Nos desplazamos a la capital granadina para asistir a la única cita en España del trovador irlandés Glen Hansard. Aprovechando la asistencia del artista a las Jornadas Internacionales de Estudios Irlandeses, una actividad que acerca la cultura irlandesa a través de su literatura, música, cine e historia a partir de sus protagonistas más inmediatos, el bueno de Glen ha obsequiado a sus seguidores con un concierto el día anterior a su participación en este seminario universitario.
Nuestro agradecimiento infinito a Proexa y a la Universidad de Granada, promotora y centro educativo respectivamente, que han facilitado las cosas a este medio en todo lo que han podido, un diez para ellos. Nos hubiera gustado que la agencia de management de Glen acercara alguna de nuestras peticiones al artista o devolviera las preguntas escritas que nos pidieron a través del promotor, pero no pudo ser. Por contra, Glen se lleva nuestro agradecimiento eterno por el trato al medio y a los fans. Nos confirmó que ninguna de nuestras peticiones le habían llegado desde su agencia y que con gusto, habría participado en el pequeño evento y firma de discos que tratamos de organizar con el gran Pepe Mármol, propietario de la mítica tienda Discos Marcapasos.
1. El concierto
Llegamos al Palacio de Congresos de Granada, en concreto a la Sala Manuel de Falla, impacientes por disfrutar de la actuación del artista. La primera alegría de la noche es ver dos sillas en el escenario y dispuestos junto a ellas, los instrumentos de cuerda clásicos y acústicos, por un lado, de Glen y por otro lado del maestro aragonés Javier Mas. La presencia de Mas en el show es garantía de que vamos a presenciar algo muy especial, pues la colaboración entre el músico irlandés y Javier fluye en el escenario con lo que Glen da en llamar el “swimming” con otro artista. Y es que el propio Glen nos explicó que eso pasa algunas veces en la vida de los artistas cuando cruzan sus vidas con almas que se entienden y son capaces de nadar de un modo sincronizado en beneficio del arte. Ya le pasó con Markéta Irglová, desde su época en la banda The Swell Season y, por supuesto, en aquella mágica colaboración en la cinta irlandesa de John Carney, “Once” en la que luego profundizaremos.
Y así con nuestra boca hecha agua y tras la actuación del músico local Popi González, aparecen en el escenario Glen y Javier. A la izquierda, sobre las tablas, se ubica un piano de pared al que Glen acude directamente para la primera interpretación de la noche, la maravillosa “Fools Game”, ante el aplauso de una sala volcada que demostró su capacidad acústica desde la primera nota. Otro de los temas que nos dejaron con los pelos de punta a las teclas fue ese “Bird of Sorrow” que Glen siempre dedica a su madre y que en esta ocasión dedicó a “todas nuestras madres, a las que sois madres y a las que lo vais a ser”. Es una gozada contemplar actuaciones de este porte en recintos que no desmerecen a los artistas, a diferencia de las faltas de respeto constantes a las que asistimos con según qué promotores y salas en Madrid o Barcelona.
