Adiós Peter Green, Green is God

Nos ha dejado Peter Green, figura indispensable para entender la evolución de la música popular a partir de mediados de los 60’s: no solo lideró a los imbatibles Fleetwood Mac, sino que su legendario y personal toque de guitarra empujó a muchos de los que después fueron nuestros héroes a comenzar una banda en el garaje de su casa…

En la década de los 60 entre las muchas estrellas de la escena del blues británico hubo un chico que superó y adelantó a todos: Peter Green, quien tristemente nos ha dejado a los 73 años de edad. Este auténtico monstruo de la guitarra inspiró a innumerables niños a salir corriendo a la primera tienda de discos para comprarse una guitarra eléctrica y un amplificador para aprender ese riff. Claro, “Oh Well” con esa Les Paul de 59′ con la pastilla delantera fuera de fase, con su toque y ataque especial, es todo un recordatorio para todos los guitarristas de que realmente se obtiene el tono desde los dedos. 

Peter Green fue, posiblemente el guitarrista más infravalorado dentro del llamado boom del blues británico de mediados de la década de los 60, arrinconado por los medios musicales constantemente a una posición muy debajo del trío sagrado compuesto por Eric Clapton, Jeff Beck, Jimmy Page, y también Mick Taylor, mucho después de que Alexis Korner, Cyril Davis, y John Mayall desataran la fiebre del blues en la Inglaterra de los años 60.

Peter Green siempre mereció algo mejor. Escribió algunas de las canciones más memorables basadas en el blues de los años 60, creó algunas de las melodías de guitarra más imaginativas del género y fundó una banda como Fleetwwod Mac. Nacido en el East End de Londres en el seno de una familia judía pobre, a los once años, Green  comenzó a tocar la guitarra en la era del skiffle de mediados de los años 50. Su hermano Len le consiguió una guitarra española barata y le mostró al joven Peter algunos acordes. En poco tiempo, fue la guitarra de Peter. Ahí comenzaría a hacer historia el joven Green.

Antes de que comenzase lo grande, Peter Green destacó en sus inicios como guitarrista principal de la banda instrmental de Peter Bardens, Peter B’s Looners, donde ya coincidió con el batería Mick Fleetwood, casi siempre eran los teloneros de Georgie Fame And The Blue Flames. Una especie de Booker T, Mose Allison a la inglesa. Al poco tiempo conocerían a Rod Stewart y la intérprete Beryl Marsden y pasarían a llamarse Shotgun Express, también con Mick Fleetwood y Rod Stewart.

Shotgun Express, desgraciadamente tuvo un cortísimo recorrido, desde mayo de 1966 a comienzos de 1967 tocando clásico del soul, especialmente del Tamla Motown. «I Could Feel The Whole World Turn Round» fue su primer single y gran éxito.

Esta es la historia de cómo comenzó todo para Peter Green, sus primeras grabaciones y la creación de Fleetwood Mac. La entrada de Peter Green a John Mayall´s Bluesbrakers, como sucesor de Eric Clapton, una de las figuras más relevantes del momento, a mediados de los 60, sin embargo el sonido de Peter Green llevó el blues a una nueva dimensión, marcando el comienzo de una era muy especial en el ámbito de la innovación y la experimentación de nuevas texturas. Los explosivos “jams” de Green y Danny Kirwan posteriormente con Fleetwood Mac, fueron legendarios.

Green entró a formar parte de la banda de John Mayall en 1966, cuando Clapton formó Cream con Jack Bruce y Ginger Baker. Grafitis en las calles de Londres decían aquello de “Clapton is God”, pero la discusión estaba servida porque había llegado Peter Green para quedarse ya que la juventud británica casi no tenía acceso al blues proveniente del sur de Estados Unidos debido a la censura que ejercía la BBC de Londres.

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Los británicos, atónitos cuando comenzaron a escuchar los sonidos fantasmales de Peter Green a la guitarra, manifestando un estilo único y una visión totalmente distinta de proyectar el blues, y el mejor testimonio de esto es el emblemático álbum “A Hard Road” donde Green plasmó su huella, con la clásica pieza instrumental “The Super-Natural” y la obra maestra «The Same Way» de los Bluesbreakers.

