Luis Prado, surfeando entre inmensas olas de desconcierto

El alicantino Luis Prado (1972) desvela los fundamentos ideológicos de su último disco desde el mismo título: El Tsunami Emocional (con producción de Hall of Fame Records, 2021).

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No hay exageración al situar a este multiinstrumentista (toca de todo y muy bien) como uno de los mejores teclistas de este país, y probablemente, también sea el más cachondo. Precisamente con un piano arranca Todo Está Decidido, el tema de apertura, donde se exhibe desde el primer instante el desconcierto vital que el músico comparte con sus públicos, tanto para exorcizarse o simplemente como grito rebelde que desahoga. Así prepara uno de los cócteles más explosivos que pueda existir: muy buenas letras y música de gran potencia creativa al servicio de mensajes antideslizantes. Y ahí sentencia: “Nunca jamás vas a saber si aciertas / Era mejor cuando no estabas despierta”.

Más desazón en Me Río (El Crash), aunque el oyente se divierta en plena tormenta tras zambullirse en el absurdo que rodea a todo quisque. La narración aquí recuerda a una de las grandes frases del novelista Henry Miller: “Si la tragedia es inevitable, riamos un poco”. Más eléctrica, más rítmica, más íntima, más alusiones a Ícaro. Dice que “No entiendo nada, no sé qué hago aquí / No entiendo cómo cambia mi mundo / Qué ha sido eso que no vi venir / Estaba bien hace un segundo”. Frases muy propias de tiempos pandémicos…

Una Última Vez No Importa aporta otra confesión de las contradicciones, que muchas veces son el motor de identidades quebradizas y señal de búsqueda en el lío existencial. La deliciosa voz de Luis Prado -todo un crooner merced a sus matices magnéticos, inyecta más luz a esa traición cotidiana que tantas personas se autoinflingen.

Los dardos de Te Vi Terraplanista reflejan a continuación el fiasco de quien va por la vida con el corazón abierto y, claro, por esa rendija se cuelan indeseables, aunque es posible expulsarlos con música (más cañera en este corte). Muy buenos coros (Paco Tamarit y Carlos Soler) para una pieza que en directo resulta hilarante y comprometida: “Caíste en el error / De Seguir lo Peor / Del conservadurismo / Del sensacionalismo / Del mundo reaccionario / De El Mundo y OK Diario…”).

El Fin del Mundo es Ya pisa decididamente (desde el propio nombre) territorio de Javier Krahe: palabras mayores; lo de “Ana Blanco y su peinado”, impagable. Se trata de una zambullida en el absurdo, sección Malcolm Scarpa, digna de aplauso.

Quédate con Nosotros suena a broma endogámica, algo entre músicos, y da paso a Tsunami Emocional, que otorga título al disco con un lenguaje fresco y sonidos de rock progresivo y operístico, donde Prado exhibe su músculo compositor.

En Vals del Montón, piano y voz dominan el corte. Aborda con exquisitos fraseos de piano el desgaste de compararse con los demás. Y lo hace con estructura circular, típica del baile al que alude, porque habla de bucles y tics en los que todo hijo de vecino reincide, como “sonreír a gente que no me importa”. Quien no lo haya hecho, que tire la primera dentadura… Entre lo mejor de la docena de piezas que conforman el tsunami.

Secta para Dummies flota sobre un colchón de Hammond. “Y podremos jugar con todo tu rencor”, explica el texto. Los tontainas dominan el mapa político y existencial, por lo que Luis Prado se burla de los territorios de confort. Acto seguido, Recomenzar (Resetear y Tal), donde diserta sobre la velocificación en tiempos modernos y la necesidad de limpiar periódicamente el disco duro interior, aunque dé pereza ese tiovivo que a veces son las relaciones humanas.

Más mordiente hay en No Puedo Olvidarte, con aromas Beatle (no debe olvidarse que el compositor conoce las canciones de los de Liverpool al dedillo, como demostró en el quincuagésimo aniversario de Sgt. Pepper´s).

Renglones Torcidos es el colofón. Concluye así: “Sabes que somos un caso perdido / Renglones torcidos / Y no va a cambiar / No se puede arreglar / Eso es algo que hay que aceptar”. Esos renglones heterodoxos llegan hasta el punto final de un álbum que es preciso reivindicar.

La pandemia ahogó gran cantidad de obras valiosas y ahora, con la perspectiva necesaria, es preciso combatir el silencio que envolvió a grandes obras, como este Tsunami Emocional.

Luis Prado se inició con The Flauters, con quienes grabó tres discos entre 1996 y 1998. Ya en este milenio, bajo el concepto grupal de Señor Mostaza, lanzó otros nueve álbumes, entreverados con sus propias entregas como solista. En solitario, su primer disco fue El Efecto K BSO (2013), seguido de Mis Terrores Favoritos (2016), Plays Standards (Volúmenes 1 y 2, 2018), Deberías (Hacer Algo con tu Vida) / Tu Red Social (2019). El Tsunami Emocional es de la cosecha 2021, con castigo pandémico, y más recientemente ha publicado En Directo en Loco Club… Live (2022).

Texto: Miguel López

Foto: Ana Hortelano

 

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