El concierto va avanzando y Hansard repasa temas de sus lonchas en solitario así como de proyectos anteriores con The Swell Season y The Frames. Ambas bandas merecen un artículo de estudio aparte para entender cómo hemos llegado a Glen y de lo que estamos hablando. Pero eso es harina de otro artículo. En alguna de las canciones observamos fallos naturales fruto de lo “improvisado” del show. El propio Glen así lo reconoce. Incluso en uno de ellos le pide a Javier Mas comenzar desde el principio para interpretar el tema como procede. En otras ocasiones, Glen se vuelve hacia Javier para mostrarle el mástil de su guitarra para que vea el acorde y tono de la canción cuando no la conoce. La honestidad sobre el escenario es tan brutal que nada de esto afecta a una audiencia que, por el contrario, agradece el esfuerzo de los dos músicos en regalar el bolazo que están haciendo desde el alma. Glen acepta peticiones desde el público, tanto de sus compatriotas irlandeses como de público nacional. De los suyos luego nos diría Glen que es clásico del comportamiento irlandés, montar el bullicio necesario para hacer saber al artista que están allí por un lado acompañando y por otro lado vigilando. Una de las voces nacionales le grita desde el patio de butacas en perfecto inglés: “Tender Mercies, Eddie y tú merecéis un puto Óscar por eso”, haciendo relación al delicioso tema de la banda sonora que viste de gala la película de Sean Penn, “Flag Day”. Se trata de la enésima colaboración del músico dublinés con Eddie Vedder. Una película que, a pesar de su calidad, pasó sin pena ni gloria por España, teniendo probablemente el mejor hilo sonoro del 2021, por obra y gracia de Glen, Eddie y la hija de este último, Olivia. El caso es que Hansard recogió el pañuelo de la petición y regaló el tema a su solicitante y al resto del respetable.
Dos versiones de la noche son joyas de Leonard Cohen (¿cuál no lo es?). La primera elegía a Cohen es “Famous Blue Raincoat”. Luego llegó “Who by Fire», donde Glen aprovechó para invitar a subir al escenario al organizador de la visita de Hansard a España, el profesor checo de la Universidad granadina Jiri Mesic, viejo amigo de los años mozos de Glen, al que éste trata de avergonzar pidiendo que cante alguno de los temas de rap que hacía en aquellos tiempos. Mientras Glen y Mas recorren el tema de Cohen, Jiri recita sus versos en checo inspirados en esta obra de Cohen. No entendemos las palabras de Mesic, pero la música y el alma de la canción nos hacen recibirlas como si comprendiéramos perfectamente la aportación de los versos a esa versión de la oración hebrea «Unetanneh Tokef», cantada en Yom Kippur. Este tema fue lanzado en el álbum de 1974 «New Skin for the Old Ceremony», siendo una de las canciones principales del álbum y una de las más conocidas de Cohen. El tema en sí es la oración que Cohen escuchó cuando era niño en la sinagoga y describe a Dios revisando el Libro de la Vida y vaticinando el destino de cada alma para el año venidero: quién vivirá, quién morirá y cómo. La línea: «¿Y quién debo decir que está llamando?» puede entenderse como una ruptura con la fé en Dios. Según Cohen, ese elemento de duda es lo que convirtió la canción en una oración personal para él. Recientemente, ha sido versionada por First Aid Kit en un disco con el mismo título, «Who by Fire», álbum tributo a Cohen en directo, con veinte canciones grabadas en dos conciertos en el Teatro Real Dramático de Estocolmo en marzo de 2017, espectáculo teatral a partir de las canciones, poemas y cartas del propio Leonard.
