Gregory Alan Isakov. El druida del Folk en Madrid

El pasado 9 de Noviembre, fiesta en la capital por su patrona, la Almudena, estuvimos expuestos a la magia folk de Gregory Alan Isakov en la madrileña Sala Cool. Increíble sonido directo con una conjunción musical y lírica embriagadora. Estamos ante uno de los mayores portentos en activo de la Americana music. Dede el primer acorde, desde la primera voz, nos damos cuenta de que estamos ante algo especial.

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Tal vez no haya nadie mejor dotado para brindar calidez a una maravillosa noche que Gregory Alan Isakov, atmósfera apropiadamente acogedora para el interpretación íntima del cantautor. La simplicidad melódica es tanto la columna vertebral de la música de Isakov como la fuente de su inquebrantable belleza. Dibuja un paisaje sonoro que te lleva de lleno a los escenarios de su estado adoptivo en América, Colorado.

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Lo vimos unos días antes en el festival TakeRoot en Groningen, para presentar junto a su mano derecha hombre, Steve Varney canciones de su último disco «Evening Machines» y todo su cancionero que abarca siete álbumes desde 2003. Canciones en la que ha creado una visión tranquila del mundo natural, inspirándose en la naturaleza salvaje de Front Range del mencionado Colorado, el paisaje que ha inspirado gran parte de su trabajo para crear arreglos evocadores destinados a capturar la resonancia de un paisaje prístino. Cierra los ojos y verás pinos imponentes cubiertos de nieve o el reflejo radiante del sol de verano en el arroyo.

Isakov no perdió el tiempo entre canciones, sintiendo que la multitud estaba tan ansiosa por escuchar su música como él por interpretarla mientras gritaban innumerables solicitudes. Es innegable que existen en la actualidad músicos ingeniosos y con gran talento a la hora de componer e interpretar sus canciones, sin embargo, el número de narradores y contador de canciones tan poderosos como Isakov sigue siendo escaso y distante entre sí.

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La sustancia y magia del sudafricano está en su tono y dominio de la narración en sus canciones que desprende ese tipo de oscuridad que ilumina el panorama general de la vida con un poco más de claridad. El concierto siempre se mantuvo en esa aura a menudo sombría, reflexiva, íntima y romántica, aunque Gregory nunca fluctuó entre estados de ánimo, sino que se sumergió profundamente en la oscuridad. Como ocurre con los mejores artistas folk, menos es más. No hace falta darse aires para cautivar por completo. Con un público bastante joven para absorber el sonido, nadie necesitaba moverse para ser conmovido.

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La parte final del concierto la afronta junto sus escuderos a la guitarra y bajo entorno a la calidez de un micrófono de válvula a la vieja usanza. Un ambiente cercano al Acapella se adueña de la sala y lo único que interrumpe en momento son los charlatanes de siempre y el ensordecedor ruido del sistema de aire de la Sala Cool, entre esto y el clasismo de los que la regentan esa sala a la hora de reservarse los mejores espacios de la sala para sí mismos (privando de ellos a público y prensa), el sitio deja de ser tan cool.

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Volviendo a lo relevante, los prometedores vientos de Evening Machines bajo sus alas, no puedes evitar creer que, al igual que el universo sobre el que canta con tanto amor, Gregory Alan Isakov está herido, pero tiene infinito frente a él y es hermoso y radiante. Detrás de las dolorosas realidades de las historias de Isakov vive una pureza de su origen, una crudeza de narración lírica que es su don. Historias cosechadas con intención y llevadas por un sonido atemporal. Habrá más del fármaco musical de Gregory Alan Isakov por venir, cuatro años ya de su último trabajo, se hacen largos.

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Textos: Carlos Pérez Báez y Javier Naranjo

Fotos y vídeos: Javier Naranjo

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