La tónica general a la salida del concierto, y poco después en redes sociales era de sorpresa. Muy positiva por supuesto, el ex vocalista de Queensrÿche cantó prácticamente como en sus mejores tiempos, y la banda mostró solidez, oficio y solvencia contrastada. Y uno se pregunta ¿esto debería ser sorpresivo? ¿O más bien la tónica habitual?
Muy mal vamos si es motivo de asombro que un artista se muestre en plenitud de facultades, eso quiere decir que nos hemos acostumbrado a recitales de bazar chino, y que encima se jalean como “bolazos”. Y tras esta ¿necesaria? Reflexión toca ya ahondar en el concierto que ofrecieron Geoff Tate y los suyos en Barcelona que se podría denominar como de ovación y vuelta al ruedo si nos ponemos en términos taurinos. Sorpresivamente con antelación al horario previsto los músicos salieron a escena, lo que provocó que hubiera gente que entrara en la sala iniciado el concierto.
Y como lo prometido es deuda Geoff y su banda encararon una primera parte donde interpretaron al completo el disco “futurista” de Queensrÿche Rage For Order. Lo dicho, un sonido impecable, el protagonista pletórico vocalmente y una banda compenetrada y con clase que alejó el concierto de cualquier atisbo de “paquismo”. Imapagable escuchar de nuevo con su voz original canciones como «Walk In The Shadows», «I Dream In Infrared» o «I Will Remember». Y no sólo la ejecución fue impecable, también se palpaba compenetración entre los músicos y Geoff Tate se mostró relajado y dicharachero, interactuando sobradamente con la audiencia y siempre con sonrisa de oreja a oreja. Tras un descanso le tocaba la vez al superventas e icónico Empire.
Y ya se desató la euforia absoluta y la emoción entre la audiencia. Normal, ya que estamos hablando de temas superlativos como «Best I Can» o «Jet City Woman» o la recibida como maná de los cielos «Empire». Ya hacía mucho rato que Geoff Tate tenía al público comiendo de la palma de su mano, pero a estas alturas sabía que mejor no lo podía hacer tanto a nivel vocal como de carisma escénico. Lo que quedaba ya vino rodado con la interpretación de la celebérrima «Silent Lucidity», y esa final «Anybody Listening» que casi cerró el concierto tras dos horas de celebración metálica por todo lo alto.
Pero aún quedaba tiempo para un bis y Geoff nos llevó a donde empezó todo, con una interpretación para enmarcar de la lejana «Queen Of The Reich». Nostalgia en la mejor y más digna de sus concepciones. Visto lo visto, y escuchado lo escuchado más de uno se tendría que replantear, donde pone la vara de medir a la hora valorar un concierto. El legado Queensrÿche está en las manos correctas.
Fotos Desi Estévez.