El cierre del concierto es con “Passing Through”, una canción popular de 1948 escrita por Dick Blakeslee y grabada por Pete Seeger, The Highwaymen, Cisco Houston, Earl Scruggs y el mismo Leonard Cohen entre otros. Narra la evidencia de que todos en esta vida estamos de paso. Para el irlandés no es sólo eso, es la prueba de que no hay héroes. Desde Dylan hasta Cohen, todos tenemos que levantarnos y lavarnos la cara, afrontamos el día preguntándonos qué nos deparará. Y esto no es una reflexión mía, es un razonamiento que el propio Glen compartiría con nosotros al día siguiente en la universidad. Ese tema, con el escenario lleno de músicos e invitados que Hansard ha ido recolectando durante la noche, pone el broche de oro y nos deja a todos una sonrisa en la cara. El concierto ha terminado, pero Glen Hansard se queda al borde del escenario despidiendo al público y atendiendo religiosamente a todos y cada uno de los que nos acercamos a conversar con él, pedir firmas o hacernos fotos. Tal llega a ser la devoción de Glen por su público que cuando unos padres se acercan al escenario con su niña y le transmiten la pena que sienten por no haber escuchado “This Gift” durante el concierto, canción favorita de su hija, el bueno de Hansard se dirige hacia el estuche de su acústica, la saca y se marca una interpretación de rodillas sobre el escenario junto a la niña. A la interpretación se le unió una fan griega que andaba por allí para hacerle los coros y aquello quedó colosal. Imaginad cómo nos quedamos todos en ese momento. En nuestro caso, además de hacerle alguna de las preguntas que teníamos en el tintero, le pedimos que nos firmara nuestra bolsa de Discos Marcapasos. Glen nos preguntó por la tienda e incluso le tomó una foto a la bolsa para recordar el nombre y poder acudir a la mañana siguiente, cumpliendo así con una de las visitas granadinas obligatorias. Glen también nos dijo que Markéta había estado a punto de formar parte de este show y que, si no fuera por incompatibilidad con horarios de aviones, la habríamos tenido allí esa noche con nosotros. El caso es que hemos asistido a otro de esos bolos a corazón abierto. Esos que nos descubren a la persona que trasciende al personaje. De esos que nos acercan a la humanidad descarnada, a la honestidad de un hombre tranquilo que ha sido hoy, más que nunca, Poeta en Granada como lo fue Lorca en Nueva York. Retazos de Leonard Cohen y aromas a Van Morrison han impregnado nuestras almas y la sala Manuel de Falla del Palacio de Congresos andalusí.
2. La Universidad de Granada
Dentro del Seminario de las Jornadas Internacionales de Estudios Irlandeses, se encuadró la siguiente agenda que tenía a Glen Hansard como protagonista el día 27 de enero:
- Jiri Mesic: “From Songs of Love to Songs of Experience: The Songwriting Trajectory of Glen Hansard”.
- Paula Camacho Roldán: “Falling Slowly: Once and The Swell Season as Irish Cultural Phenomena”.
- Roundtable and live music: “In conversations with Glen Hansard. Musical and Cinematographic Intersections”.
Asistimos a este evento invitados por el propio Glen Hansard. Allí estuvimos durante más de dos horas charlando con Glen y escuchando nuevas interpretaciones tan crudas como emocionantes. Una mezcla de sentimientos y experiencias fruto de la conversación con el genio de Dublín sobre particulares que cubrieron desde la composición y escritura de canciones, hasta la interpretación, el folklore, la política o el sentimiento humano e irlandés del arte.
2.1 La composición de canciones:
– DirtyRock Magazine: “Glen, ¿qué ha supuesto para ti la paternidad? Suponemos que tienes alguna composición en mente motivada por esta nueva experiencia vital que supone el nacimiento de un hijo.
-Glen Hansard: “Es lo más…nada prepara tu corazón para esto. Es increíblemente agotador con falta de sueño, pero al mismo tiempo tan bonito. Me lo habían contado, pero esto supera cualquiera de las expectativas, no entiendes que pueda ser tan cansado, pero al mismo tiempo es algo maravilloso. Cuando le miro, cuando le siento es como una batería que me recarga y me da fuerzas”.
Glen saca su teléfono y nos enseña la imagen de su hijo Christy durmiendo con cara angelical: “Esta foto es de esta misma tarde. Sí, soy uno de esos padres que mira fotos de su hijo cada diez minutos”, nos comenta mientras sonríe cariñosamente al mirar la cara del bebé.
