En su tercera visita al Festival, Joss Stone enamoró al público con la calidez de su voz y la dulzura que desprendía en cada una de sus intervenciones.
Joss Stone volvió a brillar con luz propia en el Jardins de Pedralbes. Lo hizo en una velada benéfica que significaba su tercer paso por el Festival. Con un nuevo trabajo como es “Never Forget My Love” bajo el brazo, tras un hiato discográfico de casi siete años, sigue demostrando que el soul sigue reinando en los surcos del disco. Quizás desde un lado más optimista y feliz, pero manteniendo la esencia de aquella increíble trilogía inicial.
Aquel fulgurante inicio le sirvió para ganarse los galones para ser la nueva voz del soul britanico junto a Amy Winehouse. Quizás se haya perdido el factor sorpresa, pero su voz no deja lugar a dudas. Aunque nunca la proclamen reina del nuevo soul, su voz seguirá estando entre las más grandes de estos tiempos.
Tras los discursos de agradecimiento por la causa benéfica, llegaba el momento de que la música tomara protagonismo en el escenario. Vestidos de un riguroso negro, la banda fue tomando sus posiciones. Dos coristas para llenar la paleta de colores vocales, un teclista con un delicioso Hammond, la sección de vientos, batería, guitarra y bajo. Un ligero colchón sonoro trajo a una radiante Joss Stone al centro del escenario con una sonrisa que no abandonó a lo largo de la noche.
Con un tímido saludo, el concierto se inició con la tranquilidad que emana “The Chokin Kind” en la voz de Stone. Creo que el concepto “felicidad absoluta” sería lo más adecuado para describir el estado de la cantante. Era mi primera vez tras numerosos desencuentros, siempre por mi culpa, y no tengo con qué comparar. Quizás fuera por su embarazo o simplemente porque es así de feliz sobre un escenario. Cada tiempo entre canciones lo rellenó con historias y risas que terminaban por embrujarte y caer rendido a todos y cada uno de sus encantos.
Como ejemplo el tema “Big ‘Ol Game”. En su introducción avisó que su vestido no era el idóneo para cantar el tema y que, si se escapaba un pecho en algún movimiento, no se lo tuviéramos en cuenta. En su sección intermedia nos invitó a acompañar sus coros con la timidez que rodea una primera cita. nos recordó que su primera cita con su actual pareja fue durante su primera visita a los Jardines así que nunca podría olvidar un sitio así.
Y todo eso, en unas interpretaciones sin fallos ni fisuras. Mezcló habituales de sus giras como “Free Me” con algun tema mas dificil de escuchar como “Everytime I Turn Around”. De su reciente trabajo encadenó el título que da nombre y “You’re my Girl” dedicada a su madre. Echó la vista atrás para recuperar “Tell Me What We Gonna Do Now” con ese puntito reggae que le aporta. O “Victim Of A Foolish Love” donde los vientos y la guitarra se marcaron sus respectivos solos que sirvieron para rendir el merecido reconocimiento al color que aportaron durante todo el concierto .
Pero no todo iba a ser calma. “Super Duper Love” fue el inicio de la parte más animada del show. Su marcado embarazo no impidió que Joss Stone bajara a bailar y cantar mientras paseaba por la platea. Con “You Had Me” llegó el punto funk que mantuvo lejos a los asistentes de sus asientos. El ambiente más festivo se mantuvo con el reggae de “Harry ‘s Symphony” conocido por ese fraseo ”bad boys whatcha gonna do” que todos hemos cantado alguna vez.
El concierto retomó su dinámica más tranquila con “Music”. En ella cada uno de los músicos tuvieron espacio suficiente para lucirse hasta llegar a una gran explosión sonora. Con ese momento tan intenso se llegó al final del bloque principal del concierto. La banda abandonó el escenario el tiempo que tardó Joss Stone en cambiarse de vestido.
El tramo final del concierto estuvo dedicado a Betty Wright. La que fue mentora de Joss Stone estuvo presente en los temas “Clean Up woman” y “Right To Be Wrong” con la que cerraron definitivamente el concierto. Una última canción que llenó de luces el escenario para que la inglesa siguiera brillando y dejara en más de uno el rastro de una piel erizada por su final casi a capella. Un final que continuó con la espontaneidad de sus intervenciones y que le valió una larga ovación que ponía sello final a una velada para recordar.
Si, es posible que tras leer todo esto más de uno necesite un chute de insulina. Pero ya se sabe qué es lo que pasa cuando una primera cita termina tan bien. Quién sabe qué deparará las siguientes, pero ya estoy esperando que lleguen pronto. De momento yo me quedo en mi nube acompañado de la voz de Joss Stone.
Fotos: Desi Estévez