Hay que ver cómo se ha alargado la gira del fabuloso Shake your money maker. Dirty rock estuvo presente en la fecha de presentación en el Bowery Ballroom de Nueva York en un lejano 11 de noviembre de 2019, y desde entonces, todo espinas, pandemia mundial y varios aplazamientos, para por fin disfrutar de los cuervos en todo su esplendor.
Chris Robinson, el predicador, el último chamán del rocanrol arrastró a todos sus cuervos negros a una abrasadora noche, exponiendo todos los sacramentos del rock’n’roll, claramente con el soul como esencia con esa fuerza que dejó noqueados a aquellos que pensaban que sería un mero trámite.
Los aullidos de los Lobos
En una noche que contó con la brillante participación de los siempre certeros Dewolff, que entraron arrollando al ritmo de Howlin Wolf. El grupo mejora con cada actuación anterior desde que le venimos siguiendo.
La banda de Países Bajos, son una combinación perfecta de calidad, frescura y entusiasmo, con un sentido de la escena y del espectáculo como pocas bandas son capaces de atesorar.
Viéndolos, uno tiene la impresión de que dentro de veinte años seguirán teniendo esa actitud y pinta de jóvenes que desafían a la rueda del tiempo, como de recién llegados. Su música honra y se encuentra a la altura de cualquier power trio que nos pueda venir a la mente.
A partir del próximo 22 de febrero estarán de gira por España con cinco fechas confirmadas . Imperdibles.
El graznido esperado
Con puntualidad de Atlanta, a las 21 horas en punto recibimos a los Robinson y compañía. El concierto se inició con una especie de vodevil en el que, valiéndose de un jukebox, y tras pinchar una moneda, comienza a sonar Elmore James y su Shake your money maker.
Lo que continuó después fueron una hora y cuarenta y cinco minutos de intensidad y autenticidad, y en definitiva de todos los aspectos que uno espera de un concierto de rock and roll sin artificios más allá de la pasión y la entrega. En primer lugar hicieron su primer álbum al completo en el mismo orden de canciones.
Cuando escuchas la interpretación en directo, y ves que un temazo se descuelga detrás de otro, caes en la cuenta de que se trata de un álbum maravilloso con todos los ingredientes de la música que nos apasiona, r&B, blues, góspel, soul, en definitiva rock and roll con mayúsculas.
La banda, que fue fuego rojo en intensidad durante toda la noche, a pesar del mal sonido, en una forma desatada, embajadores del mejor grito sureño que tiene todo dentro: corazón, alma, pecado y redención, rematado por dos guitarristas que trituraban blues y rock a su antojo, una sección rítmica y teclados que sonaban como un martillo, un coro de iglesia gospel y un bajista diligente, Sven Pipen que se quedó con sus viejos amigos.
Chris Robinson se encuentra en plena forma tanto física como vocal, si bien esto último se hizo difícil apreciar en varios tramos del recital, y es que el sonido fue el gran lastre del espectáculo del concierto en Madrid. En aquellos temas en los que la banda sacaba a relucir su lado más cañero no se apreciaban los instrumentos por separado, y la voz de Chris se perdía en medio del barullo. Una verdadera lástima, ya que de haber contado con un sonido a la altura del acontecimiento, estaríamos hablando de uno de los mejores recitales de los últimos sin lugar a dudas.
Tras interpretar de un plumazo el «Shake your money maker», la traca final con la vehemente «No speak, no slave», la brutal «Papa was a Rollin’ Stone» popularizada por los Temptations, la grandiosa «Wiser Time», «Thorn in my pride», «Sting Me» y la febril «Remedy». El «Rocks off» de los Rolling Stones, como último bis fue para olvidar, era como escuchar a tres bandas a la vez tocando canciones distintas, no se entendía nada. Más que un desastre, una verdadera pena, no sé qué es peor. Lobos y Cuervos Negros. El rock’n’roll todavía anda libre y salvaje.
Si quieres leer la crónica del concierto de The Black Crowes en Nueva York del pasado 11 de noviembre de 2019 en el Bowery Room, clica en este párrafo.
Texto por Patricio González Machín y Carlos Pérez Báez. Fotos y vídeos Carlos Pérez Báez.
