The Flying Caravan Band, progresos contra la pandemia

        La pandemia ha castigado y castiga a la música con especial crueldad. Las heridas abiertas se suceden en todos los ángulos de la expresión cultural, a la intemperie y olvidada por los poderes públicos que tanto corren para proteger lo único que consideran esencial. Los conciertos y salas de ídem, las tiendas de discos, los festivales o los profesionales y técnicos de toda condición, en pura lucha por la supervivencia, son víctimas de un momento demasiado largo. Miles de personas han apostado su existencia al sueño musical y son carne de cañón en la trinchera que padece hoy la némesis de la incertidumbre más lacerante. Pero donde está el riesgo también anida la oportunidad. Lo demuestra Flying Caravan, una banda de rock progresivo de Alicante que ha aprovechado el tiempo de parálisis de la actividad habitual para el lanzamiento de su primer disco doble, I Just Wanna Break Even, un bombón que aparece nada más comenzar este 2021. Puede que no sean meras coincidencias la cercanía de este parto discográfico y la lenta extensión de la vacuna con el arranque del año: la curación las cría y ellas se juntan. El álbum ha atravesado una muy larga gestación, pero se constata al escucharlo que el tiempo ha estado de su parte, como dirían los Rolling.

   Este álbum deriva de unas grabaciones realizadas en 2017, casi nada, y ahora afloran. El viaje en esta caravana volante suma una hora y treinta y ocho minutos, un tiempo propio de la apuesta de rock progresivo que abrazan estos músicos mediterráneos. El barniz dominante del disco es la suma de referencias, a veces sutiles y otras abiertamente deudoras, de los suecos The Flower Kings, Karmakanic (también de esas tierras nórdicas) o los británicos Be Bop Deluxe, entre otras luminarias del rock progresivo y sinfónico. El alicantino Antonio Valiente a la guitarra (amamantado a los pechos de Mark Knopfler), Juanjo Sánchez (teclados), Izaga Plata (voz), Pedro Pablo Molina (bajo) y Lluis Mas (batería) han puesto todo su empeño en alumbrar esta obra. También han arrimado el hombro Manolo Salido (saxo), Juan Carlos Aracil (flauta) y Jorge Aniorte (voces). La calidad se extiende a toda la producción, responsabilidad de Paella Records, apuntalada por los bluesmen Jeff Espinoza y Francisco Simón, de quienes Dirty Rock ya ha informado en reportajes sobre Red House. El sonido resultante es absolutamente exquisito, con un cuidado en los detalles que pocas veces se ve en nuestro país. Y, last but not least, una cuidadísima imagen que abarca desde la portada hasta la web de la banda o su presencia en redes sociales.

   La duración de las piezas es uno de los mensajes que aclara cuáles son las corrientes del rock por las que transita el disco. Get Real es la primera que enseñan, con más de siete minutos para explayarse, entre teclas envolventes, con un paso del ecuador para mostrar nuevos paisajes y un hipnótico desenlace. Flying Caravan, igual que el nombre del propio grupo, es la segunda, más acústica, y de aires setenteros, con fuerza y vigor. Los pasos siguientes se llaman Upstream to Manonash, también por encima de los siete minutos, y Love´s Labour Mislaid. El primer disco se cierra con The Bumpy Road to Knowledge, envuelta en aromas de Pink Floyd y más de un cuarto de hora de duración.

   Existe en el segundo CD otra versión alternativa de esta canción que también rebasa los 16 minutos, ahora más tormentosa y marina, a veces casi una piedra en el zapato, de forma que esas dos rutas hacia el conocimiento absorben casi un tercio de la entrega. A Fairy Tale For Grown-Ups, cálida y envolvente, abre la segunda media naranja mediterránea y se divide en siete gajos muy sabrosos: Northern Lights (un probable guiño al sexto disco de The Band), Change Of Revue, S.A.D. (Solitude Affective Disorder), The World Had Turn Over (And I Couldn´t Hold On), Moonlight Labyrinth, Second Thoughts y The Sum Of Your Fears. Flying Caravan son la prueba de que el confinamiento también ha estimulado la culminación de obras valiosas en nuestro país, discos que a veces son pura terapia ocupacional, y en otras ocasiones, una muestra del talento musical agazapado en los hogares y talleres de los músicos. Este disco pertenece a la segunda categoría. El tono de los años setenta, con poderío de guitarras y teclas capaces de abarcar la potente base rítmica o la formidable voz, es descarado y se nota desde el propio título: I Just Wanna Break Even, que podría traducirse como “me conformo con no perder”, la frase eterna de Richard Manuel en The Last Waltz, una sentencia perfecta para estos locos por la música que afrontan con valentía y calidad estos tiempos pandémicos.

   Flying Caravan pueden conformarse, porque no han perdido nada en esta apuesta y sí han ganado un espacio de honor entre los grandes discos de rock progresivo editados en nuestro país. La web https://theflyingcaravanband.com/ 

https://theflyingcaravan.bandcamp.com/album/i-just-wanna-break-even

https://open.spotify.com/album/3ZtFpvvChNc1l8iiNP7yBj?si=5YuPFN7JR5yJsjnRUVNZaA

Texto de Miguel López

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