Cuando a uno le hablan de una banda que lleva por nombre la magistral película de Orson Welles no puede por menos que prestarle un mínimo de atención. Aunque indagando un poco se descubre que juegan con un doble sentido, que es importante no dejar pasar por alto. Ya que también juegan con los nombres de antiguas experiencias musicales, ya que se trata de pretéritos componentes de bandas con pedigrí de la escena de la provincia de Barcelona; BB Sin Sed y Las Flores Del Mal. Pero dejando de lado juegos de palabras nos encontramos ante un disco de debut al que vale la pena prestarle atención.
Un disco de rock en el sentido más heterogéneo del término y de aires taciturnos y poco dado a la algarabía. Pero si algo define el carácter general del disco es el término intensidad, un poco a la manera de ese Nick Cave que ya dejó de existir hace dos décadas. Toman el rock como base (El Rey De Las Lágrimas o El Blues Del Malvado) pero se expanden hacia territorios cabareteros como Hacia La Tristeza, postulados jazzísticos nocturnos y un pelín beodos (Credo) e incluso sigue latente la lejana influencia del punk –o post punk- que marcó los primeras influencias de estos músicos como Soy De Oro y De Barro.
Un disco sólido, de ideas claras y desprejuiciado que además cuenta con una lírica henchida de melancolía extrema pero siempre dejando algo de luz al final del túnel. Entonadas perfectamente por Xavier Vendrell que en ocasiones puede hacer pensar en Loquillo, si el del Clot hubiera sabido cantar. Un debut de ideas muy claras, y es que como se suele decir sabe más el diablo por viejo que por diablo. Seguro que Orson Welles le daría el visto bueno a este disco.
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