El modo de componer de Glen no es levantarse por la mañana, coger la guitarra y un boli y a empezar. Nos contó que en su modo de trabajo todo empieza con una melodía. Las graba en el teléfono, esbozando y construyendo sobre palabras sin sentido a las que enlaza después una idea que le surge para irla acoplando. Adentrándonos más en la fórmula de la composición, nos cuenta que cuando era pequeño sus ídolos eran Bob Dylan, Leonard Cohen y su tío. Un hombre apuesto, con voz profunda y casi siempre con una guitarra en la mano. Con esa guitarra enseñó a Glen sus primeros tres acordes. Fue tarea de Hansard añadir la verdad y el resto de acordes que vendrían después para convertirle en el compositor que es hoy. El tío de Glen fue a dar con sus huesos en la cárcel y Hansard tomó su guitarra. Continuó con la tradición irlandesa que reza que la música debe pasarse de padres a hijos, debe ser la herencia de la familia para hacer perdurar su sentimiento, su significado en la cultura de una nación, la herencia de su tradición. A la vuelta de su tío, Glen ya dominaba el instrumento y a aquellos tres acordes, se le sumaban una larga lista que le permitía convertir las seis cuerdas en su instrumento de trabajo.
La recomendación de Glen en lo que a composición musical se refiere es “Dejar que la música venga a ti”, “el bolígrafo, la pluma es lo último”, “mantén siempre una mente abierta para tu lírica”. Nos habla sobre la metodología de uno de sus grandes referentes, el inevitable Bob Dylan. Dylan tiene las letras, es lo que le importa, la historia, el alma de la canción, aquello que la sustenta por lo que narra. A partir de ahí, escucha melodías que le va proponiendo su banda y “canta” sobre ellas su lírica. La que mejor queda esa es la que elige. Así de fácil.
En cuanto a cuadrar esa letra a la música, Glen nos explica que su carrera empezó con rimas sencillas y fue progresando hacia ideas más asonantes y modos de meter en la melodía aquellas palabras que realmente quería utilizar. Nos insiste en que lo importante es tener “una línea de verdad y el resto tiene que venir solo”. Aun así, siempre hay que luchar por mejorar. Hansard escucha consejos como los de su poetisa mujer que le dice “Glen, no ancles toda la canción a una sola idea fija”. Él nos confirma que tiende mucho a hacer eso y que es un error.
Cuando contó su historia en el tema “Falling Slowly”, perteneciente a la película «Once», cayó en la contradicción de lo que él llama entre risas “Falling slowly into a mistake”. Y es que el tema en sí es una contradicción que habla del amor, de enamorarse mientras te estás separando.
En cuanto a la capacidad de generar historias, nos anima a desmitificar lo que llamamos héroes. “No importa quién seas, cada persona es un universo y tiene una historia increíble que contar. Desde un sin techo a la persona más poderosa. Todos tenemos esa historia, solo hay que aprender a contarla, a transmitirla”. “Es imposible explicar las canciones y sus letras con un truco para escribirlas”. “El único truco que puede valer es crecer desde la mímica a artistas que son capaces de hacerlo y la inercia te llevará a exponer tu mundo interior”.
2.2 El mundo de la interpretación cinematográfica:
Otro de los temas que surgió en la charla con Glen Hansard fue el del mundo del cine y más concretamente, la interpretación. Ha estado inmerso desde hace muchos años en un ambiente que le ha ligado al séptimo arte. Su andadura comenzó nada menos que con Alan Parker en The Commitments, una cinta clásica que casi inventó un género de bandas y argumentos alrededor de personajes musicales. No en vano, el mismo Parker dirigió la obra por antonomasia de Pink Floyd, protagonizada por Bod Geldof, «The Wall».
Pues bien, una de las cuestiones que surgen en la conversación es cómo acaba Glen siendo uno de los personajes de esa película. Por aquel entonces, Glen ya andaba metido en el mundo de la música y de las bandas. Un buen día, se anunció un casting al que Glen acudió meramente para acompañar a su mejor amigo que se presentaba al mismo. Estaban buscando un chico pelirrojo que tocara la guitarra y al ver a Glen, le ofrecieron hacer la prueba. Glen la hizo sin ningún tipo de expectativa, pero para sorpresa de su amigo, al que cogieron fue a Hansard. En ese momento, perdió un amigo y ganó una carrera que abría la vía a la interpretación. Glen nos cuenta cómo casi todo el reparto de la película era novato y estaban todo el día alrededor de actores más experimentados del filme como Colm Meaney, pidiendo tal o cual consejo interpretativo. La actitud de Alan Parker a la hora de dirigir era difícil. Parker es un gran director, pero según nos contó Glen, el método era duro. Un director que te hundía en la miseria cuando quería que el personaje estuviera hundido y que te vanagloriaba cuando quería al personaje por las nubes.
