Clutch, una apisonadora sobre las tablas

Nada mejor que aproximarse al final del año a través de las potentes ráfagas de los riffs que la terna de Clutch, Graveyard y Kamchatka ofrecieron el pasado 13 de diciembre en la sala But de Madrid.

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La velada arrancó con Kamchatka, un power trío sueco que lleva a sus espaldas nada menos que siete discos desde que comenzó sus andaduras allá por el año 2005. Potentes guitarras y riffs contundentes que se nutren de blues rock y de stoner caracterizan su poderosa puesta en escena. La coherencia del cartel de la noche provocó que muchos curiosos se acercasen a disfrutar de los veinte minutos en que Thomas Andersson, Tobias Strandvik y Per Wiberg hicieron una pequeña muestra de potencial.

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Les siguieron sus compatriotas Graveyard, para muchos, el otro gran atractivo de la noche, que con la zeppeliniana “Walk On” iniciaron su turno sobre las tablas. La banda formada por Joakim Nilsson, Jonatan Ramm, Truls Mörk y Oskar Bergenheim supuso un discreto giro musical que, sin abandonar ese excelso sonido de guitarra distorsionada, regalaron al público algún que otro medio tiempo, como la cálida “Uncomfortably Numb”.

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Graveyard irradia sobre el escenario un renovado espíritu de los setenta, creando atmósferas casi psicodélicas con guitarras que conforman un perfecto entramado melódico casi opaco. Sorprendentemente, el que es su mayor éxito hasta la fecha, “Hissingen Blues”, no pareció alcanzar las expectativas para un directo. Tal vez por la voz de Nilson, que no consiguió alcanzar esos tonos tan altos que en el disco te atrapan, o alguno de los solos con los que Larocca-Ramm decidió en ese momento no deleitarnos. Sin embargo, con “The Siren”, que supuso el cierre del concierto, la voz de Nilsson, rasgada no, casi destrozada, nos dejó a todos casi sin respiración.

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Como colofón de la noche y con la potentísima “Inmortal” saltaron los esperadísimos Clutch sobre las tablas. Los estadounidenses hicieron una aparición apoteósica, con su vocalista Neil Fallon mostrándose como el absoluto frontman del momento. Comunicándose fluidamente con el público al que tuvo hechizado durante todo el concierto, tanto por su gravísima y depuradísima técnica vocal como por su expresividad sobre el escenario que impedía que todas las miradas se desviasen a ninguna otra cosa que no fuera a éste gran maestro de ceremonias.

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El irrepetible setlist de la noche atravesó varios de sus doce discos en los que todos los asistentes, envueltos en ese ritmo frenético, no pudieron dejar de saltar. “Burning Beard”, “Earth Rocker”, “Sucker From The Witch”, “The Elephant Rides”, “The incomparable Mr. Flannery”, “Willie Nelson”, “H. B. Is In Control”, “50.000 Unstoppable Watts”, “Book Of Bad Decisions” (que da nombre a su último disco de studio, editado en 2018), “Vision Quest”, “Lorelei”, “The Mob Goes Wild”, “Subtle Hustle” y “D. C. Soundattack”… No provocaron que no hubiese tregua en esa hora y media de blues y stoner rock dejándonos a todos exhaustos, volando por los aires y saltando sin parar.
Los de Maryland se distinguen por no tocar los mismos temas dos noches seguidas, con salvedad, claro está, de sus inevitables éxitos como “Electric Worry” y como broche final, un homenaje a Creedence Clearwater Revival, con una vigorosa versión de Fortunate Son.

Texto y fotos por Isabela Roldán.

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