El comienzo del Cruïlla no podía ser más incierto. Con el comienzo del repunte de la pandemia, las nuevas medidas restrictivas para los espectáculos y las imágenes aún en la retina del público en modo «aquí ya no pasa nada» de los dos festivales que se habían celebrado apenas unos días antes, Vida Festival y Canet Rock, era hora de poner a prueba la previsión y organización por parte de un festival, Cruilla, que visto los resultados y habiendo vivido la experiencia, no podemos calificar como mínimo de excelente. Cruïlla, el primer festival de música masivo que se celebra en una gran ciudad Europea desde el estallido de la pandemia.
Cribar 50.000 personas en 3 días, detectar casi 300 positivos y asesorarlos, entre los que se encontraron miembros de dos bandas y que por supuesto fueron suspendidas sus actuaciones, dicen mucho de una capacidad organizativa al mas alto nivel. Personal auxiliar sobre dimensionado, zonas cercanas al escenario ,donde habitualmente la gente lo damos todo y las distancias son imposibles de mantener y donde estaba totalmente prohibido comer, beber o fumar y por tanto el uso de la mascarilla era obligatorio, te daban una sensación de seguridad muchísimo mayor que en situaciones que vivimos cotidianamente.
Musicalmente hablando, el Cruïlla siempre se ha caracterizado por un cartel ecléctico, y en esta edición se ha logrado mantener el leiv motiv a pesar del sesgo en artistas internacionales por razones obvias.
Cabe preguntarse si este es el sistema para mantener este tipo de grandes eventos, y parece ser que el modelo adoptado por Cruïlla podría ser una solución. Con un ambiente de cercanía, el Cruïlla festival se mantiene como la esperanza en tiempos en que ambos aspectos chocan entre sí. Clica en la foto para seguir viendo el reportaje fotográfico del Cruïlla Festival.
Fotos Desi Estévez.