En el caso de la película «Once», la idea era que Glen grabara la música de algunos temas para usar simplemente determinadas estrofas en la cinta. El actor protagonista original era Cillian Murphy (famoso por series como «Peaky Blinders» y pelis como «28 Días Después» o «Sunshine»). Un giro del destino quiso que otro proyecto de mayor calado involucrará a Cillian y de ese modo, se fueron por el retrete un millón de euros de presupuesto y John Carney se quedó sin su actor protagonista. «Once» se terminó rodando con solo ciento veinte mil dólares y Hansard protagonizó una cinta que se parecía mucho a su vida de músico callejero y en la que tuvo que colar todas las canciones que había preparado. Así surgió la magia con Marketá, en aquella maravillosa escena del piano que replicó para nosotros en directo en la Universidad de Granada. En la primera de las sesiones de la agenda, Glen se emocionaba visiblemente ante la proyección de la escena para su posterior análisis. Nos comenta que no ha visto la película desde hace mucho tiempo y que no se acordaba del sentimiento de esa escena con Marketá y la naturalidad que en ella plasmaron. La artista checa no estaba muy contenta con su papel, según nos cuenta Glen. En aquella época, Dublín experimentaba el boom de la inmigración de algunos países del este de Europa como Rumanía. John vistió a Marketá de rumana e incluso le pidió que su personaje actuara con ciertos rasgos de la cultura gitana de ese país. Esto no solo no sentó bien a la intérprete, sino a todo un país, la República Checa, que “premió” a la película con un fracaso absoluto en su región. En Once, las escenas musicales entre Glen y Marketá salían solas, pero cuando no había música de por medio, las cosas se complicaron mucho en una interpretación que el director sacó adelante a fuerza de prueba y error con mucha motivación.
Otra problemática interpretativa con la que Glen se encontró, fue el hecho de realizar una actuación musical para la cámara y no para una audiencia que te está escuchando en directo y te devuelve un feedback, una sensación con la que puedes medir cómo va la cosa. Era una situación nueva, porque no era un estudio, no era un concierto en directo. Eran un equipo en silencio, una cámara y un director expectante. También con este problema John le ayudó, guiándole con comentarios sobre cada una de las veces que grababa una escena musical delante de la cámara. Nos confiesa que, en una época más actual, la de la pandemia, esto le ha servido mucho. Ya que era la primera vez que actuaba para la pantalla negra de un móvil en aquellas sesiones de directos en Instagram que tanto nos alegraron el confinamiento a más de uno.
Hansard nos cuenta que otra de las curiosidades de la película es el rodaje de la primera escena. Esa en la que Glen se interpreta así mismo como músico callejero. Tuvieron que grabarla hasta cinco veces a las cinco de la mañana en la noche de un domingo a un lunes. En aquella época, Dublín era una ciudad con mucha vida y marcha nocturna y sólo en ese hueco era posible. Durante la semana e incluso en días laborables de diario, había fiestas en la calle hasta altas horas con las vías llenas de borrachos y juerguistas. Esto nos lleva a otro de los temas que tratamos con Glen, los músicos callejeros y sus inicios como tal.
