William Tyler publica este mes de septiembre nuevo disco, «New Vanitas». Se trata de 7 nuevos temas atmosféricos que compuso mientras estaba trabajando con Kelly Reichardt en la banda sonora de su película «First Cow».
Banda sonora publicada el pasado mes de marzo, en el que el directo le desafió a confrontar algunas de sus propias tendencias melódicas y compositivas hacia el sentimentalismo, transportadas a través de su guitarra y el dulcémele. La película ambientada en el noroeste del Pacífico a principios del siglo XIX, está protagonizada por John Magaro, Orion Lee y Toby Jones.
Como en su anterior disco “Goes West” publicado el año pasado y grabado con Scott Hirsch, miembro de Hiss Golden Messenger el sonido del mismo se disuelve en otro sonido, como en una imagen en otra imagen.
La idea de “vanitas” en el arte medieval se refiere a la yuxtaposición de símbolos macabros de la muerte con efímeros materiales para ilustrar la impermanencia de las cosas terrenales. Aquello le llamó la atención a William Tyler, que no fue la representación de la muerte de una manera macabra, sino más bien esa misma sensación de efímera e impermanencia. Según Tyler, aquello nos obligan a dar testimonio de los contrastes de la vida, la muerte y la impermanencia, y si algo nos ha enseñado el 2020 es este concepto de “dar testimonio” tanto a nivel personal como político.
Año de una serie continua de altibajos en la salud mental, nadie que esté al menos consciente es inmune a este tiempo de cambio. Debemos dar testimonio de esto. Parte de ese testimonio para el guitarrista a nivel personal ha sido tratar de alejarme de su familia. Durante el confinamiento escuchó una gran cantidad de casetes antiguos, discos ligeramente deformados, grabaciones de la naturaleza, himnos protestantes del sur de la infancia, música casera, sonidos que habitan una especie de «pequeñez» e intimidad. Sonidos que, de hecho, decaen: la hermosa realidad analógica saturada que está viva a nuestro alrededor. Pasó muchas tardes escuchando la radio mientras la estática comienza a dar paso a un remolino de estaciones de radio cercanas y lejanas, mientras el sol se retiraba, los grillos y las cigarras grillaban.
William Tyler es uno de los guitarristas más respetados momento, ambientes melódicos, afilados y oníricos capaz de estrujar las posibilidades de un fraseo, a veces rayando el trance, hasta convencer al oyente de que ese es el único sonido que existe.
No hay trucos baratos para sacar una reacción, Tyler se toma su tiempo y, como oyente, también vale la pena tomarse su tiempo. Todas las canciones están diseñadas para que te bañen como olas y te hablen sutilmente, con un susurro en lugar de un grito.