Hubo una época en que el mundo del rock, pop, soul, etc, se nutrió de una generación de coristas negras tan talentosas que éstas, ineludiblemente, trataron de salir del anonimato y probar suerte en solitario. La mayor parte se saldaron con resultados artísticos asombrosos (Marie Queenie Lyons, Merry Clayton, Lyn Collins, Doris Troy, Clydie King, Doris Duke…) pero, por desgracia, comercialmente fallidos. Y todas volvieron a un segundo plano o abandonaron el negocio de la música. Uno de esos casos fue nuestra protagonista de hoy: Tami Lynn (también conocida como Tammy o Tamiya).
Esta vocalista nacida en New Orleans en 1942 ya llevaba unos cuantos años en el negocio de la música cuando publicó su primer álbum. Procedente como tantas otras de la música religiosa o, en su caso, de interpretar góspel en emisoras de radio, se fogueó en clubs de rhythm & blues llamando la atención de dos tipos tan talentosos y fuera de toda sospecha como Allen Toussaint o Harold Battiste. En su haber unos cuantos singles publicados, a destacar uno en particular para ATCO Records cuando la descubre Jerry Wexler en un talent show, ‘I’m gonna run away from you’ (1965), el cual se convertirá unos años más tarde en un pelotazo en las sesiones de northern soul que los jóvenes organizan en el Reino Unido y luego ‘trabajillos sin importancia’ como corista para músicos como Dr. John, King Floyd, Wilson Pickett (la oiréis dándole la réplica en el estribillo de su clásico ‘Come home baby’) o los mismísimos Stones en el legendario ‘Exile on main street’.
La ansiada oportunidad en forma de largo llegó para Tami Lynn y ‘Love is here and now you’re gone’ (1972) fue su título. Y lo primero que llama poderosamente la atención es que no se trata de un trabajo convencional, al menos en lo que se refiere a su primera mitad. La cara A la constituye una especie de suite u obra conceptual dentro del propio álbum, en un tono francamente desolador y amargo acerca de las distintas fases que se van siguiendo habitualmente en una relación de pareja. Abriendo con la frase ¿recuerdas tu primera relación amorosa? se van sucediendo una serie de monólogos de la propia Tami que anteceden a las propias composiciones; lo que en principio parecería una idea poco estimulante funciona con una precisión milimétrica y te sumerge de inmediato, una vez dejas caer la aguja sobre el vinilo.
Producida por Wardell Quezergue y John Abbey, quienes la llevan a los estudios Malaco en Jackson, Mississippi (donde el mismísimo King Floyd grabaría sus legendarios elepés) se hace notar en el delicioso y orgánico sonido country-soul que recorre todo el disco.
Abre fuego el clásico de la reina del country Loretta Lynn, ‘Wings upon your horn’, en un tono deliberadamente tórrido para, a continuación, hacer suyo el clásico de la Motown que da título al disco y que habían popularizado antes las Supremes, y un imberbe Michael Jackson por aquella época. Le sigue ‘Can’t last much longer’ del anteriormente mencionado Toussaint , donde Tami exuda dolor, vulnerabilidad y deseo.
Ese tono confesional e íntimo por donde nos ha dirigido, sin que tengamos voluntad para resistirnos, la temperamental vocalista se quiebra en su tramo final, con el momento culminante del álbum para mi gusto, los apoteósicos cinco minutos de ‘That’s understanding’, que guarda ciertas similitudes con el clásico de Jean Knight. ‘Mr. Big Stuff’, salvo que la de Tamiya finaliza en un explosivo crescendo de vientos, percusión y una guitarra aulladora que nos viene a expresar de forma optimista que siempre habrá una próxima vez para el amor y la ilusión que ello conlleva.
La cara B es diametralmente opuesta, apostando por un sonido más rítmico y standard. Es más o menos lo que esperarías de una intérprete de estas características, lo que de ninguna manera significa que esté exenta de calidad. Se inicia, repescado para la ocasión, con su viejo clásico de los sesenta ‘I’m gonna run away from you’ que enlaza con buen gusto y mejor criterio con otro temarral northern soul, como es ‘Ain’t no soul (left in these old shoes) que había hecho suyo años antes Ronnie Milshap en una versión más adrenalítica.
Momento para echar fugazmente el freno con otra composición delicada, ‘A world you left behind you’, que la vocalista interpreta de forma melancólica y que enlaza, de alguna manera, con la parte conceptual de este trabajo que hemos dejado atrás.
A continuación, Tami, con la cabeza bien alta, aporta un tema de su cosecha, una auténtica gema titulada ‘Never no more’ que, sorprendentemente, mantiene el excelso nivel para encarar la recta final con dos versiones incendiarias extraídas de las sesiones con Jerry Wexler: La abrasadora ‘Mo Jo Hannah’ del entrañable crápula Andre Williams y ‘One night of sin’ en una versión más ardiente incluso que la que popularizó en los cincuenta el mismísimo Elvis Presley.
En fin, otro de esos álbumes que tenían todos los mimbres necesarios para triunfar y que se perdió entre la marea de lanzamientos esplendorosos que ese género nos brindó durante la primera mitad de los setenta.
El caso es que la vocalista reaparecería como Tamiya Lynn a principios de los noventa con otro apreciable trabajo homónimo que todavía pasaría más desapercibido, si cabe. Pero eso, amigos, pertenece a otro capítulo de la historia.
NO MUSIC. NO LIFE. PLAY IT LOUD, MUTHA! FUCK YOUR SPEAKERS. MAKE ART NOT FRIENDS. MUSIC IS MEDICINE
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