Discazo de Mac Leaphart con «Music City Joke». El nuevo lanzamiento de diez pistas del cantautor de Nashville es la combinación perfecta de espíritu, angustia e ironía con un poco de nostalgia, producido por Brad Jones, (Hayes Carll), y que incluye a notables invitados como Fats Kaplin, Will Kimbrough y Matt Menefee.
Leaphart lanzó su primer álbum, «Line, Rope, Etc» en 2009, antes de dejar Carolina del Sur, donde había estado com paginando sus labores de camaero como músico. Años más tarde, se dirigió a Nashville, y lanzó su segundo álbum, «Low In The Saddle, Long In The Tooth» y en 2018 trabajó junto con Sadler Vaden lanzando un ep de cinco canciones.
«Music City Joke» presenta 11 instantáneas en forma de canciones que definen los aspectos menos glamorosos de la supervivencia en la ciudad d Nashville, al tiempo que se inclina ante los numerosos músicos que trabajan para ganarse la vida en un mercado abarrotado. También es una colección sorprendente de canciones sencillas, muy en el presente, de un artista con ojo de águila para los detalles menores. El tono y el fraseo de Guy Clark se encuentra con Ryan Bingham es algo difícil de pasar por alto con Leaphart, y la crítica fácil en general es que esto puede parecer demasiado en la nariz, más nasal en su estilo y presentación que más se debe a los años 70, boom de cantautores en Nashville.
Este «Music City Joke» encaja perfectamente en el ámbito de algunos grandes compositores, me vienen a la mente John Prine, Guy Clark y Kris Kristofferson. Melodías que se inspiran en lo mejor de la tradición del folk country irrreverente, el disco es absolutamente es adictivo y llena toda esa conocida táctica de la música country, desde Jesús al amor perdido, de la balada al pop, del desprecio a la salvación, pero si te das cuenta, es todo lo contrario. Su pulimento está en sus defectos. El álbum es maravilloso de pe a pa.
El título del disco ya arroja algo de luz sobre algunos de los temas más oscuros de la vida. La muerte, el adulterio o la angustia son temas aquí tratados dolorosamente de forma hermosa. 11 canciones,11 exámenes irónicos de la condición humana encontrando siempre esa inspiración en sus propios héroes musicales, como Chuck Berry, Jerry Jeff Walker y Billy Joe Shaver. Todos estamos tratando de salvarnos después de una fiesta demasiado intensa la noche anterior. Como el niño bastardo de El Paso. La metáfora sobre un pájaro atrapado accidentalmente en una casa, el pájaro no puede encontrar la puerta abierta ya que continúa volando hacia las ventanas cerradas, la rutina diaria de ganarse la vida, la búsqueda incesante del placer conduce irónicamente al dolor, el abuso de sí mismo, su reflexión sobre cómo el nuevo amante de su ex no puede ver en ella “lo mismo” que él alguna vez vio.
El disco se propaga a ambos lados de la línea entre Outlaw Country y Southern Rock mientras rinde homenaje a la esperanza de una vida mejor, disfrutando el momento y persiguiendo un sueño. El último de los cuales es una mirada semi-biográfica e irónica al negocio de la música. Burlándose de la creencia común de que escribir canciones es fácil, o tal vez su propia ingenuidad, canta sobre sus primeros intentos de escribir éxitos, donde cada canción que hizo, dirán, «hijo, será mejor que vuelvas a intentarlo». Vuelvo a repetir, discazo.