Recuerdo que en la década de los 90, Iris DeMent fue considerada como una de las mejores cantautoras de Estados Unidos, y con razón. Sus canciones son siempre una mezcla gospel, folk y country impulsadas por un trabajo de piano que es tan estadounidense como Randy Newman, y su voz igualmente distintiva, con ese acento áspero.
«Workin’ On A World», es solamente su séptimo álbum, y arrancaría su composición con la inquietud tras las elecciones de 2016 con Donald Trump como ganador y cómo sobrevivir a aquello.
Iris comparte en su nuevo trabajo13 temazos sobre el amor, la depresión, criminales de guerra, los amigos, los sueños rotos, Texas, Georgia, Martin Luther King o Gilead Mahalia, tras ocho años de su anterior trabajo «The Trackless Woods«. La delicada ferocidad contenida en el fascinante poder de su voz de alguna manera solo ha crecido con el tiempo, el disco tardó seis años en hacerse con la ayuda de tres amigos y coproductores: Richard Bennett, Pieta Brown y Jim Rooney.
La música es medicina como lo demuestra esta maravilla llamada «Workin’ On A World» donde siempre puedes encontrar «tú canción» que sería igual a cualquier situación que enfrentáramos a lo largo de nuestra vida. Esas canciones que nos han ido echando una mano. Escribir canciones, cantar canciones, pinchar discos, es siempre una forma de extender esa mano a los demás con inflexiones también hacia el rhythm & blues y el blues.
El resultado es un álbum esperanzador. Sus canciones, ya sea que se basen en sus relaciones con su familia unida o relaten sus luchas con cuestiones de fe, son un reflejo sin obstáculos de sus verdades personales. La complicada relación de DeMent con su educación religiosa, en particular, siempre ha ocupado un lugar destacado en su trabajo, y esos temas continúan impulsando gran parte de «Workin’ On A World». Cada una de las canciones del álbum está estructurada como un himno en la tradición del gospel sureño se basan en el enérgico estilo de piano de iglesia, lo que aumenta la intensidad de las experiencias sobre las que está cantando.
En el transcurso del disco, DeMent confiesa, se lamenta y testifica, sus verdades con tanta urgencia la sexagenaria. Discazo como la copa de un pino.