Si algo no se debe reprochar a Springsteen, además de su infinito amor por la música, es su incondicional apoyo a artistas minoritarios, tocando en pequeños clubs con el músico en cuestión si la oportunidad lo requiere.
No era precisamente la situación en la que se encontraba nuestro protagonista de hoy, Gary US Bonds, poseedor de numerosos éxitos a comienzos de los sesenta; pero, por desgracia, su estrella se había ido desvaneciendo a medida que transcurría una década marcada por profundos cambios tan sociales como musicales. Relegado al olvido, tocando en garitos de mala muerte o en circuitos nostálgicos tan característicos de Estados Unidos sus viejos singles para la discográfica Legrand, las perspectivas para el vocalista no auguraban nada bueno.
Pero un hecho acaeció una noche de 1979 y es que Bruce, que idolatraba los álbumes que Gary había grabado en sus comienzos, solía incluir en su repertorio de los setenta el antiguo superéxito de éste, ‘Quarter to three’, y, ni corto ni perezoso, lo invitó a interpretarlo sobre el escenario, forjando una buena amistad entre ambos músicos.
El espaldarazo definitivo sucedería cuando el Boss, acompañado de su inseparable Little Steven (aquí Miami Steve) decide resucitar la carrera del vocalista produciéndole un disco, el flamante ‘Dedication’ (1981), uno de los mejores álbumes de soul de principios de los ochenta, comparable en cuanto a estilo y feeling a los fabulosos primeros trabajos de Mink DeVille; una auténtica rareza en una época dominada por los fríos sintetizadores y en los estertores de la música disco. Con el respaldo fundamental de toda una E Street Band en todo su esplendor, y un sonido springstiniano pre-‘Born to run’, ese que se nutría de sonidos negroides, que inunda toda la grabación, Gary recuperaba viejas sensaciones, como si el tiempo no hubiese pasado en absoluto.
Abre fuego ‘Jolé Blon’, un viejo tema cajun que Springsteen pretendía incluir en ‘The river’ pero que al final descartó y decidió acertadamente volver a regrabarlo junto a Bonds en una vibrante versión. En su extrema generosidad, el rockero de New Jersey cede tres magníficos temas en clave soul que, por alguna razón, no acababan de encajar en sus discos, el exultante ‘This little girl’ (que devolvería a Gary a la listas de éxitos),‘Your love’ (acompañado de dos leyendas del soul, Chuck Jackson y Ben E. King) y el testimonial ‘Dedication’.
No sé si sois conscientes de la trascendencia de la situación, de que estamos hablando del Springsteen de principios de los ochenta en la cumbre, un compositor en absoluto estado de gracia, con su última obra maestra todavía candente, y al que nadie le tosía. Sin embargo, finaliza la cara A con una emotiva balada aportada por el inolvidable ‘Silvio Dante’, ‘Daddy’s come home’, y a la que Gary lleva a su terreno con su aterciopelada voz.
La cara B, manteniendo un nivel notable quizás es menos sorprendente y se nutre de versiones de otros artistas, aunque éstas no sean demasiado obvias: ‘It’s only love’ de The Beatles, ‘From a buick 6’ de Bob Dylan o ‘The Pretender’ de Jackson Browne aunque, a mi juicio, el momento álgido sucede con el tema que cierra el disco, ‘Just like a child’, una preciosidad compuesto por el propio Gary, que deja con ganas de más.
Y con esa sensación también se debió quedar Bruce, al que le debió entrar el gusanillo de la producción y decidió prolongar su colaboración, añadiéndole un mayor compromiso si cabe. En ‘On the line’ (1982) ya firma como productor principal junto a Little Steven (quita pallá, Stevie) y aporta siete de los once temas del disco, composiciones que dado su nivel podrían haber encajado perfectamente en cualquiera de los disco de Springsteen en aquella época (de hecho ‘Rendezvous’ la recuperaría para el recopilatorio de rarezas ‘Tracks’ o, posteriormente, la edición deluxe de ‘The river’).
Nos encontramos a Bruce totalmente enchufado como proveedor de hits de deep soul de alto voltaje como Angelyne, Hold on (to what you got), Out of work, All I need…que Gary interpreta de un modo excepcional, como si la vida le fuese en ello, aprovechando al máximo la oportunidad que el destino le ha brindado. Pero si tengo que escoger un tema, me quedo con el as en la manga que se guarda Steve Van Zandt para clausurar otro excepcional trabajo. Imposible sonar más conmovedor que Bonds en ‘Last time’.
Dos álbumes de la mano de Bruce Springsteen que revitalizaron el soul clásico, surgidos a contracorriente, en una época poco proclive para ese estilo que conviene reivindicar y que demostraron que como el propio Gary, nunca se debe perder la esperanza y la determinación, para volver a la senda del triunfo…
NO MUSIC. NO LIFE. PLAY IT LOUD, MUTHA! FUCK YOUR SPEAKERS. MAKE ART NOT FRIENDS. MUSIC IS MEDICINE
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Texto por David Rodríguez Araujo.