Dawes. El valor de la vida.

Una madrileña sala EL SOL esperaba ayer, sábado 26 de Octubre, a la banda angelina Dawes. Desde 2012, fecha de su anterior visita en esta misma sala, han crecido tanto que el cartel de «no hay billetes» se colgó a los pocos días de salir a la venta los tickets para su bolo en la capital. Es de agradecer que una banda tan grande toque en un garito tan pequeño. Pero es que justamente esa es la magia que propone en su ciclo Momentos Alhambra.

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En el caso de la banda de Taylor Goldsmith, lo consigue de pleno. Conecta en un entorno íntimo y cercano con un público volcado con el que alcanzó una completa comunión. Al finalizar el show reconocían charlando con nosotros que era su mejor concierto de la gira hasta el momento y que sería difícilmente superable por ese estado de gracia al que fue empujado el cuarteto. Todo eso se notaba en el escenario.

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Interpretaciones impecables, degustadas segundo a segundo por cada uno de los miembros de la banda. Disfrutones, fueron «in crescendo» hasta alcanzar el cénit absoluto. Es lo más acertado con lo que se puede describir la ejecución del que ya es un himno «All your favourites bands» con el que finalizaron encadenándolo de un modo magistral con esa delicia que es «When my times comes». Un fin de show que no contó con bises porque Taylor dijo que del tirón era todo mejor. Porque lo que querían era disfrutar sobre el escenario todo el tiempo que pudieran con nosotros, sin perder un segundo en la clásica e impostada ida y vuelta a camerinos.

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El set era una una mezcla de «old shit and new shit» como dijo Taylor. Es decir, traducido al cristiano, un grandes éxitos en toda regla. Todas sus lonchas publicadas tuvieron representación en uno u otro sentido. Además de las dos mencionadas anteriormente nos quedamos con las descargas «Things happens», «Love is all I am», «Most people», «Right on time» y la delicatessen «Crack the case», que Taylor asoció a un momento compositivo centrado en olvidar las diferencias y favorecer el respeto para conseguir un mundo mejor, un mundo en el que cabemos todos y en el que idílicamente los puntos de encuentro cuentan siempre más que las divergencias.

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Son una bandaza, no cabe duda, pero seamos sinceros. Además de ser un buen músico, para alcanzar la excelencia de los Dawes, hace falta algo más. Un toque de magia, una pócima secreta. En este caso eso es claramente Taylor Goldsmith. Él es el ingrediente secreto. Su estado de gracia a la hora de componer letras y melodías es pura maestría.

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Todo lo que toca Taylor lo convierte en oro como Rey Midas. Es el caso de proyectos paralelos que le deben su gloria, en gran medida, a Goldsmith. Primero Middle Brother, la super banda Americana la confirma con otros dos druidas: John McCauley (Deer Tick) y Matthew Vasquez (Delta Spirit) y merecería un tratado completo al respecto. Por desgracia, ayer Dawes no hicieron ninguna cover de Middle Brother, a diferencia de algunos shows americanos donde sí ha caído.

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El segundo es ese album Lost on the River: The New Basement Tapes. Probablemente el mejor ejercicio que se ha hecho en los último años para el gozo de los fanáticos de la música americana y de raíces. Producido por T Bone Burnett, incluye a un colectivo de músicos bajo el nombre de The New Basement Tapes: Elvis Costello, Rhiannon Giddens, Taylor Goldsmith, Jim James y Marcus Mumford, publicado en noviembre de 2015.​ El álbum se compone de una serie de canciones sobre la base de manuscritos de Bob Dylan descubiertos antes de su grabación, escritas entre el periodo comprendido entre su accidente de motocicleta y las primeras grabaciones en Red Room, el hogar de Dylan, en la primavera de 1967, donde tuvieron lugar el origen de The Basement Tapes que Dylan grabó con The Band. Junto con Jim James (My Morning Jacket) y Marcus (Mumford and Sons), Taylor es la columna vertebral de las composiciones melódicas que ponen música a las letras «perdidas» de Dylan. Nombradme algún otro músico que podría ser capaz de hacerlo con tanto rédito como Goldsmith. No lo hay.

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Con todo lo anterior queda claro de lo que estamos hablando y la pasada noche en EL SOL era todo eso y más porque Taylor estaba enchufado al 100% y sus chicos respondieron al mismo nivel. Las interpretaciones desprendían gozo y rabia. los guitarrazos eran inapelables. Auténticos trallazos que te hacían olvidar que estabas en un concierto. La sensación era la de estar inmerso dentro de una experiencia, dentro de lo que fuera que estuviera pasando allí. Una sensación de colocón indescriptible. No era algo que estuvieras viendo. Era algo que estabas viviendo.

Fue la receta para sacar al respetable de cualquiera de las mierdas que todos vivimos en algún momento. Ayer sólo importaba estar vivos para sentir lo que pasaba allí. Estar vivos para viajar por el paisaje sonoro de Dawes. Estar vivos para que esta banda nos volviera a salvar la existencia. Para enseñarnos que buenos tiempos, entre tanta bazofia que nos rodea, están por venir. Para envolvernos en optimismo.

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Cualquier banda que consiga eso está a la altura de los grandes. No es simplemente un grupo musical. Para los que conectamos es hasta un modo de vida. Y sobre eso poco más hay que decir. Larga vida a Dawes, que como prometió Taylor no dejaran pasar tanto tiempo como esta vez y nos volveran a visitar pronto. Hasta entonces, seguid VIVOS, con todo lo que ello significa. Salud!

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Texto: Carlos Pérez Báez y Javier Naranjo

Fotos y vídeo: Javier Naranjo

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