Concierto para George (Lenoir Ediciones), de Nacho Para
La dimensión universal de George Harrison (Beatles aparte) se debe a que el músico representa como pocos el deseo de expresar la propia creatividad y el choque contra la realidad. Si esa realidad se apellida Lennon y McCartney, abrirse paso al silencio supone un logro de gran trascendencia que exige un análisis profundo. Es lo que ha hecho Nacho Para, fundador del grupo Bantastic Fand, en el libro que acaba de publicar la Editorial Lenoir. El autor aborda en 188 páginas los rasgos esenciales del guitarrista de los Beatles desde un prisma muy especial: el concierto de homenaje a Harrison que se celebró el 29 de noviembre de 2002, un año después de su fallecimiento.
El entonces reportero de El Periódico (Grupo Zeta) fue uno de los 5.800 afortunados que contemplaron “el último milagro Beatle”. Ahora, a dos décadas después del adiós de George, rescata el honor de haber sido testigo en un momento tan especial para la historia de los Fab Four. Durante ese reportaje coronó la cumbre de su pasión en un Royal Albert Hall de Londres que congregó, bajo la magistral organización de Eric Clapton (el problema fue descartar amigos más que atraerlos), a músicos extraordinarios que dieron lo mejor de sí mismos para demostrar su admiración por la vida y obra del muchacho de Liverpool. Un concierto así se merece un libro así. Comparten los harrisonófilos una cierta longitud de onda donde el componente emocional resulta clave para comprender al personaje y acercarse al sentido último de sus creaciones. La pasión por los jardines, el humor como columna vertebral de la personalidad, el aguante ante la frustración (resiliencia, dicen ahora) o el poderoso influjo de las amistades musicales son pilares sobre los que Nacho Para siluetea la identidad a veces contradictoria y casi siempre genial del guitarrista.
La vida y muerte de George Harrison coinciden ahí con “los que aman a los Beatles como lo que inicialmente fueron: una oportunidad incesante de apertura mental”. Esa exploración constante le acercó siendo niño a Lennon y McCartney, le hizo asomarse a la cultura oriental en un viaje de ida sin retorno o le arrimó a Dylan, Petty o The Band en busca de dar sentido al “mundo material”, entre otros mil vaivenes una de biografía descomunal. Algunas confesiones del escritor almeriense (“descubrí que Lennon compuso Strawberry Fields Forever en la misma playa donde aprendía a nadar”) apuntan descaradamente al frikismo tan extendido entre los amantes de la música que conmocionó al mundo hace más de medio siglo. El escritor se esfuerza en convertir en palabras lo que podría reflejarse en una tabla Excel. Deja claro que se lo sabe todo, todito, todo sobre el mito: seis canciones se repiten en los conciertos de Bangladesh y el de George; de los 21 temas del repertorio en la noche a autos, diez son de la era Beatle; todas las composiciones excepto dos eran previas a 1974, y así capítulo tras capítulo, detalle tras detalle, verdad tras verdad contrastada.
La suerte para el lector es que ese chorro de datos está armónicamente expuesto y narrado con total fluidez gracias al oficio periodístico que atesora Para. El autor, que confiesa sin ambages su “enfermedad”, logra que finalmente triunfen los esfuerzos por “poner cierta distancia” respecto al protagonista del libro. La estructura es sólida y permite adentrarse en la personalidad de Harrison a través de los participantes en la celebración y del desarrollo minuto a minuto del acontecimiento. Si en el capítulo “Tratadme con Cuidado” aborda los prolegómenos del concierto, a continuación escribe sobre las “Epifanías en el Albert Hall” (el recinto es esencial en la narración) o los “Ecos del Mundo Material”, donde explica la pasión por las carreras de coches o la dimensión india que cambió la vida del inquieto artista. Esos aires místicos se entreveran con el humor y la valentía que destila el capítulo “Un Leñador Sentado en Mi Cara” (con mención a alguna censura), mientras que el capítulo 6 (“Guitarras que Saben Cantar”) hará las delicias de los obsesionados por las seis cuerdas. El lector aprende sobre los Wilburys (explicados en “Wilburys Bajo el Arcoíris”), Billy Preston (“El Último Aliento Beatle”), Ringo o McCartney, las mujeres y familia, las gominolas, el ukelele, los jardines o actores como Tom Hanks y los Monthy Python.
El perfil activista también erige a Harrison como un pionero del que aún beben las nuevas camadas rockeras. La recta final se compone de Anejos sobre “La Increíble Banda de la Casa” o las fuentes documentales. También resultan relevantes las fotos (varias del propio Nacho Para) seleccionadas para la edición y el amplio espacio dedicado a los participantes (tanto las grandes estrellas como los más humildes), los ausentes y todo bicho viviente que se hubiera cruzado con el autor del All Thing Must Pass.
Algunos errores en la edición de textos deslucen la brillante calidad del libro, pero eso son gajes también del oficio de reportero, siempre de urgencia en urgencia. Nacho Para abandona el periodismo en 2011 y abraza la música, de forma paralela a cómo George salió de los Beatles y abrazó su propia vida. Sin ánimo de ponerse en plan psicoanalista, cabe pensar que el propio autor se siente muy identificado con el desgaste que causan los obstáculos del mundo material a la propia creatividad, sea por el entorno inmediato, sea por las injusticias de un mundo organizado en contra de la plenitud personal.
Este “Concierto para George, Crónica Íntima del Último Milagro Beatle”, se puede valorar como un acierto completo que pone en negro sobre blanco lo que pasó durante uno de los grandísimos conciertos de la historia, cuyo DVD se contempla de forma distinta tras la lectura. La elección de un homenaje bigger than life más el fuego apasionado de haberlo vivido en la propia piel se suman en este volumen que ennoblece el periodismo musical de nuestro país.
Quien tuvo, retuvo. La trilogía jardín, ukelele y amigos permite a Nacho Para enmarcar su relato y dar pleno sentido a la crónica de un concierto sin olor a “franquicia” y con aromas de amistad. La expresión “canto del cisne” se utiliza desde hace más de mil años. Alude a un gesto postrero, a una última obra antes de la muerte, y nace por la creencia de que estas aves entonan una hermosa melodía justo antes de morir, tras haber estado en silencio casi toda su existencia. Ahora, gracias a este libro, es posible disfrutar la mejor crónica del adiós a uno de los más hermosos cisnes que han existido en este mundo material.
Texto de Miguel López
Fotos de Nacho Para, Ana Hortelano y Editorial Lenoir