2.3 Músicos callejeros:
Esta fue una de las preguntas que vino desde la audiencia del Aula Magna de la facultad de Filosofía y Letras de Granada. Un músico callejero de Georgia le pidió consejo a Glen sobre cómo enfocar esa profesión en sus inicios. A Glen se le iluminaron los ojos con la pregunta y comenzó a explicar gran cantidad de hechos importantes y actitudes convenientes para el desarrollo de esa profesión. Nos contó su propia historia en la que su profesor reconoció en él su inquietud musical y su conocimiento de los grandes nombres de la música folk americana. Le pide que se lance a la calle. Si realmente vale, tendría que demostrárselo a sí mismo empezando desde lo más bajo, lo más duro. Su profesor le decía: “Si tratas bien a la guitarra, es la llave que te abrirá todas las puertas”. Glen nos cuenta que “la calle te enseña a vocalizar cantando, a proyectar la voz para poder ser escuchado por la gente que pasa. Gente indiferente a lo que estás haciendo. Tienes que aprender a pescar a esas personas. Cuando coges tu estuche, lo abres y sacas tu guitarra, es una declaración, un compromiso contigo mismo. Y cuando te declaras, el mundo termina por venir a ti. Nadie puede resistir el poder de la voz humana. Tomas un riesgo, tocas y el mundo termina viniendo a ti. Según cómo presentes esa energía al mundo, éste te responde”.
Otra cosa importante para Hansard es la energía del músico callejero. “Cuando ansías ganar dinero con tu arte, el dinero nunca llega. Pero cuando de repente estás tocando con energía positiva, disfrutando y sin pensar en el dinero, te llega de todas partes”. “Lo que gano con mi música lo trato con el máximo respeto. Lo invierto en cosas buenas, no en mierdas. Es el modo de mantener la buena energía de algo que he ganado desempeñando mi pasión”.
La imagen de Hansard desde sus tiempos de músico callejero siempre se ha asociado a esa guitarra con un gran agujero en el cuerpo. Una guitarra que ya tiene un sonido especial y que es, en parte, iconografía propia del artista. Nos confiesa que la compró en la época de Commitments. No la ha traído, pero la conserva en casa. Es un instrumento al que le tiene apego porque terminas desarrollando ciertas emociones que son humanas, aunque no lógicas ya que “son solo instrumentos, herramientas para desarrollar tu trabajo, tu pasión”.
2.4 El Arco Poético:
Glen asocia la trayectoria del músico callejero al llamado Arco Poético, por el que puedes empezar tocando en la calle y terminar ganando un Óscar de Hollywood, como es el caso (Glen fue premiado por la banda sonora de “Once”). Hansard nos dice que “Para que ese tipo de cosas ocurran, hay que buscar la respuesta poética, estando y viviendo en su momento cada cosa”.
Hansard nos cuenta en relación a su primer disco que tuvo la intención de hacer que sonara a Pixies, pero lo que le salió difería mucho. Nos dice que el resultado no tenía nada que ver y se frustró muchísimo. Lejos de hundirse, decidió superarse y “eclipsarse a sí mismo” con lo que él llama el “fuck-you spirit”. “Hay que fijarse un rumbo de navegación y convencerse de que lo que deseas va a suceder. Yo soy una prueba viviente de ello. Mi obsesión era encontrar a Dylan, conocerle. Un día estaba caminando por la calle y de repente, veo al mismísimo Bon Dylan a mi lado encendiéndose un cigarro y farfullando unas palabras. Me acerqué a él temblando y al rato de presentarme, estábamos charlando amigablemente sobre Woody Guthrie hasta que finalmente nos despedimos. Al día siguiente, recibo una llamada: Dylan quería que abriese el show para él en Londres. Y así, de la nada, terminé de un día para otro conociendo a Dylan y siendo su telonero. Lo cual demuestra que tienes que convencerte de que las cosas van a ocurrir. Tienes que poner tu corazón en una ruta que te marques.”
