Corrían la década, mediados, de los 80´, en un 1985, y en la ciudad de Los Ángeles (California, EE.UU) nacieron The Hangmen, una formación con una historia larga de contar y difícil de describir, gracias a sus constantes cambios de formación, problemas con discográficas, y adicciones.
Como ya escribí en su anterior paso por la ciudad, ya en un lejano 2013, «existe un mundo real donde impera la ley de la industria, de los medios de comunicación , de las promociones, del dinero….pero también, afortunadamente existe otro mundo paralelo donde manda el buen hacer, el amor por las cosas que dicta el corazón, donde te dejas guiar por los sentimientos o por unos ideales. En este mundo viven, la banda argelina, gasolina de 98 octanos para tu corazón», y ocho año después sigue siendo muy vigente.
Bryan Small, guitarra y voz, ahora acompañado por Angelique Congleton al bajo, Jorge Disguster a la batería y Jimmy James a la guitarra, son los responsables de sostener esa, añeja, afirmación. La banda anda embarcada en una larga gira europea, que iniciaron en Francia, en este año complicado, presentando su último trabajo «Cactusville «(2019), una obra que Bryan Small ha dividido en dos partes, por un lado en la primera figuran The Hangmen y en la cara posterior nos encontramos con una vuelta de tuerca a las mismas composiciones a cargo de The Best Western Players, el proyecto paralelo con el que Bryan Small da rienda suelta a su lado más country. Este trabajo se suma a los anteriores «The Hangmen»(1989), «Metallic I.O.U.» (2000), «We’ve Got Blood On The Toes Of Our Boots» (2002), «Loteria»(2004), «In the City»(2007), el Ep «Lost Rocks»(2010), y «East of Western» (2012), una colección de canciones donde han sabido aunar el punk rock con las influencias de la música de raíces.
Y como no podía ser de otra forma los Conciertos Salvajes fueron los encargados de volverlos a presentar en esta ciudad, en esta ocasión con unas restricciones de aforo más aligeradas y, por fin, la posibilidad de poder disfrutar de ellos de pie, eso si, siempre bajo la premisa de una #culturasegura, muy al pesar del mantenimiento de ciertas limitaciones que otras muchas actividades, sin ir más lejos el futbol y los toros, ya empiezan a ver lejanas y es que la #musicaenvivo y la cultura en general, en ocasiones, parecen los grandes olvidados de las clases políticas dirigentes.
Aunque la gente que mima este ciclo ha seguido activa a lo largo de estos complicados meses, esta ha sido una de las primeras veces que el publico ha podido disfrutar de un concierto como antaño, como en los viejos tiempos, y si además añadimos que los argelinos se subieron al escenario con ganas de patearnos el culo a base de ese cowpunk, que resulta de la fusión del punk, el country, el hard rock y los sonidos de raíces, que cimentaron a mediados de los 80´, y después de ver la cara de la gente al final de la noche, creo que lo consiguieron con nota.
Fotos Jesús Díez.