Se estrenó este mes de septiembre el documental del californiano Brett Morgen, «Moonage Daydream» sobre la rica e inabarcable obra del Duque Blanco, narrada por él mismo, en sonido y en visión, en su voz y en sus canciones, a lo largo de 135 minutos.
«Moonage Daydream» no se parece en nada al típico documental musical que recorre la vida y la obra de un músico popular. El filme no acumula datos, anécdotas y opiniones, de hecho, evita por completo la voz autorizada de colegas, especialistas e historiadores.
La rica e inabarcable obra de David Bowie es narrada por él mismo a la velocidad de un astronauta orbitando la tierra, compaginando reflexiones, actuaciones en directo y cinematográficas, materiales de archivo solapándose y comentándose mutuamente. Una odisea musical dedicada al más camaleónico de los músicos de rock que se abre camino a través del mundo caótico de Ziggy Stardust, su alter ego que predijo el siglo veintiuno en 1971, para ofrecer un retrato del artista.
El director también entreteje un flujo constante de referencias visuales, casi subliminal con atisbos de Murnau, Keaton, Lang, Oshima, Kubrick o Roeg.