Melissa Ruth edita su cuarto disco, «Bones«, un disco autoeditado. Melissa ha escrito, arreglado y producido este trabajo, que fue grabado en Eugene, Oregón. Los músicos participantes son Johnny Leal (guitarras), Scoop McGuire (bajo), Matt Hill (teclados/trompeta), Cameron Siegal (batería) y Stacey Atwell-Keister (coros). La portada de Sarah Gensert es impactante y refleja muy bien el espíritu del disco. Don Ross se encarga de la grabación, mezcla y masterización, como siempre desde el debut de Ruth en 2011, «Ain’t No Whiskey».
Escucha «Bones» de Melissa Ruth aquí:
Melissa nació y se crió con una dieta equilibrada de borscht y Bob Dylan. Su nuevo disco es una celebración de su infancia en las montañas rurales del sur de la Columbia Británica en Canadá. La joven Melissa tuvo una vida aislada y dura pero alegre. Su familia era parte de una comunidad de inmigrantes rusos. Creció escuchando historias de supervivencia en las praderas. Arraigado en su amado Oeste, «Bones» nos transporta a los pueblos madereros y mineros que son parte de su infancia. Melissa vive ahora al suroeste de Oregón, donde vive en un pequeño rancho con su esposo e hijos. Se gana la vida como maestra de música. Es una fiel defensora del acceso a la educación musical de todos los niños, en particular los de las comunidades rurales.
“Este álbum es una colección de canciones que surgieron como resultado de desacelerar y reenfocar mi energía en el proceso. Algunas son canciones muy antiguas y otras fueron urgentes y escritas unas semanas antes de la grabación. Todas son necesarias”.
En «Edith Piaf», Ruth rinde homenaje a uno de sus primeros héroes musicales. Marca el camino, una canción sencilla y exquisítamente arreglada. El atmosférico «Passage of Stars» recuerda su infancia en Canadá. Pura delicatessen, que nos trae ciertas reminiscencias de Rickie Lee Jones. “Nashi Lyudi” recuerda la herencia perdida de su padre. Nacido en una secta religiosa cuyos seguidores habían escapado de la Rusia zarista hacia Canadá, fue separado de sus padres al llegar. «Logger’s Lament» aborda las complejidades de su comunidad, sus gentes y sus recursos, contando el dilema entre supervivencia y ecología que subyace en muchas comunidades rurales.
Uno de los temas más esperanzadores es «A Good Man», una canción de amor para su esposo, Johnny Leal, su principal colaborador. El hecho de que ella y Leal vivan en un rancho de 20 acres rodeados de naturaleza impregna el disco, bucólico y cinematográfico. «Wild Roses» tiene ese aire de noir con ecos de jazz antiguo que le da la trompeta apagada de Matt Hill. «Yoncalla Moon» explora los sonidos del soul-rock sesentero, recordando un poco a los olvidados Blood, Sweat & Tears. Fantástico el solo de guitarra eléctrica, que eleva el tema a otro nivel.
Hay muchos artistas de Americana, pero pocos con la profundidad y la pureza que muestra Melissa. Su música es terrenal, auténtica y carente de ambiciones. Y en esa sencillez está su grandeza. Estas canciones nos llegan libres y salvajes y van apoderándose en cada escucha de nuestro alma. Escuchar una canción como la luminosa «Poor Man´s Daugther» nos alegra el día y nos hace sobrellevar la vida con sus alegrías y sus tristezas.
