British Lion, la segunda juventud de Steve Harris

Aprovechando que el Llobregat pasa por Barcelona, Steve Harris demostró con British Lion lo que es vivir la pasión por la música la noche antes del concierto de Iron Maiden.

Es posible que si alguien menciona el nombre de British Lion, muchos fruncirán el ceño, alzarán la mirada y buscarán en su memoria sin saber de que les están hablando. Cabe la posibilidad que al recordarles que es la banda de Steve Harris se pueda clarificar un poco el asunto. Pero no es hasta que se construye la frase “es el bajista de Iron Maiden” cuando queda todo resuelto. Que conste que seguramente todo esto suceda fuera de un ámbito más metalero, pero forma parte de una pequeña reflexión que dejaré para la post-crónica.

De momento nos centraremos en el concierto del pasado jueves en la sala Salamandra. Era un lugar conocido para la banda ya que esta significaba su segunda visita tras la presentación del álbum debut en 2013. En aquella ocasión, me sorprendió la poca expectativa que el concierto suscitó teniendo en cuenta que era una ocasión única de poder ver a una leyenda de la música a un palmo de tu cara. Esta vez, por suerte ya había ambiente en los alrededores desde muy pronto, aunque sigo sin entender que el cartel de “Sold Out” no estuviera colgado semanas antes.

Los franceses Darktribe serían los encargados de caldear, más aún si cabe, el ambiente. Se enfrentaron a una sala que iba llenándose poco a poco y que a decir verdad los recibieron con más respeto que entusiasmo. No les faltó actitud y ganas de conectar con el respetable, pero los 45 minutos de power metal carente de originalidad se me hicieron largos. Personalmente, tanto momento épico se me hace bola y me aburre, pero reconozco que la banda salió a darlo todo. Y a razón de la gente que había comprando su material tras el concierto mientras firmaban en el puesto de merch, los franceses se llevaron un buen puñado de nuevos seguidores. 

Pero allí todos estábamos esperando lo mismo. Al bajista capaz de hacer galopar las cuerdas a una velocidad insana, al creador de mil himnos, al hincha del West Ham… en resumen… Steve Harris. Y no se hizo de rogar. Con la habitual puntualidad que demuestra siempre, uno a uno fueron saliendo los miembros de la banda para iniciar su descarga. Todo foco de atención se centraba en la menuda figura que se hacía gigante sobre el escenario mientras “This Is My God” resonaba en los muros de Salamandra. Desde el primer minuto se pudo ver a una banda mucho más compacta que nueve años atrás. 

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Y eso se nota incluso en las nuevas composiciones de su reciente “The Burning” como “City Of Fallen Angels”, “Legend”, “Lightning” o “Spit Fire” que crecen en directo. Se nota también una mejora en el cantante Richard Taylor, que con un registro muy diferente al de Dickinson, consigue imprimir un sello propio a la banda alejándose de cualquier parecido con Maiden. Algo que me parece loable y necesario si estamos hablando de un proyecto paralelo. Comunicativo y con ganas de hacer disfrutar, Taylor fue quién se dirigió en todo momento al público. 

Porque Steve Harris no necesita decir nada para transmitir entusiasmo. Correteó de lado a lado del escenario, cantó cada tema mientras tocaba y apuntó con su bajo cuantas veces fueran necesarias a las primeras filas. Quien pensó que saldría a reservar fuerzas para su concierto con Maiden, se equivocó por completo. Me atrevería a decir que estos conciertos en pequeño formato los disfruta incluso más que los grandes. Quizás es porque en un escenario pequeño se nota más la interacción con el resto de miembros, a los que me gustaría destacar. La dupla de guitarras compuesta por Graham Leslie y David Hawkins sonó sólida y contundente como los parches de Simon Dawson.

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Durante una hora y media, cayeron casi todos los temas de la banda sin dar concesión alguna ni a Iron Maiden ni a cualquier otra banda. Un repertorio a base de temas propios en los que destacaron de su primer trabajo “Judas”, “A Chosen One”, “Us Against The World” o “A World Without Heaven”. Ese fue el tema que sonó antes de los bises antes de que “Last Chance” y “Eyes Of The Young” cerraran el intenso concierto. Ese fue el momento que aprovechó Harris para mostrarse mas cercano y regaló sus muñequeras a las nuevas generaciones que habían en las primeras filas. Un bonito detalle antes de  despedirse de un público que lo volvería a ver, a mucha más distancia eso sí, al día siguiente.

Si alguno fantaseó con la posibilidad de que algún otro miembro de la familia Maiden apareciese en el concierto, no se equivocó, salvo que no fue sobre el escenario. Nicko McBrain vio desde la mesa de mezclas a su amigo y compañero, de forma tan discreta que solo algunos confirmaron su presencia. En definitiva, un gran concierto. Una oportunidad única de ver a un palmo a uno de tus héroes musicales, a una leyenda viva del heavy. Y poder hacerlo lejos de los grandes eventos que se han convertido últimamente en paisajes ideales para el postureo. 20220728-British-Lion_DSI2411©DesiEstevez

Y ojo, que con esto no digo que se sea más o menos auténtico por ir a un concierto así. Pero me sigue sorprendiendo que los proyectos paralelos no lleguen a agotar mil entradas cuando las bandas madre son capaces de reunir 40000 espectadores. Por mi, encantado de que eso siga pasando. Podré disfrutar con tranquilidad de los pequeños placeres que siempre suponen estos conciertos.

Fotos: Desi Estévez

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