El Campello, pueblo costero del área metropolitana de Alicante, guarda en la memoria del siglo pasado veladas con Julio Iglesias, Ray Charles o Eric Burdon, invitados de lujo en El Gallo Rojo, recinto legendario de la fachada marítima. Fue un tiempo de palmeras y música, gafas de cristal verde, whisky on-the-rocks. Nada de eso existe ya, hay una playa larga y chiringuitos que se miran en otro tiempo. Pero, igual que entonces, calle arriba, en las casas bajas del casco urbano que se aleja del mar, la vida tiene otro ritmo, sosegado y provinciano.
Claro está, a menos que sea sábado por la tarde y en el ágora de la Casa de Cultura se presenten Koko-Jean & The Tonics y agiten la quietud somnolienta con su cóctel de sonidos negros. “Shaken & Stirred”, el título de su disco, lo dice todo, anuncia lo que va a suceder y sin embargo, antes de que suceda, el trío que acompaña a la mozambiqueña rasga el aire estancado del mes de julio alicantino con ráfagas de groove que nacen del órgano de Víctor Puertas, y no hay agitación sino una feliz cadencia que marca los tiempos del atardecer.
Y en eso, subida en sus tacones, desfila de derecha a izquierda Koko-Jean Davis, se apodera del micrófono y de la escena, se adueña de la música misma, y a partir de ese instante no hay cuartel. Incluso cuando anuncia una balada, “What you mean to me”, sospechamos que no va a ser del todo cierto, y no lo es, porque acaba envuelta en un torbellino de pasión que nos arrastra. Apenas cuatro canciones y es tal la intensidad que ya necesita un descanso, y son de nuevo The Tonics los que calientan la espera con una pieza instrumental que estalla en los tambores de Anton Jarl, última ocasión para permanecer sentados, porque la cantante regresa y cada canción es un descenso vertiginoso por un tobogán de soul y de blues, y los que eran jóvenes en los años setenta ahora bailan y dan palmas, luciendo alopecias, canas y perímetro cervecero en esta verbena de pueblo con sabor y swing. Koko-Jean no conoce la pausa, se entrega, relega los matices, se recrea en el exceso.
El tiempo, que todo lo mide y atempera, nos traerá las brasas de este fuego indomable, y nosotros recordaremos que un sábado de verano se nos llevó por delante en El Campello.
Fotos y vídeo por Juan J. Vicedo.