2.5 Van Morrison:
Otro de los temas que salen en la conversación es el influjo del gruñón por excelencia. El León de Belfast es un ser que no deja indiferente a nadie y todo irlandés tiene su opinión sobre él, todo hijo de la isla esmeralda ama, odia o las dos cosas al que fue cantante de “Them”. Es una especie de ser mitológico y Glen, como uno más, queda bajo su influjo. Hansard reconoce que no ha escuchado ninguno de sus últimos discos en las dos últimas décadas. Dejó de interesarle entonces. Pero toda su obra anterior, se la tiene trillada y ha influenciado sus composiciones. Glen comienza a hablar de Van diciendo: “En Irlanda tenemos dos partes, el norte y el sur…”, ya no pudo seguir hablando porque uno de los músicos de las sesiones universitarias, el flautista irlandés Desi Wilkinson, se abalanzó sobre él y lo corrigió. Irlanda es para muchos un solo país que fue robado e invadido por los británicos durante algunas décadas. Glen reconoce su error inicial a la hora de argumentar y empieza una amigable charla sobre Morrison y su influencia en Irlanda y sus músicos. Desi argumenta que Van Morrison musicalmente es un Dios, pero que políticamente ha sido siempre muy “anglófilo” y que por eso no termina de ser bien visto en el país por una “gran minoría”. Wilkinson nos dice: “Esa es mi habilidad para valorarle, separar lo político de lo musical y reconocer que es un músico como la copa de un pino”, a lo que todos respondimos con un cerrado aplauso. Este tramo de la conversación terminó con la interpretación conjunta de “Leave a Light”, un tema que ya interpretó Glen en Asturias durante el rodaje de la película documental “The Camino Voyage”. Dicha película narra la peripecia de un equipo formado por un escritor, dos músicos, un artista y un cantero que se embarcan en el Camino de Santiago por mar en un barco tradicional, una odisea celta inspiradora y peligrosa de 2.500 km desde Irlanda y recorriendo el norte de España. Desi y Hansard tenían como amigo común al poeta Danny Sheehy, uno de los protagonistas de El Camino marítimo que murió cuando su embarcación zozobró frente a la costa de Portugal, en la desembocadura del río Miño. El sentimiento de la interpretación con la flauta de Desi acompañando a Glen fue, para mí, el momento memorable de la tarde.
En resumen, dos días maravillosos de la mano del artista más cercano que conozco. Un ser humano con mayúsculas que nos confiesa que lo aprendió de su ídolo Leonard Cohen. Cuando Hansard tuvo la oportunidad de conocer a Leonard en persona, le acompañaba su primo, el cual, fruto de la emoción y de una dolencia, sufrió un ataque epiléptico que les hizo tener que abandonar el show para dirigirse al hospital. Cuando terminó el concierto, Leonard Cohen en persona les llamó para interesarse por la salud del primo de Glen y asegurarse de que todo había ido bien. Esa acción marcó a Glen y nos explica que siempre trata a sus fans del mejor modo posible y con respeto máximo.
Glen Hansard es una persona orgullosa de la bondad del ser humano y confiada en su salvación. Un amante de su país, como todos deberíamos serlo del nuestro, y que así lo homenajea en algunas de sus composiciones. Temas que saben a Irlanda profunda en una fusión de folclore irlandés y rock de raíces americano. Glen Hansard es, como en el film de John Ford protagonizado por John Wayne y Maureen O’hara, un “Hombre Tranquilo”, a pesar de los golpes que le ha dado la vida y que como el boxeador Sean Thornton (personaje de Wayne), se levanta una vez más para mostrarnos los tesoros que alberga el fondo de su corazón: aires de irlanda, campos tan verdes como los ojos de la pelirroja Maureen, los infinitos azules de sus erosionadas costas y sus batientes mareas. Glen Hansard es eso y más, condensado en la esencia de un artista que nos dará muchas más alegrías en forma de discos, directos y experiencias. Como diría Barry Fitzgerald en boca de su personaje Michaleen Oge Flynn en la cinta de Ford: ¡HOMÉRICO!
Fotos y Vídeos: Javier Naranjo
Texto y Revisión: Javier Naranjo y Cristina Ortiz de Urbina
Video 2: JC e Inma