The Flamingos Bite. Big Little Town

The Flamingos Bite. Big Little Town

Hasta hace solo una semana no había escuchado nunca “Mourning”, la canción que abre el reciente Big Little Town, y sin embargo tengo la impresión de que no es cierto, que llevo años escuchándola, que hay partes de mi vida que están asociadas a ella. Es su luminosidad, sus armonías, sus guitarras que se doblan, ese arraigo en la música de toda una generación, para la que el horizonte es el final de una carretera y el sol nunca se pone en el interior de los bares.

Sí, hay una etiqueta que define esas canciones y estos chicos de Madrid la llevan puesta como si vinieran de Laurel Canyon o de las Twin Cities. Versátiles sin perder nunca la brújula, tienden puentes desde las melodías excelsas y las voces de David Aldave y Carlos Gómez hasta arrebatos de música poderosa en los que sus guitarras se buscan y el bajo de Carlos Santos llama insistente a la puerta de la noche y la batería de Guille Molina empuja las paredes de tu habitación.

Escucha “Big Little Town” y sabrás que esa descarga de energía rockera solo busca una cosa, que disfrutemos: Cindy lo dijo hace ya tiempo y ellos le hacen caso. Cindy es alguien a quien mencionan en uno de los versos. The Flamingos Bite nos cuentan historias y en ellas entran y salen personajes que les dan vida: Alice y Carlos, Yuri, Nono y Lucy son algunos de los que pueblan una pieza sublime, “North Bridge”, que coge vuelo desde algún lugar en la mente que tiene el color de Escocia y acaba entrelazado con pasajes sutiles que nacen en la voz del invitado inesperado, Ken Stringfellow, intimista y siempre en la frontera del asombro.

Hay momentos de goce sereno que invitan a cerrar los ojos: “Daniela” es uno de ellos, y arde lentamente como un leño en el fuego mientras suena la lap steel y los coros se mecen con la canción. Junior Mackenzie, compañero de músicas, anda por ahí con ellos en esa canción. Otro de esos espacios que se revelan imprescindibles es “Demons”, revisión acústica de su single de 2018, en el que la visión de los demonios interiores es una grieta invisible por donde se cuelan el piano y la mandolina.

Big Little Town entra con facilidad, esparce por tu casa sus melodías, te deja ir descubriendo sus pliegues en cada escucha, se hace adictivo, chispea en “Nightcrawler” y su estribillo saltarín, corre veloz en “Roads”, visita con acierto y chulería a los Beatles en “Two of Us”, te da en su discurrir lo que quieres escuchar, lo que te alimenta, y eso mismo que estás buscando es precisamente lo que The Flamingos Bite quieren tocar para ti.

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