Jethro Tull publica nuevo disco, «RökFlöte»

Jethro Tull publica nuevo disco, RökFlöte

Jethro Tull publicó un nuevo disco de estudio, el número 23 de su carrera, llamado “RökFlöte”, lanzado el 21 de abril, un año de su álbum anterior, “The Zealot Gene”, que había sido lo primero en casi 20 años para el grupo de Ian Anderson.

 Ian Anderson, David Goodier, John O’Hara, Scott Hammond y Joe Parrish James pensaron este disco como un proyecto en solitario de Ian Anderson, con temas instrumentales para flauta, en los que venía trabajando desde los días más intensos de la pandemia. Sin embargo, terminó convertido en una sabia colección de grandes canciones que exploran el paganismo medieval. Por eso la fusión en el título de la palabra islandesa Rök (destino) y Flöte, que en alemán significa flauta.

Para desarrollar esta obra conceptual, Anderson estudió las mitologías y leyendas nórdicas, especialmente las relacionadas con Islandia, y su conexión con otras disciplinas como la antropología, la historia, la música y la filosofía. No es la primera vez que el líder de Jethro Tull se mete en estos terrenos, ya lo había hecho en 1975 con el tema Cold wind to Valhalla, y en 1977 con la excepcional Jack-in-the-green del álbum Songs from the wood, y que hace referencia a una tradición celta, heredada por los ingleses, para darle la bienvenida al verano el primero de mayo.

Si bien las canciones hacen referencia a un mundo desaparecido y alejado de todo contacto con la modernidad, Anderson nos recuerda que los nombres martes o jueves vienen de los dioses nórdicos Tyr y Thor. En su totalidad, es un álbum coherente con el sonido tradicional folk del grupo, fiel a un legado y a una marca, certero gracias a una colección de canciones que resuenan con personalidad, nostalgia, significado profundo y drama. Pueden funcionar perfectamente como la banda sonora de una obra de teatro inspirada en leyendas medievales.

Da la sensación de que esta versión moderna de Jethro Tull lleva más de medio siglo tocando juntos, porque hay canciones como Hammer on hammer, The perfect one (que además tiene un toque celta maravilloso), The navigators y Ginnungagap que parecen sacadas de los días de los álbumes Heavy horses y Minstrel in the gallery. Y es que el alma de trovador que conserva Anderson es indiscutible y a pesar de las limitaciones en su voz, las melodías se han camuflado con pasajes instrumentales intensos y arriesgados, como los solos de guitarra y órgano a cargo de Joe Parrish y John O´Hara, además de su flauta traversa que suena tan hermosa, lírica, precisa y cautivadora como en los días en los que millones de personas se rindieron ante la grandeza de Bouree y Serenade to a cuckoo. Que la magia de su flauta nunca se apague.

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