Caroline Spence publica su nuevo disco, True North. El trabajo ha sido producido por Jordan Lehning y editado por Rounder Records. La banda que arropa a Caroline está compuesta por Dom Billett (batería), Mike Rinne (bajo), Avery Bright (viola), Austin Hoke (violonchelo). Annaliese Kowert y Kristin Weber (violines), Ethan Ballinger (guitarra eléctrica, mandolina) y Spencer Cullum Jr. (steel guitar). Spence busca mostrar su cara más poppie. Es algo que estamos viendo cada vez más en la escena de Nashville, donde muchos de los escritores de canciones que empezaron su carrera en el country están evolucionando hacia nuevos sonidos. Podemos verlo en los últimos trabajos de Andrew Combs, Erin Rae o Dylan Leblanc, todos ellos del entorno de Caroline.
Aunque ella ha señalado a Nada Surf y Oasis como influencias, dos nombres sobrevuelan el sonido del disco: Aimee Mann y Jenny Lewis dos artistas infravaloradas que tienen una enorme ascendencia sobre los compositores jóvenes que habitan en la capital musical de Tennessee.
Escucha True North de Caroline Spence aquí:
Caroline continúa con su colección de álbumes llenos de grandes canciones que están haciendo que cada vez autores de mayor prestigio se declaren fans suyos. Temas que van siempre buscando la esencia. Sin grandes excesos, las composiciones consiguen emocionarnos una vez más en este nuevo disco. Como siempre, no hay que buscar en él grandes estridencias, ya que el estilo de Caroline es lirico y sutil. Su voz no está hecha para gritar sino para analizar la vida con inteligencia y perspicacia en un disco que nunca pisa nunca el acelerador y que crece, como todas las obras de la artista de Virginia, con las escuchas. Tras varias vueltas al vinilo, True North se releva como posiblemente la obra más completa que ha editado.
Destaca la apertura con Mary Oliver, una canción dedicada a la poeta del mismo nombre, con un estribillo que resume el espíritu del disco. “He estado tocando en la Iglesia de Mary Oliver; estoy tratando de conocerme a mí misma y amarme por completo”. Y es que, en muchas ocasiones, este disco es una búsqueda del amor propio. La vulnerabilidad siempre ha sido una de las señas de identidad de Caroline, cuya voz posiblemente es una de las más destacadas en el Nashville de la actualidad. Ha crecido mucho y cada vez confía más en probar distintos matices que se van descubriendo con las escuchas. Otra de las canciones más destacadas es I know you know me, que ya presentó anteriormente en una versión junto al cantante de The National, otro de sus fans más reconocidos.
Ajustada a cada una de las canciones la producción de Jordan Lehning (arreglista de Kacey Musgraves, Shania Twain y Orville Peck y productor de Aaron Watson, Andrew Combs, entre otros) sabe cómo aprovechar las fortalezas de cada una de ellas y consigue alejar este trabajo de la monotonía qué lastraba su anterior lanzamiento. Las guitarras acústicas predominan, pero siempre con ecos de mellotrón, chelos, steel guitar,… todos ellos al servicio de cada tema.
En The Gift, una de las canciones que precedieron al lanzamiento del disco Caroline nos dice que abracemos el presente porque es lo único que tenemos. “Es el presente, ese es el regalo”. Y así es este disco, un regalo más de una artista y compositora superlativa qué poco a poco está construyendo una carrera robusta en la que esperemos lo mejor esté por llegar.