamos a lo más alto por la calle de la fascinación donde nunca es suficiente y me pareces como el cielo perdiéndome en el bosque y recordando nuestra inocencia infantil de primaria y entonces me desintegre gritando como un perro a mis 40 tacos.
Una nana donde una oruga hace su camino en este viernes donde estoy enamorado y tan cerca de ti que pienso ¿Por qué no puedo ser tú? Y otra vez vuelvo a recordar que los chicos no lloramos pero yo no puedo dejar de hacerlo embriagado por la emoción desde el borde del mar verde profundo.
