Weyes Blood presentaron en concierto su nuevo trabajo en la Sala 0 de Madrid dentro del ciclo Son Estrella Galicia. Sus primeros dos álbumes eran un ejercicio de freak-folk, con reminiscencias de artistas como Fairport Convention, Karen Carpenter o, incluso, Velvet Underground. Natalie Mering comenzó a encontrar su voz propia con su álbum de 2016, Front Row Seat to Earth. Pero Titanic Rising, su nuevo disco, ha sido sin duda un paso más allá. Siguiendo con su voz como piedra angular de banda y canciones, los ambientes cinematográficos de temas como Movies y Andromeda han llevado a Weyes Blood a otro nivel. Aquellos que caímos profundamente enamorados con la exuberante producción del álbum teníamos nuestras dudas de cómo iban a sonar esas canciones tan llenas de arreglos encima del escenario. No había nada que temer, ya que Weyes Blood, -la banda-, sacó adelante estas canciones en vivo con habilidad.
En el transcurso de hora y cuarto, la banda presentó 13 canciones. Con un set compuesto de casi la totalidad de temas de su triunfal último álbum, la apuesta era ganadora. También recuperó varios temas de Front Row Seat To Earth (Diary, Do You Need My Love, Seven Words y Used to Be). Las composiciones más antiguas sonaron más desarrolladas y valientes, demostrando la evolución y madurez de una artista que está en su mejor momento creativo. La sorpresa llegó con una deliciosa versión de A Whiter Shade of Pale de Procol Harum. Ciertamente no fue la elección más arriesgada, pero está claro que el sonido de la banda británica encaja a la perfección con los preceptos artísticos de este proyecto y suena como una canción más de su repertorio.
“No one’s ever gonna give you a trophy/For all the pain and things you’ve been through/No one knows but you.” (Mirror Forever)
Delante del escenario y junto a Mering estaba la bajista y vocalista Eliana Athayde. No solo tocó espectaculares bajos eléctricos y sintetizadores, sino que su voz también estaba allí para cubrir la de Natalie, como en el disco. Con su voz más etérea y frágil, constituyó el contrapunto perfecto a la potencia de la Mering. También destacar el trabajo elegante de Stephen Heath, guitarrista siempre en segundo plano pero que supo llenar de matices todas las interpretaciones. La banda la completaban Kevin Yokota a la batería y Walt McClements a los teclados.
Natalie, vestida con su típico nudie suit blanco bordado en la espalda, inició el set con el primer tema de Titanic Rising, A Lot’s Gonna Change. Su delicada introducción de sintetizador dio paso a una sutil línea de piano y, finalmente, la entrada de la banda completa. Abría así un set que evocó los buenos tiempos del pop barroco. Su música podría haberse editado en los setenta, y seguramente con mucho mayor éxito. Aunque no se queda ahí; todo está teñido de modernidad, sobre todo a la hora de encarar unas letras que hablan de los problemas del siglo XXI. Una banda muy preparada para llevar la producción espacial de su último disco al directo y servir de guía a la voz de Mering. Para el público, bastante joven, debe ser toda una novedad escuchar estas sonoridades tan orgánicas, alejadas del gusto medio del indie actual.
«The other night, I was at a party/And someone sincerely looked at me/And said, Is this the end of all monogamy?» (Everyday)
El momento más coreado de la noche llegó pronto. Everyday es un favorito del público: es difícil no apreciar esta meditación alegre sobre el amor moderno, guiada por un piano que nos evoca a la inolvidable Laura Nyro, una referencia clave para entender el nuevo trabajo de la cantante californiana. Cogió la guitarra acústica por primera vez para interpretar una versión acústica de Picture Me Better, una oda a un amigo que decidió quitarse la vida el año pasado y que se convirtió en uno de los temas más emocionantes de la noche. A medida que pasa el tiempo, Natalie se ha vuelto más audaz como intérprete, y sabe cómo hacer un viaje emocional dentro de sus canciones. Otro de los momentos más destacados fue el cierre con Movies. La canción ya es lo suficientemente hipnótica en su versión grabada, con sus sintetizadores arpegiados y esas melodías que recuerdan un canto gregoriano llevado al arte pop. La puesta en escena de Mering fue aún más poderosa en directo, controlada y llena de emoción. Un cierre de set perfecto.
Para los bises Do You Need My Love, en una versión menos experimental y más Laurel Canyon, la mencionada cover de los Procul Harum y, para cerrar, la recuperación de In The Beginning de su EP de 2015, Cardamom Times. (In the beginning/I was all dreams/Times have changed/I’m no longer the same) Interpretada en solitario, Natalie Mering acababa la velada con la canción más antigua de la noche. Esta frágil canción, con su silenciosa belleza, es un buen recordatorio de que Weyes Blood, su proyecto, ha crecido de manera exponencial en los últimos tres años. El siguiente paso se antoja decisivo para establecer el estatus de la banda.
Abrió la velada Ana Roxanne. Una jovencísima californiana que ya ha sido reseñada por los gurús de Pitchfork. Pop experimental, su guitarra y muchos ruiditos, nos dijo alguien que había visto la prueba de sonido. Y no, la chica salió con un bajo que apenas acarició en algún instante y con sonidos pregrabados sin más. Una suerte de karaoke freak donde se deslizó, por ejemplo, una irreconocible cover de Ohh Baby Baby, de Smokey Robinson and the Miracles. También reinterpretó a Chaka Khan (vía Whitney Houston) con I’m Every Sparkly Woman, pero su actuación no dejó de ser banal y anecdótica.
SET LIST:
A Lot’s Gonna Change
Used to Be
Everyday
Seven Words
Something to Believe
Mirror Forever
Diary
Picture Me Better
Wild Time
Andromeda
Movies
Bises:
Do You Need My Love
A Whiter Shade of Pale (Procol Harum cover)
In the Beginning