«Hilo Negro». Derby Motoreta’s Burrito Kachimba

Hilo Negro. Derby Motoreta’s Burrito Kachimba disco
Hilo Negro. Derby Motoreta’s Burrito Kachimba disco

Con una cinta de hilo negro amarra su pelo la gitana. Con cordel de colores juntan los sevillanos de la motoreta los pentagramas y las visiones de un mundo a pie de calle y rozando el cielo. Les dio por llamarlo kinkidelia, una etiqueta divertida de la que nadie se acordará cuando aquí no quede nadie. Pero de su música sí.

Quien se haya adentrado por los pasadizos en que deshacen acordes y versos contra paredes de luz no podrá olvidarlo. Se fundirá la última neurona y su eco seguirá resonando, se hará leve el zumbido de los teclados y las guitarras, la voz del Dandy arrastrará soles hacia la última oscuridad, la frecuencia del bajo se adueñará del movimiento de los párpados.

Estallido de sueños perseguidos, lisergia de lo cotidiano, poesía que corre como el agua por las baldosas. “Gitana” es una cumbre del rock que nace del barro del Guadalquivir, rumor silencioso en el que el cantante es un medium, y una voz que no es suya sino del misterio nos recuerda que todo está baldío: viene desde el otro lado del espejo, expresando la misma convicción con que hace muchos años Jesús de la Rosa cantaba que todo era de color.

Los Derby Motoreta no son Triana, pero hacen bueno lo que ellos nos dijeron, que el ayer no es el hoy ni el mañana / que es tiempo pasado. Triana fueron hijos de su tiempo, que era el del agobio y el dolor, y DMBK lo son de los tiempos de confusión que ciegan nuestros pasos. Y del mismo modo en que aquellos lo hicieron entonces, mientras García Pelayo, silencioso demiurgo, jugaba al ajedrez, los brujos kinkidélicos también llenan de luminosas mañanas su tiempo, el nuestro.

Hacen comparecer sueños de fuego y pintan en el aire caminos en los que encuentras la luna de los sultanes y las espirales de Clapton, Bruce y Baker. Golpean tu cerebro con despertares y arrasan tus silencios con sonidos de danzas antiquísimas, tus soledades con silencios de cadencias frágiles y explosiones de fulgor secreto. Échate un ratito aquí con ellos… disfruta del vértigo dulce de “El valle”, de la melodía que corta la navaja de un riff plateado en “Caño Cojo”, de la siembra de sonidos que amamanta el bajo en “Porselana Teeth”, de las sombras que se enredan en los brillos de cada canción, embriágate con ellas y despierta al otro lado del túnel, con el hilo negro en tus bolsillos agujereados de luz.

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