Maika Makovski, contra viento y marea, nos regaló una noche para el recuerdo: en medio de una intensa lluvia, la organización nos informó desde el escenario de la cancelación del concierto, y cuando Maika cogió el micro para disculparse, como por arte de magia, cesó la tormenta. Con casi una hora de retraso, se inició un recital en que la artista desplegó su extrema polivalencia, empatía y un desbordante amor por la música, y es que el salto cualitativo desde la última vez que la vi en directo es de chapeau : como ha crecido como intérprete y creadora.. Lo que prometía ser una gran noche de RnR se tornó en algo más especial, tan intangible como singular y fascinante…
Arrancó con la guitarra tan afilada como electrificada con “Places where we used to seat” y el emocionante “Canada” que abría su ultimo y estupendo álbum “Chinook Wind” (Maika no ha cantado nunca como hasta ahora, la madurez con que declama lo llena todo). También presentó nuevas canciones como “Center of the univers” (puro Riot Grrrl de la década de los 90’s) de un disco ya grabado ,pero como tantos otros, en stand by por culpa de la omnipresente pandemia.
Destiló clase con una de sus versiones favoritas, la siempre reivindicable “China Girl” vía Iggy Pop y “Man of Talent” sonó sobria, con regusto a clásico. En 2019 grabó dos discos en Tucson, Arizona , uno con banda, de corte rockero, y otro sola, más introspectivo y trascendental : nos descubrió alguna canción, y después de catarlas, esperemos que les de salida de una forma u otra, porque tienen pinta de ser especiales e importantes en la carrera de la singer-songwriter.
Maridó a Kate Bush con PJ Harvey en «When the Dust Clears», ecos de Lou Reed en “Love You Till I Die” y para acabar un “Tonight” teatral to the max. En los bises, “Downtown”, un ejercicio de acercamiento a Bowie con mensaje de concienciación sobre el cambio climático. Maika Makovski no solo se enfrentó a los elementos, sino que sacó sobresaliente al tirar adelante un recital donde dominó guitarra, voz, percusión(con los pies) y una voz en estado de gracia. Siempre me acerco a los conciertos en solitario con reservas, porque al final siempre acabo echando de menos a la banda, pero no fue este el caso. ¿Acaso existe mejor elogio?
P. D.: Cuando sonaron las últimas notas de la noche, volvió a llover…
Fotos por Albert Barrios.