En Mayo de 1967, Peter Green dejó a los Bluesbrakers con la idea de mudarse a Chicago para iniciar una banda de blues en territorio norteamericano, pero pronto cambió de idea y junto con los ex bluesbrakers, John McVie y Mick Fleetwood, decidió formar Fleetwood Mac, agregando a Jeremy Spencer en el slide guitar, quien también colaboraba en las voces y en la composición de las canciones.

Este singular cuarteto, estremeció a la escena del blues londinense con su propio brebaje de British Blues condimentado con influencias de B.B. King y Elmore James. La banda hizo su histórico debut en el prestigiado Windsor Jazz & Blues Festival de 1967, (con Bob Brunning en el bajo).En 1968 lanzaron dos albumes impresionantes: “Peter Green´s Fleetwood Mac” y “Mr. Wonderful”. Este material, junto con una serie de sencillos, le dieron forma a una antología titulada “The Pious Bird of Good Omen”, misma que fue lanzada en 1969, y para entonces, Danny Kirwan fue reclutado como tercera guitarra, llevando al grupo a incursionar en composiciones de tinte más místico con unos toques muy interesantes de jazz-rock.

En un plazo increíblemente corto, dos años, Fleetwood Mac bajo el firme liderazgo de Green, produjo uno de los legados más perdurables e influyentes de toda la historia del rock, con las composiciones del guitarrista alejándose más y más del blues tipo Chicago de sus comienzos y adentrándose tanto lírica en terrenos más insólitos y progresivos.

Con sus tres guitarristas en la formación, Peter Green, Jeremy Spencer y Danny Kirwan co mpusieron una serie de clásicos inolvidables como «Black Magic Woman», que se convertiría en un hit en la versión de Santana, «The Green Manalishi», «Man Of The World», «Oh Well», «Rattlesnake Shake», o el instrumental «Albatross», que refleja elocuentamente la majestuosidad del vuelo de esas aves.

La historia posterior de Green, definido por el propio B.B. King como «el único que me hace sudar», es tan legendaria como su legado musical, aunque también muy triste. Con su estado psíquico en creciente deterioro a causa del LSD, abandona el grupo que él mismo había formado y decide donar todo su dinero para obras de caridad. Poco después, y tras un álbum solista de significativo título «The End of the Game» en 1970 (El final del juego), abandona también la música, para luego volver en los ochenta con la maravilla «Little Dreamer».

Siguen una serie de episodios en los que cuesta separar la ficción de la realidad, pero entre los más notorios se encuentran un período en un kibbutz en Israel, trabajos ocasionales como enfermero y enterrador, un colapso en 1974 a lo que siguió cuando se le internó en un hospital psiquiátrico donde le fue administrado un tratamiento que incluía electroshocks y abundante medicación, un arresto en 1977 por portar un arma sin licencia, amenazas de muerte a su ex-manager cuando éste trataba de entregarle un cheque con regalías, un tibio intento de regreso a fines de los 70 y comienzos de los 80, y su transcurso por esa década alternando períodos viviendo en un estado de semi-indigencia en un hogar de caridad Cristiano.

Sin embargo, hace unos años, lo que parecía increíble ocurrió: luego de más de 20 años como paciente regular de hospitales psiquiátricos y alejado de la música, Green dejó de tomar los antidepresivos prescritos y comenzó a recobrar la conciencia (en todo sentido), produciendo uno de los regresos más milagrosos (y esperados) de la historia del rock.

De la mano de su vieja amiga (y actual manager) Michelle Reynolds, y su hermano Nigel Watson, Peter comenzó a recuperar el gusto por la música. El resultado de esta alianza pronto se transformó en Peter Green Splinter Group, que comprende además a otros tres veteranos de la escena Británica: el batería Cozy Powell (Jeff Beck, Whitesnake, Black Sabbath, entre otros), el bajista Neil Murray (Whitesnake, Gary Moore) y el teclista Spike Edney (Bob Geldof, Queen) editaron varios discos y ofrecieron varias giras.

Se ha marchado un maestro siempre de loa nota bien puesta, de la intensidad. Peter Green un «pathos» dramático que pocos son capaces de alcanzar como siempre lo era el tono de su guitarra que sonaba natural, y penetrante que no necesita de la distorsión para alcanzar ese sentimiento que su público anhelaba. Es increíble como las sacudidas en los discos de Slim Harpo y de otros tantos desde el sur de Louisina, llegó a los discos británicos de rock and roll que cambiaron el mundo. Descansa en paz man of the world. 

Texto por Albert Barrios y Carlos Pérez Báez.

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