Phil Spector ha abandonado para siempre el edificio. Lo ha hecho entre rejas donde cumplía condena por el asesinato de Lana Clarkson, la gota que colmó el vaso de una existencia marcada por las drogas, los excesos y el continuo coqueteo con las armas de fuego. Pero fue un productor enorme, un verdadero amo y señor de la mesa de mezclas y el artífice de discos tan maravillosos como “All Thing Must Pass” de George Harrison o el “River Deep – Mountain High” de Ike & Tina Turner.
En las próximas horas ambas facetas de su vida, la salvaje y la artística, se mezclarán en una enrevesada espiral parecida a la de su existencia y él pondrá entre críticas y elogios aquel portentoso “Muro de sonido” que caracterizó sus producciones mientras huye al más allá.
