A pocos tipos como Aritz Sertucha, un coruñés afincado el Badajoz le quedan tan bien las gorras, si acaso, al amigo Chema Moriñigo, o a Johnny Conciertos Salvajes. Sertucha forma parte de esa legión admiradora de formaciones como The Byrds, Gram Parsons, Eagles, Crosby Stills Nash & Young y otros grupos californianos de finales de los años sesenta y comienzos de los setenta, que tanto proliferan por el Noroeste de la Península Ibérica.
El integrante de Milana, formación a la que pertenece y que a su vez es el origen de la discográfica Milanamúsica Records, con las que tiene editado un par de trabajos «Campo y Piedras» (2014) y «Desierto Cicatriz» (2018), acaba de editar su primer trabajo en solitario, «Cuando Suba el Río» (2021) y «Horizonte» (2021), trabajos donde se respiran las raíces americanas de las formaciones anteriormente citadas, y en donde cuenta, como banda de acompañamiento, con la participación del mismísimo Hendrik Röver y los Míticos GT´s, a saber Toño López Baños a la batería y Goyo Chiquito al contrabajo, en el primero de ellos
La nueva edición en este año pandémico y complicado del Smalltown conto con la presencia del músico de raíces vascas, criado en la húmeda Galicia y afincado en la seca Badajoz. “Los que somos de mar apelamos mucho a la tierra, la tierra como concepto de hogar, muy enraizada desde que eres un crío”, confiesa Sertucha. De su nuevo trabajo respecto a su antigua formación dice que «se despego un poco del country» y me va más «hacia el folk indie americano», puede que motivado por la temática de las canciones, «son más íntimas que las compuestas para Milana y les pega más ese sonido», afirma.
Dice que se siente más letrista que intérprete, y no se si es un sacrilegio digno de excomunión, como he leído por ahí que comparte con el maestro José Ignacio Lapido y Hendrik Röver «el mimo a las letras en su música, el mensaje vivo en los raíles de la canción», y es que al hablar de Lapido tocamos hueso; pero le sale la vena Gallega cuando habla del recuerdo de la tierra, cuenta que «nunca fui morriñento, pero con el paso de los años y desde que tengo a mis hijas, que me da pena que no se críen en Riazor como yo, cada vez tengo más morriña» , y esa nostalgia se descubre en dos de los temas de su trabajo, «Hogar» y «Noroeste».
En este paso por el Festival de Portillo ha contado con una banda integrada por Anto Duque a la batería; Ángel Martín a la guitarra y Julián Blake al bajo. Un lujo y un placer poder disfrutar de ellos.
Fotos Jesús Díez.
